Estaba agotado, no solo físicamente, también mental y emocionalmente, solo quería recostarme en mi cama y desaparecer.
El suave apretón de Esteban me devolvió a la realidad, lo único que pude hacer fue quedarme quieto mirando llorar a mi padre.
Antes de darme cuenta y sin pensarlo ya tenía mis brazos alrededor de mi padre, la situación era peor de lo que había imaginado inicialmente, simplemente no podía creer que esto estuviese pasando, la situación sin duda se había salido de control con rapidez, y si el llanto de mi padre indicaba algo, nada estaba por mejorar.
—Debe haber algo que podamos hacer.
—He intentado de todo, ya ni los bancos me quieren prestar más dinero.
Quería gritarle que había que hacer algo, pero las palabras se atoraron en mi garganta, no podía creer que todo eso estuviera pasando sin que me hubiese dado cuenta de nada, ¿qué clase de hijo soy, si mis padres no pueden confiar en mi?
—He estado pagándoles de poco a poco, pero aún estoy lejos de...
Papá se detuvo a media frase, quería prometerle que todo estaría bien, quería decirle "No te preocupes yo me encargo", pero ¿qué podía hacer? No tenía dinero he incluso si lo tuviera de lejos sería la cantidad que necesitan.
—Lo mejor será que todos nos vayamos a dormir —mis manos temblaban y mi cara empezaba a arder ante esas palabras, sin embargo, tuve que admitirlo, Esteban tenía razón. Con los dientes apretados, solo pude asentir con la cabeza en señal de confirmación.
Mis padres no dijeron nada, nos dieron un pequeño asentimiento antes de girar y marcharse. Quería decirle tantas cosas a Esteban, pero él solo reiteró que ya era hora de ir a dormir, la suave mano de Esteban masajeaban mis nudillos, en lo que creo yo era su forma de darme consuelo y tratar de tranquilizarme. Su mano pronto abandonó la mía y se deslizó por mi mejilla.
«Nunca antes había notado los hermosos ojos que tiene»
Podía sentir su respiración chocando contra mi piel, mientras sus labios se iban acercando lentamente a los míos.
—¿Papi? —la dulce voz de mi bebé me sacó de aquel trance en el que parecía haber caído. Oliver frotaba su ojito mientras miraba alrededor —¿Ya vienes a la cama?
—Sí enano, tu papi ya se iba para que durmieran juntos —y sin más se fue dejándonos solos en la sala.
«¿Qué fue eso?»
Después de lo ocurrido con Mateo no había pensando en tener una pareja, no podía arriesgar a mi bebé ante alguien que no lo quisiera, Esteban siempre había demostrado su cariño por Oliver, pero yo no lo veía de esa forma, aunque tampoco había visto de esa forma a Mateo.
No había pensado en Mateo en mucho tiempo, ¿cómo estará? ¿estará bien? ¿me extrañará?, no Adán, contrólate, él es un hombre casado y con hijos, no puedes pensar en él. Antes de poder seguir recriminándome por pensar en Mateo, escuché un teléfono que estaba vibrando, el audio de las notificaciones había sido apagado, pero había vibrado, lo levanté con cuidado y lo vi.
"Que lindos son tu hijo y tu nieto" seguido de una foto de Esteban, Oliver y yo.
Mi corazón empezó a latir a mil por hora, el aire en mis pulmones parecía querer escapar y se negaba a regresar, el celular se deslizó de mis manos, afortunadamente cayó sobre el sillón.
—¿Papi? ¡¿Papi?! —apreté a mi pequeño contra mi pecho, las lágrimas escocían en mis ojos, la foto era claramente de cuando habíamos llegado, el saber que estaban tan cerca me revolvía el estómago, y hacían que mi decisión de venir junto a mi bebé se sintieran como la mayor estupidez que había hecho en mi vida. Mi pequeño parecía asustado, tenía que recomponerme, no podía dejar que Oliver me viese así.
—Estoy bien cariño, todo esta bien. ¿Qué te parece si mejor nos vamos ya a dormir?
—Bueno papi, me lees un cuento.
—Claro cariño, te leeré una vez más el principito, y ahora a la cama.
Antes de entrar en mi habitación, no pude evitar mirar fijamente a la habitación que estaba en frente de la mía, después de ese casi beso Esteban se había encerrado en su alcoba, estaba a solo un paso de tocar la puerta y pedirle entrar, pero el peso extra en mis brazos me lo impidió.
Casi no pude dormir en toda la noche, mis pensamientos se desviaban cada vez a aquel mensaje que mi padre había recibido, saber que habían estado tan cerca de mi bebé me ponía los pelos de punta, necesitaba hacer algo, necesitaba ayuda, y para mi desgracia solo había una persona que me podía ayudar.
Viendo mi situación, muchos probablemente pensarían que soy solo un cazafortunas, pero no podía evitarlo, papá necesitaba mucho dinero, aún así lo dejaría como un último recurso.
Después de pensarlo, me levanté y sigilosamente regresé a la sala, ahí aún sobre el sillón se encontraba el celular de mi papá, mis manos temblaban y un sudor frío recorría mi espalda, mi corazón se aceleró, no podía retroceder, tomando una respiración profunda busque el número de aquel que había mandado el mensaje antes, guarde el número y regresé a mi habitación, Oliver seguía durmiendo profundamente.
Durante el resto de la noche, solo podía pensar en ¿qué es lo que voy ha hacer ahora? pero como dicen para luego es tarde, armándome de todo el valor que no sentía le escribí a esa persona.
"Buenas noches, soy Adán Fajardo, el hijo del sr. Rafael Fajardo, por favor permítanos pagar por partes, no es que no queramos pagar, no nos pagan, pero si nos lo permite les pagaremos de poco a poco hasta el último centavo, solo le pedimos que nos ayude, queremos pagar pero no podemos todo de golpe"
No me di cuenta que a medida que escribía un río de lágrimas salía de mis ojos, solo las note cuando cayeron sobre la pantalla de mi teléfono.