Cuando finalmente llegamos a mi ciudad natal ya era de noche, el frío calaba mis huesos.
Mamá y papá nos esperaban en la estación de buses, a pesar del rostro ligeramente pálido y demacrado de mi padre, parecía estar bien físicamente. Mamá y papá nos recibieron con un cálido abrazo, aunque era obvio que no nos querían ahí.
—¡Un placer conocerlos señora Claudia, señor Rafael!
—Así que este chico tan apuesto es Esteban, es un placer finalmente poder verte en persona —le contesto mi madre con alegría mientras se acercaba a darle un abrazo.
Quería preguntarle bastantes cosas a mis padres, pero por respeto a ellos apreté los dientes y no mencione el tema, nunca se sabía quien pudiese estar escuchando a escondidas. Oliver se había quedado dormido en alguna parte del trayecto, por lo que era cargado en brazos por Esteban.
A pesar de no parecerse físicamente, el verlos juntos era como ver a un padre con su hijo. Esteban siempre había sido muy cariñoso con Oliver, a pesar de llamarlo enano a cada rato. Estaba pendiente de él y se aseguraba de que Oliver no se sintiera reemplazado.
Ya dentro del auto nadie quiso decir nada, no solo por el temor de que Oliver escuchara algo, sino también porque no se sentían lo suficientemente cómodos en ese momento, nosotros habíamos viajado por casi 15 horas y durante todo ese tiempo mis padres habían estado preocupados por nosotros.
Quise decir algo, me preparé para decir algo, pero un leve apretón en mi mano me hizo darme cuenta de que no era el momento indicado. El trayecto a aquella casa en la que crecí fue tranquilo, no había estado ahí desde que me había ido, muchas cosas habían cambiado lo cual era algo normal considerando el tiempo que había pasado, papá y mamá habían remodelado la casa, pero mi habitación seguía intacta.
Recosté a mi pequeño en mi cama, y luego me fui al comedor donde estaban todos los demás, el ambiente parecía un poco sombrío y nadie se animaba a romper el silencio.
—¡¿Qué crees que estabas haciendo al regresar?! —el gritó de mi padre había roto cualquier rastro de quietud y calma presentes.
—¡¿Qué?! ¿Eso es lo que tienes que decir? —no puede evitarlo, solo estaba preocupado por ellos, y ellos solo me gritan.
—Adán, se que estas preocupado pero esa no es la forma de hablarle a tu padre, además ¿qué harás si mi pequeño te oye hablar así? —mamá trataba de ser la voz de la razón, parecía estúpido pero ella siempre parecía poder mantener la calma ante cualquier situación.
—Lo sé, solo... Deben entenderme, estaba muy asustado.
—Sé que debiste temer por tu seguridad y por la de Oliver...
—Temía por ustedes —había interrumpido a mi madre en medio de sus divagaciones, pero era la verdad, durante todo ese tiempo había estado temiendo más por la vida y la salud de mis padres que por la mía.
Mi madre se levantó de un salto y corrió rodeando la mesa hasta llegar a mi lado y darme un fuerte abrazo, su piel se sentía tan delicada contra mi tacto, lo que hacía que me asustase aún más, su piel estaba suave y delicada, pero no de la clase de suavidad que producía el cuidado o el uso constante de cremas, no, esta suavidad era una propia de las personas enfermas, piel tan frágil que parecía que se iba a romper ante cualquier golpe.
Papá no se veía mejor, tenía marcadas ojeras debajo de los ojos, y era notorio que había perdido mucho peso recientemente.
—Mamá, papá, los amo —había tantas cosas que quería decirles, pero en ese momento las palabras se atoraron en mi garganta y un sollozo se me escapó —los amo, los amo tanto que temo perderlos.
Mamá me apretó fuertemente entre sus brazos, mientras acariciaba mi espalda diciéndome que todo estaría bien, sus palabras parecían no ser solo un consuelo para mí, sino también para sí misma, como si tratara de autoconvencerse de que esas palabras se harían realidad.
—Señor Rafael, ¿Qué me puede decir de los tipos que lo amenazaron? —después de un tiempo Esteban había redirigió la conversación hacía el tema principal.
—No sé quienes son, pero sé quien los contrató.
—¿Qué me puede decir de esa persona? ¿Por qué motivo está detrás de usted?
—Con el último cambio de alcalde las cosas se complicaron mucho.
—Cuéntenos en detalle todo lo que pueda.
—Hace aproximadamente un año el estado presentó un concurso para la construcción de un nuevo mercado, participé y mi currículum es uno de los mejores del país, así que gané, después de todos los trámites el proyecto inicio, al principio no hubo problemas, a veces el alcalde se demoraba un día o dos en pagarme, así que yo les pagaba a los trabajadores con mi dinero, seguimos con está metodología durante casi 6 meses, pero entonces hubo un cambio de alcalde, el nuevo alcalde no me quiso reconocer la planilla que estaba pendiente, empezó a darme largas, yo no puedo detener la obra o las repercusiones legales serán muy serias.
—¿Qué tan serias?
—Si detengo la obra o no la termino en tiempo y forma pueden acusarme de contratista incumplido.
—Y en ese caso, ¿qué ocurriría, papá?
—Si me acusan de contratista incumplido y se sentencian por ello, no podre trabajar por al menos 5 años, y existe una alta probabilidad de que me envíen a prisión.
A medida que papá seguía hablando las cosas parecían empeorar a cada segundo, un nudo se apretó en mi pecho, era obvio que ellos no planeaban decirme nada y que querían solucionarlo por su cuenta.
—¿Cuánto dinero le debe a esa persona? —en momentos como este me alegraba de tener a Esteban aquí conmigo, él siempre había sido capaz de mantener la calma y pensar con la mente fría.
—10 000 dólares —papá parecía avergonzado ante su admisión, solo miraba el piso y apretaba los puños.
—¿Cómo... cómo llegó a ese monto?
—Ella es una de nuestras proveedoras principales, necesitaba seguir trabajando y yo....
—Les ha estado prestando dinero o les dio las cosas y las puso en una cuenta.
—Al principio aceptó que le pagara por partes o que pagara después, pero las cosas se han ido complicando, el estado sigue sin querer pagarme y yo ya no sé que hacer, no me quieren dar otros proyectos.
Papá estallo en un llanto silencioso, ver a ese hombre que siempre se trataba de mantener positivo, toda esta situación lo estaba matando por dentro.