Lágrimas y Determinación

1101 Words
Esta mujer debía ser el diablo. ¿Cómo podía reírse de esta situación? ¿Cómo carajos puede reírse de mí? —¡¿Terminaste?! —espeté irritado. —Permítame reírme, por favor… —dijo copiando mis palabras— ¿Yo, enamorada de usted? Buen chiste, señor... mimado. La fulminé con la mirada, estaba harto de que me dijera "señor mimado" porque no era un mimado y mucho menos un niño. —¿No quiere mi dinero? Já, como si fuera a creerle —rodé los ojos. —Piense lo que quiera —no había perdido la sonrisa—. Además, le conviene que me case con usted o si no lo pierden todo —maldita sea, lo sabe. —Todas las de su tipo son iguales, siempre quieren lo mismo, ¿por qué usted no? Si al final, todas son igual de zo... —no logré terminar la frase, ya que siento su palma en mi mejilla— ¡Auch! Eso sí que dolió. —¡Imbécil! —dijo molesta y yo solo me froté la mejilla porque créanme, golpea fuerte. —No debería ofenderse con la verdad —levantó su mano, intentando darme otra bofetada, pero esta vez logré detenerla en el aire— Espere, ¡no otra vez! —¡Suélteme! —peleó para zafarse y yo solo apreté más mi agarre en su muñeca—. Usted y su cochino dinero pueden irse al mismísimo infierno! —se soltó con rabia—. Nada de esto estuviera pasando si usted hubiese sido un poquito amable aquel día, pero no, el nene de papi no puede con su orgullo y lo pone por encima de todos… ¿De niño mimado ahora pasé a nene de papi? —¿Entonces lo haces por eso? ¿Es porque quieres vengarte? Pues entonces atente a las consecuencias y prepárate para ir al infierno —sin más, tomé el pomo de la puerta y lo último que escuché antes de salir fue: —Ya veremos quién va primero, querido Nick. Estaba harto de ella y esta pacotilla de contrato matrimonial. ¡Estaba harto de tener que sacrificarme! Claro, no quería quedarme en la calle, pero sentía que había otra razón de mayor peso y el que esta insufrible mujer había aceptado la propuesta de mi padre. Es decir, yo tenía una razón válida y era salvar el patrimonio de mi famila. ¿Y ella? Dinero, estatus, poder… vengarse de mí. “Joder, esto es una pesadilla,” pensé molesto, azotando la puerta. —¿Qué pasó, hijo? ¿Todo bien con Emma? —preguntó mi padre cuando me lo crucé en la sala, tomándose una copa— ¿Qué te pareció? Suspiré. —Mejor esposa no pudiste haberme conseguido, padre —esbocé una sonrisa falsa. —Lo sé hijo, ella es la imagen de la perfección. —Era sarcasmo, padre, esa tipa es una... ni siquiera sé con qué palabra describirla —él frunció el entrecejo— Es la maldita inútil que me tiró café encima —le recordé y él me miró sorprendido. —¿En serio? —sus cejas alzadas me daban mala espina— Vaya que es muy de armas tomar. Como dije, es perfecta para ti, hijo, quizá ella pueda ayudarte a dejar tu orgullo atrás y… ¿Qué? ¿Es en serio esto? —¿Qué? ¿Encima la defiendes? ¡No lo puedo creer, padre! Pones a esa mujer corriente por encima de tu hijo, jamás lo imaginé —no podía con esto, me largaba. —Espera hijo, ¿a dónde vas? —¡A donde no prefieran a la empleada antes que a su hijo! —espeté con rabia, tomando las malditas llaves de mi Mercedes. Caminé hasta mi auto y me dirigí rápidamente a una disco, donde podía perderme toda la noche sin darle cuentas a nadie, así era como me gustaba estar. *** Emma El portazo que ese idiota había provocado me hizo sobresaltar. Intenté permanecer firme en mi lugar mientras Nicolas salía de la sala, pero sus duras palabras resonaban en mi mente, haciendo que mis ojos se llenaran de lágrimas. "Eres una oportunista," había dicho. "De seguro solo quieres el dinero de mi familia, me das asco." —No soy una arribista —me repito a mí misma, tratando de calmar el torbellino de emociones que me invaden. Ni siquiera me interesa el dinero de los Russell. A pesar de que mi padre llevó a su propia empresa a la ruina, siempre me ha gustado conseguir las cosas por mi propia cuenta. No quería llorar, pero las lágrimas empezaron a bajar por mis mejillas. Las limpié rápidamente y me reprendí en silencio. —Debes ser más fuerte —me dije—. Ya has recibido bastante desprecio de parte de tu padre y madrastra. No permitas que Nicolas te humille de nuevo. "No voy a dejarme pisotear," pensé con determinación, apretando los puños. "Él no me conoce siquiera y piensa lo peor de mí. No me va a afectar. ¿Quién se cree que es el niño de papi ese?" Odiaba llorar y sentirme débil. El trato de mi padre y mi madrastra me habían mermado bastante, pero había encontrado gente buena que me había ayudado a seguir adelante. Todo lo que he conseguido, incluyendo mi destartalado apartamento, ha sido con mi esfuerzo y trabajo. De repente, el señor Patrick, el padre de Nicolas, entró en la sala. Su presencia impone respeto, pero siempre ha sido amable conmigo. —Emma —dijo con una voz suave pero firme—, hemos decidido la fecha de la boda. Será en una semana. Mi corazón latió rápidamente de nervios. Pronto comenzaría mi vida de casada de mentira, aunque solo fuese por seis meses. Alcé la barbilla y me dije que podía hacerlo. Total, lidiar con un consentido riquillo no debería ser tan difícil. —Gracias por informarme, señor Patrick —respondí con una sonrisa que esperaba, fuera convincente—. Haré todo lo posible para que esta unión sea... llevadera. El señor Patrick asintió con una leve sonrisa. —Sé que lo harás bien, Emma. Tienes una fortaleza que muchos subestiman. Sus palabras me dieron un poco de consuelo. Necesitaba ser fuerte, por mí misma. No podía permitir que los prejuicios de Nicolas o el desprecio de mi familia me derrotaran. Había llegado hasta aquí por mi propio esfuerzo, y no iba a rendirme ahora. —Todo saldrá bien —me dije en silencio mientras salía de la sala—. Tengo que creer en mí misma, incluso cuando los demás no lo hagan.
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