Desencuentros y esperanza

1167 Words
Me encontraba en mi antiguo hogar, el lugar donde solía venir a jugar cuando era niña. Hoy, sin embargo, estaba aquí para ver con mi padre, un hombre que hacía mucho tiempo dejó de ser el héroe de mi niñez. Desde que se juntó con Celia, su nueva esposa, todo cambió para peor. Su rostro estaba lleno de arrugas y su cabello de canas, pero seguía mirándome de esa manera despectiva de siempre, al menos desde que mamá me abandonó, como si ese hecho fuese mi culpa. —Vaya, me he enterado que trabajas para la empresa del gran Patrick Russell —dijo mi padre con desprecio apenas me vio—. Ese viejo maldito... Hice una mueca de disgusto. No podía evitarlo; mi jefe, el señor Russell, me caía realmente bien. Era un hombre recto y bondadoso, a diferencia de su hijo, Nicolas, que era un ser insoportable. —Él es una buena persona, incluso ha confiado en mí para... una tarea —respondí, intentando mantener la calma—. ¿Para eso me llamaste? ¿Para hablar mal de mi jefe? No quería decirle nada del matrimonio que se avecina, aunque sabía que tarde o temprano se enteraría por los medios. Algo así no podía pasar desapercibido, sin embargo, no creía que era buena idea que supiera que esto era solo un matrimonio por contrato. —Eres una tonta que no sabe de las personas, Emma —espetó mi padre fríamente. —Eres tú quien debe llevar ese calificativo. No te das cuenta de la clase de arpía que tienes a tu lado —dije, con la molestia burbujeando en mi interior. Mi padre me miró de arriba a abajo y sé que no podía evitar encontrar en mí parecido con mi madre, siempre dijeron que éramos muy parecidas. “Quizás por eso me odia tanto,” pensé con una mueca. —¡Basta! Estoy cansado de tus acusaciones hacia Celia. Ella sólo ha querido ser una buena madre para ti, no como la zorra que te parió y murió —gritó, con su rostro rojo de furia. —¡No te atrevas a comparar a mi madre con esa sucia mujer…! —Antes de poder terminar, sentí una sonora bofetada en mi rostro que me calló de inmediato. El rostro me ardía, lo miré con enojo pero no me atreví a enfrentarlo. De seguro me iría peor. —Respeta a tu madrastra, Emma —espetó furioso, con ojos llenos de rabia. —No sé siquiera para qué vine, no quiero verlos jamás —dije con furia, dando media vuelta para salir de ese maldito lugar. “Si al menos ella me respetara a mí," pensé con lágrimas en los ojos mientras me alejaba. Caminé rápidamente, con el rostro ardiendo no sólo por la bofetada, sino también por la humillación. Necesitaba salir de esa casa, alejarme de mi padre y de Celia. Por eso acepté casarme con Nicolas Russell, aunque pensaba que era el ser más insufrible que he conocido jamás. "Todo sea por salir de este infierno," pensé con un nudo apretando mi garganta. No podía soportar vivir bajo el mismo techo que ellos y por eso me mudé apenas tuve la oportunidad. Cada día era una batalla, y estaba cansada de luchar. Prefería enfrentar lo desconocido al lado de Nicolas, que seguir siendo el blanco de su desprecio y maltrato. *** —¡Me caso! —dije en cuanto abrí la puerta para que mi mejor amiga entrara. Nos encontrábamos en mi apartamento, mi jefe y futuro suegro me había dado el día libre. Jane llegó al instante que la llamé y aquí estábamos. —¡¡¡Oh, por Dios!!! ¿Cómo es que te casas? ¿Con quién? ¿Cuándo? —exclamó, casi gritando— Que yo sepa no tienes novio, hasta llegué a pensar que eras lesbiana y querías conmigo. Rodé los ojos al tiempo que me tumbaba en el sofá a la par de Jane, mientras le respondía: —Aún no sé cuando, mi jefe no me lo ha dicho. Jane frunció el ceño. —Espera, ¿qué? ¿Tu jefe? —afirmé— ¿Me estás diciendo que te casas con tu jefe, el que de seguro es viejo y panzón? ¿Sabes? Hubiese preferido que fueras lesbiana. La fulminé con la mirada, reprendiéndola. —¡Jane! ¿Cómo puede decir que me prefieres lesbiana? Tan lindos y hermosos que son esas cosas satánicas llamados hombres. —Pero Emma, ¿habiendo tantos chicos guapos, preferiste al panzón de tu jefe? —¡No, Jane! Y mi jefe no es un panzón como tu dices, para su edad parece demasiado joven, se conserva muy bien, ¡y no, no voy a casarme con él! Y es cierto, mi jefe a sus 60 años estaba como cualquier joven de 25 quisiera estar. Cualquiera lo quisiera de Sugar Daddy, sin incluirme a mí. —¿Entonces? —Con... con su hijo —Jane abrió los ojos como chica teniendo su primera vez y tapó su boca con una de sus manos que se habían abierto por la impresión. —Emma, ¿estás bien? —pasó su mano por mi frente, cerciorándose de que no tuviera fiebre. —Sí, Jane, estoy bien. —¡Pero Emma! Tú misma me has dicho que ese tipo es un idiota y que lo detestas, ¿cómo es que ahora vas a casarte con él? ¿Has ido al médico? Rodé los ojos. —Ese es el punto, Jane, por eso me caso con él —sonreí. Vuelve a fruncir el ceño. —¿Estás diciéndome que te casas con él porque lo detestas? ¿Podrías explicarte, por favor? ¡Nada de eso tiene sentido! —Mira, el muy idiota de seguro no sabe que seré yo su esposa... —¿Cómo que no sabe? Emma, no te entiendo. —¡No interrumpas! Su padre, mi jefe, me ha pedido que me case con él, o sea con su hijo. Mañana a las 4pm, el chofer de mi jefe me recogerá e iré a conocerlo… Aunque ya lo conozco. —Emma, en serio, me estás enredando —me miró con reproche. —Me caso por contrato por seis lindos y pequeños meses, y el idiota ese no sabe que yo seré su esposa —sonreí macabramente— Cuando lo sepa, de seguro va a pegar el grito al cielo, ¿y qué mejor venganza para lo que me hizo pasar esa vez, que darle de su propia medicina? Jane sonrió malvadamente cuando por fin lo ha entendido. —Oh, Emma, eres una genia, venga esos cinco —sonreí y chocamos palmas— Pero... ¿estás segura de poder soportarlo todos los días? Y mira que por lo que me has contado, no ha de ser fåcil soportar a un idiota como ese. Sacudí la cabeza. —Umm, corrección querida amiga, será él quien tenga que soportarme —le guiñé un ojo y sonreímos de manera malvada.
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