(William)
Desperté desorientado, entonces mi vista encontró el cuerpo desnudo de Alicia, la cálida luz artificial de la habitación me permitía contemplarla por completo. Cada curva de su cuerpo, su respiración acompasada, su expresión en calma, me transmitían una inexplicable paz.
Busqué el reloj, que marcaban las 5 de la mañana, aún tenía tiempo, porque mi "amigo" pareció no haber dormido. Rocé con las yemas de los dedos la tersa piel de chocolate, esta se removió ligeramente. Tenía que ser rápido, la giré y mi boca capturó su clítoris, eso hizo que sus gemidos se escucharan al instante, sin represión alguna. Sus manos tomaron con fuerza mi cabello, las mías sus nalgas, y su lubricación natural comenzó a escurrir, para lamerla con perversión.
Me enderecé, quedando entre sus piernas, y su rostro me reveló una mezcla de excitación y sorpresa. Me incliné para tomar un condón, pero su mano capturó mi brazo, deteniéndome.
-Hazlo así... - se mordió el labio inferior. -Quiero que algo tuyo se quede dentro de mí - abrí mis ojos por la sorpresa y sin pensar la penetré con depravación. Fue una sensación exquisita, en la que me perdí. Sin previo aviso el orgasmo me atravesó con intensidad, con cada contracción me hundía más en ella; y cuando salí, lo hice lento, prestando atención, para ver mi semen escurriendo entre sus piernas.
Una pesadumbre me estrujó. -Pediré algo para desayunar, mientras te das un baño - la vi levantarse para cumplir con mi orden, sin decir una sola palabra. La verdad era que no quería dejarla, mi cuerpo ya la estaba extrañando y bajo mis instintos actué. Hablé para pedir el desayuno y hablar con Fred.
Alicia salió del baño, para vestirse con la misma ropa de la noche anterior, y fue mi turno de asearme. Cuando salí, la comida ya estaba esperándome, al igual que ella. El desayuno pasó en completo silencio, mi mente en divergencia, me hacía transitar caminos tan opuestos, pero fue la imagen persistente de Alicia abierta de piernas para alguien que no fuera yo, me hizo reafirmar mi decisión.
El sonido del teléfono me sacó de mi ensimismamiento, tan solo 10 minutos antes de mi hora límite.
-¡Buenos días William! ¿Qué puedo hacer por ti? -Preguntó con cortesía la voz del otro lado del teléfono.
-¡Buenos días Fred! ¿Podemos hablar? -Solicité con urgencia.
-¿Alguna queja? -Lo escuché preocupado.
-No, un servicio - le aclaré.
-¡Perfecto! Estoy en el despacho, aquí te espero - me apresuré a colgar e inmediatamente me puse de pie.
-Ven conmigo - le dije a Alicia, que estaba sentada aún desayunando. Salí de la habitación con ella de la mano, que sólo trotando me seguía el paso. Cuando llegamos al despacho y toqué la puerta, fue Jack quien la abrió como de costumbre.
-¿Qué servicio requieres? -Fred cuestionó tan pronto entramos.
-La quiero rentar por algunos días - hablé con seguridad, y la expresión de Fred me hizo saber que no era posible. -Sé que Edward ha rentado para eventos a algunas de tus chicas – agregué con prontitud.
-El servicio que se le da a Edward es por una noche, y Alicia no entra en esos servicios - dijo serio.
-¡Vamos Fred! Te pagaré el doble de lo que creas que ella puede ganar en una semana. -Fred dirigió su vista a Alicia, a quien también dediqué una mirada fugaz, descubriendo que me observaba boquiabierta.
-Ella no puede salir de aquí - su tono fue amable, pero su doble negativa a mi pedido, me hizo enfurecer.
-¡Seré yo quien venga entonces! ¡Pero no quiero que nadie la toque, quiero su exclusividad! -Propuse irritado.
Escuché respirar profundamente a Fred, pensativo. -Está bien - su vista se posó en Alicia. -A partir de este momento vivirás en la habitación en la que estuvieron, por una semana no podrás salir sin previa autorización de William. Haré que te lleven ropa y puedes solicitar los artículos de limpieza que vayas necesitando, ¿entiendes Alicia? -Le preguntó con simpatía sin apartar su mirada.
-Sí – ella aceptó con firmeza.
-Después arreglaremos lo del p**o. ¿Hay algo más que necesites? -Su vista ya estaba en mí.
-No - dije secamente, inundado de rabia. ¿Por qué me la había negado?
-Un placer hacer negocios contigo William - me sonrió de nuevo amable, y rápidamente salí con Alicia hacia la habitación nuevamente.
Pasé el domingo comiendo y en la cama, entre sus brazos o sus piernas. Me estaba volviendo adicto a su cuerpo.
Mi celular sonó con insistencia el lunes, hice todo lo posible por arreglar todos mis negocios por teléfono; pero para el miércoles ya me fue imposible, una llamada de Edward me obligaba a salir del lugar, de ese dormitorio infestado de deseo, una recámara poseída por la lujuria, con un cuerpo que te hacía perder la razón hasta llegar a actuar primitivamente. El jueves por la mañana me había alistado para salir, ella estaba con una bata, su cabello cayendo libre y por cualquier lado; yo estaba a un par de pasos de la puerta, listo para abandonar la habitación y ella estaba frente a mí, sonriendo con melancolía.
-Te estaré esperando - me dijo con tristeza en su voz.
-Regresaré lo más rápido que pueda - traté de animarla. Aunque realmente las palabras eran para mí.
-Puedes... ¿Darme un beso de despedida? -No tardé ni un segundo en pegarla a mí: mis labios, mi cuerpo, mis brazos rodeándola, mi lengua dentro de ella, y quería más.
Con mucha fuerza de voluntad terminé el beso, y con los ojos cerrados alineé mi frente con la de ella.
-Si no salgo en este momento no me iré nunca - una risita nerviosa la delataba, deseaba que me quedará. La aparté, tomando sus mejillas, mis ojos se clavaron en los suyos. -Te veré más tarde - y salí, cerrando la puerta tras de mí.
Me recargué con las manos en el marco de la puerta, con mi cabeza agachada di un largo y pesado suspiro. ¿Por qué se me estaba dificultando dejarla?