Quince

1023 Words
(Alicia) Me había propuesto regresar con el dinero suficiente para poder sacarla, así tuviera que trabajar más de un año con Fred, porque en definitiva, mis condiciones eran mejor que las de ella. Continúe con las clases diarias: protocolos y etiqueta, baile, natación, música y canto, moda que me llevó a corte y confección. Había una reunión que Luz impartía, la de sexualidad; hablaba de posiciones, juguetes, juegos preliminares, flirteo, y más; pero lo que más apreciaba, era que compartíamos nuestras experiencias, lo que me daba una idea de cómo actuar en ciertas situaciones. Pude entender porque todas estaban felices con Fred, sin querer abandonarlo, en general te divertías, de vez en cuando te tocaba un mal cliente, pero eran los menos; disfrutabas en todos los aspectos. Ahorraba casi todo lo que ganaba. Aprovechaba cuando algún grupo de chicas salía a la ciudad para ir con ellas, pero casi no hacía ningún gasto, por lo que cada domingo veía cómo mi cuenta iba acrecentándose continuamente. Dos meses me tomó reunir todo el dinero para Vanesa, pero trabajé uno más, porque sabía que necesitaría para sobrevivir afuera. Lo único que restaba era hablar con el encargado y negociar su salida de aquel tugurio; pero yo no tenía ese carácter, al menos hasta ese momento, así que tendría que pedirle ayuda a Fred. -Dime bonita, ¿qué vas a querer comprarte? –Fred estaba tan emocionado por una compra inexistente; al menos de las cosas que él tenía en mente. -Bueno… - estaba nerviosa, no por el dinero, sino porque desconocía si aceptaría ir. –Necesito un favor - junté mis manos en señal de súplica, incliné mi cabeza e intenté hacer una expresión angelical. -¿Un favor? –Fred frunció el ceño. –Creí que querías usar tu dinero. – -Sí, lo voy a usar; pero necesito que seas tú quien me acompañe para utilizarlo – dije tratando de no revelar aún todo el asunto. -¿Quieres que te acompañe de compras? –Fred cambió su expresión por una de fastidio. –No me gusta salir de compras, pídele a alguien que te acompañe. – Cerré los ojos y suspiré hondo, preparándome para cualquier reacción de su parte. –Quiero pedirte que me acompañes al Club Paraíso y pagues la deuda de Vanesa, cuando fui… –Fred apoyó su codo sobre el escritorio y tomó su tabique con su dedo medio y pulgar cerrando los ojos -…pude darme cuenta que no va a ser tan sencillo que la dejen ir, y siendo tú alguien tan bueno en las negociaciones, pensé que podrías ayudarme... –Me interrumpió levantando su otra mano en señal de que parara, provocando un silencio incómodo por unos minutos. -¡¿Me puedes decir cuándo fuiste?! –Explotó, poniéndose de pie abruptamente y golpeando el escritorio con ambas manos. Abrí mis ojos con temor, nunca lo había visto enojado. -Yo… yo… fui hace unos meses – tartamudeé. -¡¿Fuiste sola?! –Preguntó autoritario. -Sí – dije bajito, no quería meter en problemas a Luz, si alguien tendría que recibir un castigo, esa sería yo. -¡MALDICION ALICIA!!! –Gritó caminando amenazantemente hacia mí. Me encogí en mi asiento, evitando moverme, me tomó de los brazos para regañarme. –¡¿Sabes el peligro en el que te pusiste?! –Comenzó un monólogo, aun y cuando había hecho una pregunta, no me permitió responder. -Claro que no lo sabes, porque eres una niña imprudente. Sólo a ti se te ocurre ir a un lugar que desconoces en su totalidad, no sabes ni siquiera dónde queda el supermercado… - se detuvo, pensativo, me soltó irguiéndose por completo. –¡Claro que no fuiste sola! Nunca has salido sola. Si hubieras ido con uno de los choferes, ellos no te lo hubieran permitido o me hubieran avisado – estaba haciendo sus conjeturas, sin apartar sus ojos escrutadores de los míos. –Las únicas que tienen vehículo y que pudieron llevarte sin avisar a nadie, son Anahí o Luz, así que tuvo que ser Luz – su intensa mirada seguía en mí, y mi expresión debió delatarme. –Por supuesto que fue ella. ¿Pero cómo se le ocurre llevarte sin avísarme? Lo puedo entender de ti, eres una ignorante, ¿pero ella? Conociendo la ciudad, el lugar y la persona que lo maneja… - se quedó callado y se dirigió al ventanal, ahí se quedó viendo hacia algún lugar, pensativo. -Luz solo quiso hacerme un favor, no la vayas a regañar – tenía la boca seca, y aún con eso, después de algunos segundos pude articular palabra. -¿Cómo se llama tu amiga? La del Club – me preguntó con un tono frío. -Vanesa… Vanesa Wolzien. – ¿Era eso una señal de que sí me ayudaría? Se giró a verme, con una expresión que no pude descifrar. –No podrás salir por un mes como castigo, por ti y por Luz – asentí. –De cualquier manera voy a hablar con ella – suspiró. –Hablaré con la persona del Club Paraíso, te haré saber cuánto debe y cuándo iré. Ahora sal de aquí antes de que me arrepienta. – Me levanté de un brinco. –¡Gracias! ¡Gracias! –Iba gritando por todo el camino hacia la salida. –¡Gracias! ¡Gracias! - Un jueves fue por Vanesa, no me permitió acompañarlo, sería más un estorbo que de ayuda, esas fueron sus palabras. Lo vi subir a su lujoso auto blanco, en su acostumbrado traje de marca, con aquella elegante e imponente presencia. También Jack subió al auto, como siempre, y se les unió John, además del conductor. Estaba demasiado nerviosa, se había ido al mediodía y ya había oscurecido, las actividades de la casona comenzaron con regularidad y Fred aún no regresaba, temía que mi solicitud lo hubiera colocado en una peligrosa situación. Cristy, una de las chicas, me avisó que Fred había llegado solicitando mi presencia en la oficina, por lo que me excusé con el que sería mi próximo cliente, prometiéndole que regresaría, me dirigí casi corriendo a mi destino.
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