Catorce

1120 Words
(Alicia) -Sí, mañana podrías deshacerte de una de tus deudas, pero aún me tienes a mí – dijo ya un poco más serio. -Bueno, pero tú no te comparas en lo absoluto con Carl –Fred no daba miedo, nos trataba como princesas. -Esto es un negocio para mí, ustedes son mi producto y no quiero que me tengas miedo; pero haré que cumplas tu contrato conmigo, sin importar nada – su expresión cambió a una más amenazante, y funcionó, me dio miedo. -Pero esto es más como un empleo, ¿no? –Pregunté con ingenuidad, provocando que Fred regresara a su expresión relajada, riéndose. -Si así lo quieres ver. De ahora en adelante sólo será el 30% el que se te retendrá, el resto se te entregara intacto – me recordó. -Por un año – enfaticé. -Por un año – repitió sonriendo. El domingo Fred se encargó de Carl, no era necesario que yo estuviera presente. Me dejó saber que en una semana me entregaría mis documentos que me hacían legal en Ciudad Ómicron, estaba brincando de felicidad, literal. Y el verdadero trabajo comenzó. Una semana en la que descubrí que el sexo no era para mí placer; sin embargo, lo buscaba. El día con menos movimiento, atendí a dos clientes, y eso me dio una idea del dinero que podría generar en un futuro. Carl llegó con mis documentos, yo no podía ocultar mi felicidad. -¡Gracias! –Dije entusiasmada. A partir de ese momento podría salir, tendría la oportunidad de ver a Vanesa, por lo que aproveché antes de que abandonara la oficina. –Carl, ¿dónde puedo encontrar a Vanesa? – -Ella está en el Club Nocturno Paraíso – y salió sin decir nada más. Vanesa se convirtió en mi prioridad. Tres semanas me tomó ir al Club Paraíso a buscarla. Luz insistió en acompañarme, ya que ella conocía mejor la ciudad, y me dijo que el club estaba ubicado en una de las zonas marginales. El lugar me recordó a Ciudad Rho; el aspecto miserable y de mala muerte característico de mi ciudad natal. Cuando entramos, pregunté por ella, nos miraron de mala manera, pero al final nos indicaron en dónde estaba. Había muchas mujeres, se paseaban prácticamente desnudas por el lugar, a la vista de todos los hombres interesados en sus servicios; algunas bailaban sobre un escenario y otras servían bebidas. En una de las mesas del fondo la pude distinguir, estaba sentada sobre un sujeto de aspecto amenazante, mientras otros tres miraban la escena entretenidos. El tipo tocaba sin pudor uno de sus senos, susurrándole algo al oído, Vanesa fingió una sonrisa y se puso de pie, para ser seguida por el tipo, desapareciendo por una puerta. No había mucho que imaginar, por lo que Luz y yo esperamos en una mesa. -Hola lindura, ¿me puedo sentar con ustedes? -Balbuceó apenas entendible un borracho. -¡Esfúmate! Vengo a consumir - le dijo Luz con asco y autoritaria. -¡Mejor! ¡Podemos hacer un trío! -El borracho insistió. Luz hizo una expresión de fastidio y le hizo señas a uno de los tipos que trabajaban ahí. -¿Las están molestando señoritas? -Dijo en tono amable el hombre con aspecto de gorila. -Sí, estamos esperando a una de sus chicas para un servicio, y este estúpido cavernícola no entiende que no nos gustan los p***s - en ese momento agradecí su insistencia para acompañarme. El gorila tomó al borracho sin dudar y se lo llevó. Comenzaron a atendernos, la situación cambió cuando ya creían que éramos clientes. Vanesa salió y detrás de ella el mismo tipo de hacía unos minutos, con una expresión de satisfacción. Me acerqué a ella, y la tomé por un brazo, cuando me vio se lanzó a mis brazos y pude escuchar sus sollozos. -Creen que soy un cliente - le agarré una nalga con fuerza, y ella saltó por la sorpresa. -Llévame a donde podamos estar a solas - se separó de mí, me sonrió y me jaló de la mano con dirección a la misma puerta donde había desaparecido con anterioridad. Le hice señas a Luz de que nos siguiera, y nos alcanzó. Detrás de la puerta había una mesa con un hombre panzón y maloliente, delante de él se veía un pasillo largo, en penumbras. -¿Cuánto tiempo? -Preguntó el tipo, pero yo no entendí a qué se refería y Vanesa me miró suplicante. -15 minutos - respondió Luz con seguridad. -¿Son las dos? -Hizo referencia a Luz y a mí. -Sí, ¿hay algún problema? -Luz volvió a responder, desafiante. -No si tienen con qué pagar - le contestó también mal el tipo. -¡Dime cuánto es y deja de hacernos perder el tiempo! ¡Estoy necesitada! -Luz estaba imparable. -200 por las dos - dijo un poco más suave. Luz sacó el dinero y golpeó la mesa con él. -Número 4 – el tipo extendió la mano con dirección al pasillo. Caminamos a través del corredor las tres, hasta la puerta número 4, donde nos introdujimos presurosas. Vanesa empezó a llorar y solo la abracé con fuerza, tomándole alrededor de 5 minutos tranquilizarse. -Ha sido un martirio. Sabía que la prostitución no era sencilla, pero esto es demasiado. Estoy como prisionera, no puedo salir hasta que pague lo de Carl, y al delincuente de Roger le tengo que pagar 40 mil. Ni siquiera sé si al menos la cuenta está bajando - se quejó abiertamente; y yo mentalmente agradecí por estar con Fred. -Cálmate, algo se nos va a ocurrir para que puedas pagar rápido - intenté tranquilizarla. -No lo sé - se limpió la nariz con el dorso de su mano, el cual quedó embarrado de mocos. -¡Pero mírate! -Me tomó de las manos y me dedicó una de sus miradas soñadoras, que hacía mucho no tenía. -¡Luces genial! ¡Tú y tu maldita buena suerte! Me alegra que al menos tú estés bien – un foco rojo se encendió sobre la puerta. -Es un aviso, hay que salir en menos de 5 minutos - me informó Luz, porque Vanesa se había dejado caer sobre el piso con tristeza. Me agaché y quedé a su altura. -Prometo que te ayudaré a salir de aquí, voy a compensar todo el tiempo que cuidaste de mí - unas lágrimas se deslizaron por mis mejillas. -No tienes que hacer eso, te cuidé porque así lo quise - dijo ofendida. -¡Te quiero! -La puerta se abrió de súbito, siendo golpeada con violencia por otro gorila. Nos levantamos las dos y caminamos a la salida. Le sonreí, mientras Luz me jaló para salir del tugurio.
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