BIENVENIDOS

1512 Words
–200 AÑOS DESPUÉS– – ¡Hola! Tú debes ser el chico a quién espero –saludó Lorena con una sonrisa al abrir la puerta. – Eso creo –respondió Chung-ho intentando devolverle la sonrisa. El joven hizo una pequeña reverencia en forma de saludo y respeto como tenía por costumbre. – Pasa. Chung-ho ingresó al apartamento guiado por la chica morena quién le pidió que se sentara en uno de los sofás. El joven observaba en silencio todo a su alrededor. Lorena no conocía a aquel chico que tenía de invitado, pero él a ella sí. Minying le había comentado sobre aquella joven que hacía tantos años atrás se había cruzado en su camino. El reconocía su rostro por las incontables veces que la vio en la memoria de su hermana mayor. Se sentía bastante mal de saber que aquella dulce chica se encontraba en aquel oscuro lugar. No sabía exactamente como había acabado ahí, pero esperaba que no hubiese sido también por su culpa. Quizás Hans tenía razón, ambos merecían un castigo, después de todo, habían dañado a muchas personas inocentes con sus acciones. – Espero te guste el té verde –exclamó Lorena colocando la tetera sobre la mesa junto a dos tazas y algunas galletas. Chung-ho asintió– las acabo de hacer, espero estén sabrosas, no soy muy buena con esto de la repostería –dijo riendo– Estaba esperando a que llegaran. Lo que me recuerda ¿En dónde está tú hermano? – Ha ido a ver al jefe… Thomas ¿correcto? –preguntó un poco inseguro. – Sí –respondió con una pequeña risa– Perfecto. Es importante que se anuncien con el jefe. Pero igual tiene que reportarse conmigo, así que dile que lo espero mañana por aquí. – Por supuesto –aceptó intentando devolverle alguna sonrisa. Lorena parecía ser aún más amable de lo que él esperaba. Le recordó a su hermana. Las emociones de nostalgia le invadieron, pero intentó controlarse. No estaba seguro si le debía comentar a la joven lo que sabía de ella o cómo la conocía. Mantuvo unos segundos su debate interno hasta que decidió que era mejor no hacerlo, ya que muy probablemente la chica se sentiría mal, tanto como él en ese momento y no quería comenzar de mala manera su relación con ella. Después de todo, serían vecinos por el resto de su existencia. Esperaría a hablar con su hermano, seguramente Minying sabría qué hacer. Él siempre sabía qué hacer. – Los de allá arriba no me dieron mucha información de ustedes –comentó la chica mientras tomaba una carpeta de su librero y regresaba a su asiento– solo me dijeron que venían en condiciones especiales, que no eran como los demás y me entregaron esta carpeta, pero si te soy sincera… –comenzó a susurrar mientras se inclinaba hacia Chung-ho, él se acercó de manera cómplice– ni siquiera he abierto la carpeta –rió– soy un desastre, pero es que hemos estado bastante ocupados por aquí –se excusó mientras se acomodaba de vuelta en su asiento y comenzaba a revisar los documentos que estaban en sus manos– veamos que tenemos por aquí –sonrió, pero su risa se borró de golpe– ¡Qué extraño! – ¿Qué ocurre? –Chung-ho se encontraba un poco tenso por no saber que decían exactamente esos papeles. – No me han dado un expediente de ustedes. Usualmente me envían toda la información sobre el tipo de seres que son, sus antecedentes y todo eso, pero aquí no hay nada –explicó sorprendida mientras miraba al chico– ¿será un error? – Pues… no lo sé –se limitó a decir algo nervioso. – Ok. Bueno, luego preguntaré eso. Por los momentos puedes decirme tú mismo que tipo de criaturas son, si necesitan de algún cuidado especial y que están haciendo aquí –Chung-ho se acomodó en su asiento un poco incómodo y respiró profundo. – Somos algo así como vampiros – ¿Algo así? –preguntó la chica arqueando una ceja – Sí, bueno, es que nuestro padre es vampiro, pero nuestra madre no, así que bueno, ya sabes –respondió con una sonrisa nerviosa. – Ok –dijo la joven sonriendo– Pero… ¿deben estar ocultos del sol, alejados del ajo y todo eso? – No, no. Claro que no. Nada de esas cosas, somos más… normales –explicó soltando una pequeña risa. – Muy bien… y bueno… ¿cómo han llegado aquí? – Pues… solo digamos que cometimos algunos errores estando más jóvenes –se limitó a decir. La chica asintió. – Puedo entender eso –respondió con voz triste. Por unos segundos permaneció sumida en sus pensamientos, luego reaccionó abriendo nuevamente la carpeta para ver su contenido– Bueno… algo más que quieras decirme…. ¿Chung-Ho? –preguntó con duda. El joven asintió– entonces tu hermano seríaaaa…. Minying –soltó casi en un susurro frunciendo el ceño. Se quedó pensativa y aunque no lo dijo, ese nombre le recordó a alguien. – ¿Ocurre algo? –preguntó el chico luego de un par de minutos de silencio. Lorena se había quedado mirando la hoja con aquel nombre. – ¡No! No… todo bien –exclamó rápidamente saliendo de su trance y volviendo a sonreír– imagino que debes estar cansado por todo lo que habrás pasado el día de hoy –prosiguió la chica. Chung-ho asintió– no sé si ustedes duermen, pero me imagino que querrás ir a descansar. – Sí. Sí dormimos y la verdad es que sí me gustaría ir a descansar –respondió apenado. – Correcto. Bueno, entonces te acompañaré a tu “nuevo hogar”. Mañana los visitaré para conocer a tu hermano y hablarles de todas las reglas que tenemos aquí. Es importante que las cumplan todas y no solo las que les dieron allá arriba. Aquí tenemos algunas especiales que no hay en otros recintos. Mañana les explicaré mejor todo –comentó la chica. Chung-ho asintió– Buscaré las llaves y te acompañaré hasta allá. Lorena se retiró por un momento de la habitación en busca de las llaves. Solo le tomó un par de minutos regresar. En cuanto lo hizo, Chung-ho se levantó del sofá, tomó de nuevo las maletas que había dejado en el suelo junto a él y caminó detrás de la chica. – ¡Ah! Se me olvidaba… debo decirles algo importante –comentó en el momento en que pasaban frente a uno de los apartamentos– luego les explicaré bien todo, pero necesito que estén al tanto de una cosa. La chica que vive en este apartamento –dijo señalando hacia la puerta– no es como ninguno de nosotros. Ella es… humana –explicó con algo de duda. Chung-ho la miró sorprendido– te habrás dado cuenta de que nadie en este lugar lleva uniforme y eso es debido a ella. Mientras estén aquí, deben mantener su identidad y toda la información de nuestro mundo fuera del conocimiento de ella –declaró en un tono serio– prometo explicarles todo en otro momento, pero por ahora, solo necesito que sepan esto. No pueden divulgar nada de nuestro mundo frente a ella. Es muy MUY importante que cumplan esa regla. Se los estoy informando desde ya por si en alguna ocasión llegan a toparse con ella sin que hayamos podido tener nuestra conversación. – Entiendo. No hay problema –respondió Chung-Ho– puedes confiar en nosotros. Te doy mi palabra. – Muy bien. Siendo así entonces continuemos nuestro camino. Se dirigieron hasta el apartamento que se encontraba cruzando el pasillo. Lorena introdujo la llave en la cerradura y abrió la puerta invitando a Chung-ho a pasar. Este así lo hizo. Se sorprendió un poco al entrar. Lucía como un apartamento normal. Sonrió. La verdad es que no era nada parecido a lo que esperaba. De hecho, estaba mucho mejor que la mayoría de los lugares en los que él y su hermano habían vivido mientras se escondían. – ¿Ese es todo tu equipaje o vendrán más cosas? –preguntó la joven al ver a Chung-ho colocar las maletas en el piso. – Mañana llegará el resto de nuestras cosas. – Perfecto. Bueno, pueden decorar como se sientan más cómodos, pero sin exagerar. Mañana les enviaré la lista de las cosas prohibidas. Deben tener claro que si llegan a tener algo de eso aquí, se los confiscaremos y recibirán un castigo –el joven asintió– de igual manera los guardias en la entrada se encargarán de revisar todo cuando llegue y asegurarse de que no haya nada ilegal –comunicó la chica de manera seria– Bueno, Chung-ho ha sido un placer –le dijo extendiéndole la mano. El joven la estrechó con la suya– Nos veremos mañana – Hasta mañana –se despidió el chico para luego acompañar a Lorena hasta la entrada y cerrar en cuanto se hubo ido. Respiró profundo observando todo. Finalmente se encontraba en su nuevo hogar.
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