Capítulo 3: No Escaparás, Conejita

1743 Words
Todo estaba siendo más difícil de lo que Hada había planeado, el banco se estaba tomando su tiempo para poder darle sus ahorros y los de su amiga, ella quería huir lejos de esa ciudad, no tenía planeado largarse de Alemania porque el dinero no era suficiente. Saray no comprendía a su amiga, si un príncipe llega y dice que el hijo que espera es de él y que además se casará, ella lo acepta todo sin cuestionarse, pero no es el caso de su gata, esa en serio está desesperada por marcharse. ―¡El banco finalmente aceptó la solicitud! ―Chilló saltando de la cama. ―Vamos, leona, debes ponerte en pie, nos iremos en cuanto pasemos por el dinero. ―Saray se quejó. ―Me hiciste renunciar al trabajo, me pediste que sacara los ahorros y no te cuestioné en nada. ―La miró. ―Pero de verdad quiero que me cuentes exactamente lo que está pasando, ¿Sabes tú lo que significa esto? ¡Cazaste a un pez gordo! ―Agrandó la sonrisa y se mostró emocionada. ―Gata, es un príncipe, adiós trabajo, adiós decadencias y preocupaciones, tú estarás bien finalmente y no tendrás que sacarte al bebé. ―Hada no sonrió ni cambió su manera de pensar. ―¿Qué pasará contigo si me voy? ―Saray quedó seria al instante. ―De mí no debes preocuparte, Hadassa. ―Endureció más el gesto. ―No me digas que tu locura es por mí porque no te lo voy a perdonar. ―Hada, sabedora de que eso molestaría a su mejor amiga, negó. ―Es un príncipe, Saray. ―Sonrió levemente. ―Yo soy una huérfana, una pobre o plebeyo, como dicen los nobles, ¿No crees que ese tipo solo me quiere para darle a un heredero y ya está? ―Saray dejó de respirar, ella solo pensó en las comodidades. ―Quizás me odien por mi posición social, tal vez ese hombre me lastime siempre que lo desee, puede ser que eso más que ser un buen cambio sea caer en la peor desgracia que existe. ―Por eso eres la más inteligente de las dos. ―Se puso en pie. ―Tienes toda la razón, yo estaría lejos y no podría defenderte de todos esos canallas, hay que ducharnos para salir de aquí. ―Hadassa sonrió feliz, su amiga siempre reflexiona y es eso lo que las hace perfecta a ambas. Saray fue la primera en meterse al baño para asearse, mientras tanto Hadassa estaba organizando lo poco de ropa que todavía no había empacado, ella terminará cuanto antes con el embarazo y se librará de una vida llena de dolor. Antes era una soñadora, ella creía en el amor y en la posibilidad de cambiar de vida gracias a un apuesto y protector hombre, pero desde que Saray mantuvo una relación con un hombre lleno de poder perdió las esperanzas. Su mejor amiga soportó humillaciones, golpes y daños psicológicos por ella, así que odi4 a los hombres con mucho poder. Podría devolverle el favor estando con ese príncipe y soportar tanto como lo hizo Saray a sus dieciocho años, pero aquel príncipe no se llevaría a su mejor amiga, así que ese sacrificio sería en vano, por eso prefiere huir con su leona y estar juntas, aunque las cosas sean difíciles. ―¿Puedes abrir? Estoy empacando las cosas personales. ―Pidió Hada a su amiga. ―Creo que es el casero. ―Saray con un pan a medio comer corrió a la puerta para atenderla, pero ver al hombre imponente frente a ella y tras de él, uno con cara de asesino serial intentó cerrarles de un portazo, pero el cara de matón lo evitó, de alguna manera se las ingenió para mantenerla abierta aun cuando el otro está frente a él cortándole el paso. ―Qué grosera es, señorita. ―Saray espabiló, ella no se dejó intimidar por esa voz gruesa, empujó la puerta con todas sus fuerzas para tratar de cerrarla, pero eso no sorprendió a Nozel, el hecho de que se comiera el pan antes de soltarlo lo descolocó. ―¡Lárguense de aquí! ―Chilló llamando la atención de Hada. ―No se llevarán a mi amiga para hacerle la vida imposible. ―Baylor que se había quitado para que Nozel hiciera mejor su trabajo, alzó las cejas. ―Hadassa, llama a la policía. ―Hada, quien había ya escuchado el escándalo, lo había hecho. ―Vamos, no hagan esto. ―Baylor empujó la puerta sin miramientos, Nozel se estaba conteniendo, pero él no tiene la paciencia para eso. ―¿Dónde está mi mujer? ―Nozel logró abrazar a Saray para inmovilizarla, estaba a punto de golpear a su joven príncipe. ―Vaya, eres toda una fiera, tal y como lo recuerdo. ―Ladeó la sonrisa y se internó al pequeño piso, no había perdedero, así que llegó con Hadassa de inmediato. ―No vayas a acusar a tu prometido, conejita. ―Le quitó el móvil y cerró la llamada. ―No escaparás. ―Hada retrocedió. ―No iré contigo. ―Le dejó claro. ―No me vas a utilizar tal y como lo hizo el príncipe Carlos a lady Di. ―Baylor sonrió mostrando todos sus perfectos dientes, es inevitable no sonreír con las cosas que dice esa conejita que fue la causa de su placer mientras se masturbaba los últimos días. ―No me compares, nena, odi0 eso. ―Suspiró mirándola a los ojos. ―¿Qué debo hacer para que vengas conmigo y quieras casarte? ―Hadassa frunció el ceño, no es tonta, sabe perfectamente que él podría llevársela a la fuerza, ¿Por qué le pregunta eso? ―Vamos, estoy dispuesto a cumplir cualquiera petición para que esto se solucione. ―No confío en usted. ―Se negó a responder. ―Sé que lo está haciendo para llevarme con más facilidad. ―Baylor suspiró y eso para ella fue motivo de temor, ¿Acaso explotará y se la llevará sin más? ―Seré tu esposo de una u otra manera. ―Le aclaró. ―Reinarás conmigo hasta el día de tu muerte o la mía. ―Se encogió de hombros. ―Aprovecha la oportunidad, conejita, ¿Qué debo hacer para que vengas conmigo y aceptes ser mi esposa? ―Enarcó una ceja. ―Aunque no tienes demasiadas opciones, te elegí como madre de mis hijos. ―Hadassa quiso salir de la habitación al escuchar a su amiga cagándose en quien sea que estuviera molestándola, pero Baylor no se lo permitió. ―¿Lo que yo quiera? ―Al verlo asentir inmediatamente pensó en su amiga y en ese sacrificio que jamás olvidará, ella vio la oportunidad de ayudarla. ―Quiero que mi hermana venga conmigo y de no poderse, que le deposites un millón de euros. ―Baylor sonrió, Nozel tenía razón, ellas se tienen solo una a la otra y lo harían todo por protegerse mutuamente. ―Vendrá con nosotros, será tu cuidadora. ―Hadassa no lo comprendió muy bien, pero ella solo podía emocionarse porque sí podrá ir con su amiga. ―Y le depositaré el millón de euros, además su trabajo será remunerado y a ti te daré todas las tarjetas con fondos ilimitados que quieras. ―Hadassa lo miró sorprendida. ―¿Está jugando conmigo? ―Baylor quedó perdido por su reacción, no esperaba eso. ―¿Está hablándome sarcásticamente? ―Lo que he dicho es la verdad. ―Contestó descolocado. ―Serás mi esposa y ella mi cuñada, ¿Cómo no cuidar de ambas? ―Inmediatamente supo que no se lo pondría fácil, él está dispuesto a todo por esa mujer, pero ella quizás no se enamore nunca de él. ¿Estará haciendo bien? ¿Será ella como las otras mujeres que solo se aprovechan porque es un príncipe y tiene mucho dinero? Sacudiéndose esos cuestionamientos decidió arriesgarse, la quiere tener y se esforzará por enamorarla, no importa que no pueda decirle la verdad porque ella no le creería, pero luchará por ella y ese amor, sabe que su hijo lo ayudará. ―¿No me maltratarás y me utilizarás solo porque llevo a tu hijo en mi vientre? ―Baylor se sorprendía cada vez más, ¿Cuánto había sufrido para que pensara tan mal de alguien que no le ha dado indicios de ser un maldit0 desgraciado? ―¿Por qué haría eso? ―Hada pasó saliva al ver la confusión en sus ojos, ella por supuesto no confiará del todo en él, pero se arriesgará. ―Bien, acepto la propuesta. ―Baylor sonrió, ella actúa como si en algún momento hubiera tenido la oportunidad de negarse. ―Cuñadita. ― Baylor salió de la habitación. ―No mates a mi guardaespaldas, por favor. ―Saray, quien tenía los dientes encajados en el antebrazo de Nozel, lo soltó y alzó la mirada. ―Hada. ―Corrió hasta su amiga. ―¿Estás bien? ―Hadassa miró al hombro rojo de la ira más atrás y después miró a su amiga. ―Eso debería yo preguntárselo al pobre hombre. ―Saray lo miró con rabia. ―Se lo buscó, le dije que me soltara y no quiso hacerlo. ―Es usted una señorita muy violenta. ―Nozel la miró con reproche. ―¡De soltarla me hubiese matado! ―Baylor aguantó la risa. ―Ya, como si un hombre tan grandote como tú pudiera morir a manos de esta chaparra inofensiva. ―Bufó Saray molesta. ―¿Qué te ha hecho ese principito loco? ―Baylor la miró indignado, no se muerde la lengua a la hora de hablarle, ¿No sabe ella que debe respetarlo sin importar que serán familia? ―Nada. ―Hadassa tranquilizó a su amiga para que no siguiera viendo a los hombres con ese gesto de sicario. ―Nos vamos a Luxemburgo, leona. ―Saray la miró en el acto. ―Irás conmigo, ¿Cierto? ―La miró aterrada por como su amiga la está observando. ―Por supuesto. ―Aclaró de inmediato. ―Es solo que me asombra esto, ¿Puedo ir? No me lo esperé. ―Miró a Baylor. ―Pero por supuesto que iré, de no ir, ¿Quién te cuidará? ―Hadassa respiró aliviada, ella no podría sobrevivir sin su amiga, no sabe nada de la realeza. —Joven príncipe. —Nozel desvió la mirada de su móvil. —Debemos irnos.
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