Capítulo 2: El Príncipe Baylor Luxemburg

1736 Words
“―Eres la persona más irresponsable que he conocido. ―Lo miró a los ojos. ―Si no encuentras a una esposa, olvídate de que te cederé el trono. ―Sentenció con firmeza. ―Estás prácticamente muerto tío, por supuesto que el puesto como rey es mío. ―El hombre resopló con disgusto. ―No entiendo como osas a hablarme de esa manera, no tienes ni un gramo de elegancia, pareces un vil plebeyo. ―Baylor enarcó una ceja burlándose de quien lo crio. ―Olvídate que serás mi sucesor si sigues comportándote de esa manera. ―Colgó la llamada. ―Señor. ―El investigador privado y quien lo cuida desde que eran niños, se acercó a él. ―Es hora de que le dé el informe. ―Baylor sonrió, finalmente sabrá quién es esa chica de ojos negros que lo cautivó desde que la vio. ―¿Hija de qué noble o empresario es? ―Quiso saber antes de todo. ―La señorita es una plebeya. ―Esa información descolocó a Baylor. ―Imposible. ―Se negó a esa posibilidad. ―Estaban en ese antro donde solo las personas más adineradas y la realeza asisten por el nivel de exclusividad. ―Nozel miró a su joven príncipe y suspiró. ―Contraté a una de sus compañeras y al parecer la mejor amiga de toda la vida le robó a un poderoso hombre una tarjeta sin límites y asistió ahí, por una venganza, creo. ―Profundizó más el ceño. ―Hadassa Klein, fue abandonada en un orfanato desde que era una bebé, sus padres murieron y al parecer no tenían más familia, chica de veinte años, no está en la universidad y tiene muy mala suerte para los empleos. ―Baylor no se lo podía creer, ¿Se acostó con una plebeya? ―Actualmente trabaja como asistente en una empresa multinacional. ―Nozel le contó absolutamente todo lo que se podía saber de Hadassa. ―También está embarazada y ya sacó una cita para realizarse un aborto. ―Lo miró a los ojos. ―Joven príncipe, debería olvidarse de esa chica, siga como el último mes, viviendo su vida y ya está. ―La dirección de esa empresa, la necesito. ―Empezó a caminar a la puerta, él no se sacará a esa mujer de la cabeza ni por qué lo fuercen, simplemente perdió la razón en cuanto esos hermosos ojos se posaron en él, perdió la cordura cuando su cuerpo desnudo fue cubierto por el de él y se obsesionó por esa delicada y dulce voz, además, se juró a sí mismo que ella solo le pertenecería a él, fue su primer hombre y será el único. Nozel miró a su joven príncipe y negó, lo conoce desde que es un niño y por ello sabe que es muy distinto a los demás de su familia, pero justo por ser así es el más problemático de todos. Sin más que hacer lo siguió, debe llevarlo a donde sea que él pida ser llevado.” Baylor miró al hombre con superioridad, el infeliz se atrevió a humillarla frente a todos y no obstante estaba a punto de tocar a la mujer que le pertenece, eso no será perdonado jamás. Ahora agradece la decisión de pisar esa empresa. ―¿Qué? ―El hombre descompuso el gesto. ―Como lo has escuchado, mi prometida. ―La rotundidad de sus palabras volvió a plasmar a todos. Hadassa abrió los ojos a tope al escucharlo decir eso, ¿Qué clase de loco era ese? Para salvarla no tiene que hacerse pasar por algo tan importante e intimido, ¿Acaso quiere perjudicarla? ¡Todos saben que ella no tiene una relación! ―¿Quién es usted? ―Hada se vio obligada a salir de sus pensamientos, el tono de su jefe no es nada bueno. ―¡He preguntado quién rayos eres! ―El hombre enfurecido por como se le ha plantado frente a todos sus trabajadores lo miró a los ojos. ―Veo que ni siquiera para hacer su trabajo sirve. ―La sola voz del recién llegado los tensó a todos y le quitó hasta la habilidad de respirar. ―Soy el príncipe heredero a la corona Luxemburgués, Baylor Luxemburg. ―Todos soltaron un jadeo, le vieron parecido, pero nadie se imaginó que realmente fuera él, ¿Qué hace un hombre tan importante en una empresa como esa? ¿Cómo es que una simple huérfana y secretaria es la prometida de ese soltero codiciado? ―Príncipe. ―El hombre inmediatamente hizo una reverencia. ―Lo lamento tanto, no sabía que la señorita Klein era su prometida, yo… ―No digas una palabra más. ―Lo calló. ―No deberías tratar a nadie así, menos a una señorita. ―Hada se tensó cuando el hombre la tomó por la cintura, ¿Qué está haciendo ese loco? ―Quiero tu oficina. ―Ordenó con un gesto peligroso. ―Por supuesto, ya lo estaba esperando. ―Comenzó a caminar lleno de nervios, él estaba esperando esa reunión y no esperó que las cosas salieran de esa manera. ―¿Quiere un café? ―No quiero nada. ―También inició a caminar obligando a Hada, quien parecía no reaccionar. ―Lo único que necesito es que te desaparezcas de mi vista. ―Miller se detuvo en seco y lo miró. ―Quiero tu oficina para hablar con mi mujer. ―Pasándole por enfrente se dirigió al cubículo con puerta de cristal, se ve que es el más grande y el mejor, por ello supo de inmediato que era esa. Hadassa lo miró por un largo rato, él parece estar totalmente normal, es como si todo lo que dijo ahí afuera se lo creyera de verdad. Esos ojos azules la hicieron temblar por algún motivo, él tampoco pensaba hablar, así que pensando en su trabajo y en lo mal que lo pasará cuando él se vaya, suspiró. ―Le agradezco mucho que me haya salvado. ―Baylor se tensó por su dulce voz. ―Pero necesito que desmienta todo lo que ha dicho, yo no puedo perder mi trabajo. ―Casi le imploró. ―¿Y quién dice que lo que he dicho es mentira? ―Se acercó y la acorraló como un depredador hace con su frágil y temerosa presa. ―Ese bebé que llevas en tu vientre es mío, así como lo eres tú y eso te hace mi prometida, Hadassa Klein. ―Hadassa quedó de piedra al escuchar eso, ¿Acaso ella perdió la virginidad con un príncipe? ―Yo soy el hombre que te hizo chillar hace un mes en ese baño de aquel antro, soy tu futuro marido y el único que podrá tocar tu cuerpo, besar tus labios y mirar esos ojos. ―Hada cerró los ojos por su cercanía, su corazón está listo para salir disparado de su pecho. Baylor sabía que debía detenerse, él no debería estar a punto de besar sus labios, pero extraña esa sensación que ella le dejó desde la primera vez y piensa recordarla. Hadassa estaba agitada, ella parecía una conejita bajo las garras de un lobo, sus pensamientos iban a mil y no podía controlar su cuerpo, pero logró librarse de su cárcel. ―¡Usted no es más que un loco! ¿Yo prometida de un príncipe? ¡Locuras! ―Se negó a creerle. ―Yo no soy de nadie y no fue con usted con quien me acosté aquel día. ―Baylor ladeó la sonrisa poniéndola un poco más nerviosa, ese simple gesto de su parte paralizó nuevamente a Hadassa. ―¿Entonces como es que sé que tu parte más sensible es el cuello? ―Caminó en su dirección obligándola a retroceder. ―¿Cómo puedo saber que tienes un lunar en el nacimiento de tus nalgas? ―El trasero de Hada chocó con el escritorio y su vía de escape terminó con eso. ―¿Cómo puedo yo estar seguro de que la posición que más te gustó fue estar sobre mí porque te gusta mi mirada? ―El aliento con olor a menta chocó con la cara de Hada y eso, al contrario de refrescarla, le envió una corriente que encendió todo su cuerpo. ―¿Cómo es que sé que tienes un labio menor más grande que el otro y que tus pechos están cubiertos por esas excitantes pecas que también cubren tus hombros y espalda? ―Hadassa no lo podía resistir más, él no solo le estaba diciendo cosas que solo su mejor amiga sabe, sino que su cuerpo está reaccionando a él de una manera que no puede comprender y eso la aterró. ―No quiero que se me acerque. ―Logró escapar solo porque Baylor así se lo permitió. ―Eso fue solo una noche y eso no me convierte en su prometida. ―Caminó a la puerta. ―Cancela esa cita, Hadassa. ―Hada se congeló con la mano en el pomo de la puerta, ¿Por qué suena tan peligroso cuando dice su nombre de esa manera tan seria? ―Serás mi reina, pero si lástimas a mi hijo, no te lo perdonaré. ―Pasando saliva con dificultad, giró para mirarlo a la cara, ¿Todo lo que está pasando es real? Estaba escéptica a la idea. ―Te daré dos días para que te prepares, nos vamos a Luxemburgo y te presentaré como mi prometida. ―Se acercó a ella. ―Sé una buena chica y cuida de mi hijo. ―Sin previo aviso le plantó un beso que cambió por completo el color pálido de Hadassa por uno rojo chillón. Avergonzada por lo empapada que está y por como su cuerpo está reaccionado, corrió lejos de él una vez terminó ese besó que le absorbió el alma y la reemplazó solo por lujuria. Ella no esperó a su mejor amiga ni le avisó a su jefe que se largaría, ella simplemente corrió lejos deseando despertar de ese sueño loco que estaba teniendo. ―Es usted bastante cruel. ―Nozel lo miró en cuanto salió del edificio. ―Ya le he dicho que debería tener un poco más de tacto y decir las cosas sin intimidar e imponer. La chica tenía una cara de espanto que difícilmente se le quite pronto. ―Baylor no le hizo caso, él subió al auto con una sonrisa en sus labios.
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