Estando en mi habitación me contemplaba en el espejo, notando que siempre llevo mi cabellera recogida en esta ocasión decidí llevarla suelta. Acto seguido cambie mi vestuario por otro más adecuado a la ocasión.
En vista de que no acostumbro maquillarme en esta oportunidad de una forma extraña la intención por hacerlo brotaba de mí. Tras haber aplicado un poco de delineador, alinear mis cejas y usar un labial rosa con sabor a cereza finiquitaba con una dosis de mi perfume favorito.
No sabría porque mi cambio de actitud para con este hábito que no suelo realizar, diría que la razón que me motivaba es que esta noche quería brillar.
Bajando las escaleras, mi madre me observaba desde abajo con una sonrisa.
—¡Que guapa! Me contenta que te veas de ese modo, destaca la galanura q
