Capitulo III: Negocios son negocios

2549 Words
Los meses siguieron transcurriendo, apareció un día en Casa Grande Felipe José de las Casas Ponce, el padre de Gustavo Antonio. Este señor años atrás había llegado a un acuerdo económico con Juan Fernando Tabares Morga, que consistía en que este último necesitaba embarazar a su única hija para procrear un heredero de su dinastía, sin que llevara el apellido del Padre, porque necesitaba que fuera un hijo natural, tampoco deseaba que fuera hijo de cualquier hombre, escogió a Felipe José de las Casas Ponce, porque era el heredero de uno de los Hatos más grandes del lugar después del Hato de Casa Grande, hijo de Efraín de las Casas Mejía y Julieta Ponce de las Casas, dueños del El Crepúsculo El convenio consistió en que, a Efraín de las Casas, le gustaba Magdalena su hija, él se la daría como una especie de esclava s****l, podría estar con ella cada vez que quisiera en silencio hasta embarazarla, a cambio Juan Fernando Tabares Morga tendría la exclusividad de la compra al mayor de toda la producción del Hato El Crepúsculo. Quedando en total libertad de negociar la mercancía a criterio exclusivo del Juan Fernando La actividad económica de las haciendas de la región era mayormente ganadera, producción de carne y leche, además de la cría de caballos de r**a para exportación, también se dedicaban al cultivo intensivo de comestibles, café, cacao, hortaliza, frutales, uvas, entre otros. Los productos eran exportados fuera de la región por medio de barcos en el Puerto de Valle Abajo, donde desembocaba al mar y de allí a otros continentes. De la misma manera todo aquel producto que no producían, lo importaban, de igual forma por importación, había un intercambio comercial considerable en el puerto, donde llegaban barcos cargados de mercancía de afuera y salían los mismos barcos llenos de mercancía de la producción local Por lo tanto, revender la producción del Crepúsculo, era un negocio muy rentable para Juan Fernando Tabares Morga. Este día en que aparece Felipe José de las Casas Ponce en Casa Blanca, para reclamar sus derechos de estar con Magdalena tal cual lo convenido, pero ella no recibía a nadie desde aquel parto tan doloroso, Juan Fernando Tabares, le pide paciencia en vista que su hija a pesar del tiempo transcurrido no se había recuperado, a cambio le ofrece indemnizarlo con dinero Felipe José de las Casas, quien se encontraba atrapado en el alcohol y el juego, había estado dilapidando el dinero obtenido por las cosechas y la ganadería, ávido de más dinero para derrochar, acepta la propuesta, recibiendo el dinero adicional como préstamo firmando el pagare correspondiente, dando en garantía el Hato El Crepúsculo de sus ancianos padres. Así continúo haciéndolo en los siguientes meses Magdalena Tabares León, frustrada por este acuerdo económico, donde perdió su virtud para complacer a su Padre por negocios, en manos de un alcohólico como Felipe José de las Casas, convirtiéndose en una esclava s****l, para después perder lo único que tenía valor para ella que era su hija, porque segura estaba que su Padre había dispuesto de su niña, no se explicaba por qué, tampoco se atrevía a preguntarle, pero no lo perdonaría nunca Convencida que su padre no la quería, ella solo representaba mercancía para negociar, y segura que vendría otra negociación para ella, tomo la decisión de internarse en el Convento de las Hermanas Descalzas, al principio le dijo a sus Padres para irse a un retiro espiritual para recuperarse de lo vivido. Sus Padres accedieron, cuando la fueron a llevar al Convento, se bajó del carruaje y los abrazó profundamente con lágrimas en los ojos, sobre todo a su madre Sara Teresa León, ya que Magdalena sabía que esa era la despedida para siempre, ya no los vería más nunca, sus Padres parados allí la vieron entrar al convento hasta que las puertas se cerraron Días después, Juan Fernando Tabares, fue al pueblo de las Dunas, estando en la cantina se le acercó un hacendado de la zona, y le comentó que había visto a su caporal Emeterio Pérez, en una de las poblaciones cercanas llamada Las Cascaritas, el Don agradeció la información Al día siguiente de madrugada tomo un caballo rápido y veloz y se dirigió a la población de Las Cascaritas, pregunto en varios lugares por Emeterio Pérez, hasta que un campesino le dijo, que venía todas las tardes a la taberna del pueblo después de pastorear la vacas, entonces decidió esperarlo, necesitaba resolver al único testigo que podría amenazar su secreto Fue al hotel tomo una habitación y ordeno comida para su almuerzo, espero cómodamente, hasta que Emeterio Pérez, apareció con una recua de ganado, los llevo al potrero y se dirigió a la taberna, ordeno comida y después una botella de ron como todos los días hasta emborracharse Juan Fernando Tabares, espero con calma, luego se le acerco diciéndole – Que hubo Emeterio, por fin te consigo -, Emeterio saltó del susto, dando un paso atrás, exclamó - ¿ Patrón, es Ud.?- Juan Fernando contestó –A quien más esperabas, que paso contigo, me quedé esperándote en Casa Grande, te traje tu recompensa-, aquel hombre como mudo, recordando lo que tanto quería olvidar, la expresión de María La Lavandera y cuando le pidió que matara a la recién nacida Entonces tomo ánimo, con viva voz le respondió –No es menester su premio, no quiero nada de Ud., porque fue Ud. que me convirtió en un asesino, prefiero seguir pobre que tomar un centavo de su dinero maldito, váyase y no me busque más nunca, yo ya no trabajo con Ud. sr Patrón-, y escupiendo al piso se retiró hasta otra mesa al fondo de la taberna, dándole la espalda. Tanto el cantinero como los otros comensales allí presentes escucharon todo, Juan Fernando Tabares, no pronuncio palabra, saco una moneda la dejo sobre la mesa y en silencio se retiró a su habitación de hotel. Espero allí hasta media noche, luego salió sin que nadie lo viera a pie, lo espero en el camino de la taberna a su rancho. Cuando lo vio venir, más ebrio que de costumbre por ese camino oscuro caminando de un lado a otro en zig zag, lo siguió a su rancho, espero afuera por una hora y entro, Emeterio estaba dormido sobre su catre, sacó su arma y le disparo en la frente, lo envolvió en la manta, lo cargo y lo puso a un lado del camino, regreso a su habitación de hotel sin que nadie lo viera, y espero el amanecer Salió de su habitación y se dirigió al comedor, donde todo el mundo lo viera, ordeno desayuno, comió con tranquilidad, como quien nada debe, se levantó, en la barra canceló lo que debía y se despidió; tomo su caballo que estaba en la caballeriza del hotel, monto y se retiró de aquel pueblo, en el camino recogió el cuerpo de Emeterio y lo coloco sobre el lomo de la bestia, para no dejar rastro de muerte Ya en el camino real, recordó donde había dejado el cuerpo de la lavandera y que luego había desaparecido misteriosamente, entonces como retando no se sabe a quién, decidió descargar el cuerpo de Emeterio en esta misma ensenada, para luego observar que pasaba, llego a Casa Grande como si nada Vio a Chemita alimentando a Gustavo Antonio, y le pregunto, -Chemita, que sabes de la partera Ambrosia, donde esta-, Chemita asustada con voz baja le respondió – Desde el parto de mi niña más nunca la he visto amo-, aquel don con tono de ogro la amenazo nuevamente –Cuidado con lo que cuentas te puede costar la vida-, la pobre Nana solo hacia no con la cabeza como muda Paso una semana, y Juan Fernando Tabares, paso por la depresión de tierra del camino real donde dejo el cuerpo de Emeterio, se bajó del carruaje, reviso los alrededores y curiosamente el cuerpo también había desaparecido, es cuando asusta lo que no se entiende Entre los ojos amarillos que veía cada noche de luna llena, ahora dos cuerpos desaparecidos, las risas de un niño como eco en la montaña y todos los cuentos de los pobladores se preguntaba, que era verdad y que era mentira, pero seguía adelante en sus propósitos Mientras tanto en la gran Montaña, Metzi crecía y aprendía de sus maestros, era una niña feliz jugando con los hijitos de sus guardianas blancas, inocente de maldad alguna, sin embargo, la naturaleza hacía lo suyo, el respeto hacia los templos de Dios, que se reflejaban en cada cuerpo humano. En tierra eres y en tierra te convertirás, dijo el creador, los seres místicos de la naturaleza recogían los cuerpos de los seres fallecidos, los llevaban hacia las entrañas de la gran montaña, donde ningún hombre ha podido ir, ni siquiera imaginar su existencia, allí se encuentra al Shinju (literalmente “Dios Árbol”). Era un antiguo árbol que fue venerado como una deidad por los antiguos. Este era capaz de producir un fruto especial y de gran poder cada milenio, el cual tenía la capacidad de darle a cualquiera que lo consumiera la capacidad de usar Chakra de energía. Las criaturas místicas llevaban los cuerpos inertes al pie del gran Shinju, los enterraba en sus profundas raíces, los rostros de aquellos seres fallecidos se estampaban en el tronco del árbol y el alma descansaba en paz, esta es la explicación a los cuerpos desaparecidos, el de María La lavandera y el de Emeterio su caporal, que Juan Fernando Tabares, buscaba con tanta insistencia, pero si la supiera, ¿La creería? Pasaron varios meses, Juan Fernando Tabares y su esposa fueron a visitar a su hija Magdalena al Convento de las Hermanas descalzas, con el propósito de traerla de vuelta, ya que consideraban que el retiro espiritual ya estaba muy largo, al llegar los atendió la hermana superiora Concepción de las Mercedes Sánchez, en el jardín central, realmente estaban descalzas, con hábitos color beige y faldas al tobillo Se sentaron y Juan Fernando Tabares exigió ver a su hija, la Hermana Superiora le respondió –No tengo conocimiento en donde está la Hermana Magdalena-, aquel hombre se levantó enfurecido y le pidió una explicación, la Superiora pausadamente, en voz baja le explico – Magdalena no vino a un retiro espiritual, vino a tomar los hábitos de monja, al mes de noviciado las hermanas se casan con Dios y como ella no se había casado con hombre alguno, se podía casar con nuestro señor, se disponen a servirlo en donde él lo necesite, ella fue asignada a la Capital y de allí pudo ir a cualquier lugar del mundo, no se nos permite preguntar, disculpe-. Los padres de Magdalena se dieron cuenta en ese momento que habían perdido a su única hija, se retiraron de allí sin despedirse, en silencio durante todo el camino a Casa grande, cada uno se retiró a su habitación. Sara Teresa León de Tabares, rompió en llanto sin consuelo, con un peso de conciencia y de dolor, porque sentía que tenía la culpa por permitirle a su esposo todos los desmanes que hiso con su hija En lugar de defenderla, calló, hiso silencio, para no contradecir aquel ser que ella veneraba, su sordera la paga hoy perdiendo a su única hija, se acordó del día que Magdalena se despidió de ella llorando, ahora entendía aquellas lágrimas, eran la despedida. Para que volver a su casa, para ser maltratada y vendida como una esclava s****l, las ilusiones de cualquier jovencita frustrados sin derecho a vivir, si realmente Sara Teresa León también era culpable En la Habitación de al lado, Juan Fernando Tabares sentado en su balcón, callado, molesto, porque su hija lo había engañado, no iba para un retiro se iba de su lado para siempre, pero también sentía culpa, estaba seguro que no la volvería a ver, era orgullosa como él, de pocas palabras y de acciones. Prefirió vivir como una pordiosera con los pies en el suelo, a vivir cómodamente con su Padre. Para él, las mujeres son algo más que una vaca o una yegua, siempre deben obedecer, lo importante es él y los bienes Molesto, reviso la cantidad de pagare que le debía Felipe José de las Casas Ponce, ya tenía suficientes para rematarlo, ya que lo culpaba por maltratar a Magdalena, cosa que él como padre le permitió, ese fue el negocio, sin embargo, pasaría la factura como venganza, por cierto, una retaliación muy conveniente para el pobre padre Al día siguiente, muy temprano con los pagare en la mano se dirigió al despacho del Juez Dr. Maximiliano Pérez del Corral, le pidió la ejecución de los pagare por deuda sobre la propiedad dada en garantía el Hato El Crepúsculo, solicitó el embargo inmediato con medidas de secuestro y desalojo para la entrega material de la propiedad El Juez Dr. Maximiliano Pérez del Corral, le solicito dos días para estudiar el caso, pero Juan Fernando Tabares, sagas en los negocios le preguntó: -Cuanto quiere para ejecutarlo ahora mismo-, el Juez tartamudeo, lo pensó, con voz temblorosa le pidió cinco mil monedas de oro, toda una fortuna, pero Juan Fernando Tabares aceptó El prestigioso Juez elaboró rápidamente todos los documentos necesarios, llamó al Comandante de Guardias, Capitán José Manuel Escandón Morelos, para que se apersonara con sus soldados a la ejecución de la medida, montando todos a caballo y en los carruajes se dirigieron al Hato El Crepúsculo Al llegar fueron recibido muy amablemente por los propietarios del Hato, don Efraín de las Casas Mejía y Doña Julieta Ponce de las Casas, inocentes de lo que pasaba los mandaron a pasar al salón, El Juez tomó la palabra y les explico el motivo de su visita, la ejecución de un embargo con entrega material, llamaron a su hijo Felipe José de las Casas Ponce, quien se apersono en ese momento, preguntándole a Juan Fernando Tabares, - Porque me haces esto, nosotros somos socios, tenemos nuestros secretos ( se refería a la relación injuriosa que tenía con Magdalena), te puedo quitar a mi hijo Gustavo Antonio…- Juan Fernando Tabares, no lo dejo terminar y con el puño cerrado lo golpeó en el rostro, Felipe saco un arma que llevaba en el cinto y le disparo a Juan Fernando Tabares en el hombro, seguidamente la Guardia intervino y se llevaron detenido a Felipe José de las Casas. El Juez ordeno la desocupación inmediata, sacaron la ropa y sus cosas personales del par de viejitos, los montaron en un carruaje de la guardia y los abandonaron en el camino que va al pueblo de las Dunas. Días después se llevaron en un carruaje de la guardia a Felipe José de las Casas, hacia los calabozos de la capital por orden del Juez Dr. Maximiliano Pérez del Corral, a ser enjuiciado allá, por intento de homicidio en la humanidad de Juan Fernando Tabares, de resultar culpable sería fusilado Mientras Juan Fernando Tabares, era hospitalizado para la extracción del proyectil, estaba de reposo, no se podía levantar. Le llego una nota de Felipe que decía, ¿Por qué?, Juan Fernando le contesto – Negocios son negocios, yo perdí a mi Hija tu pierdes tu hato-
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