Capitulo II: El bautizo de la luna

2546 Words
¿Y qué paso con la niña?, Mientras Juan Fernando Tabares Morga, corría despavorido por el sendero que conducía al camino real, bajo el estruendo de la gran montaña aquella noche de luna llena, llamaron la atención de Yagua, la vieja Shaman que habitaba allí, pertenecía a una e***a indígena extinta, los Ayala, que vivieron en una ciudad oculta, en la parte alta de la montaña. Al revoleteo de las lechuzas que avisaban la presencia de un bebe humano que lloraba sin consuelo, los gruñidos de los grandes felinos que cuidaban la criatura, las luciérnagas gigantes que alumbraban el lugar, llego Yagua, alzo la bebe, al destaparla entendió porque los humanos la abandonaron. Y expreso gritando indignada en una lengua indígena antigua, - Los humanos valoran la belleza exterior que no tiene importancia, mientras esta niña es un ser de luz, de espíritu puro, inocente, libre de maldad, la abandonaron por su apariencia física, caiga sobre ellos la justicia del universo y de la madre naturaleza, así lo decreto y así será- La niña lloraba y lloraba, estaba débil, porque era prematura, no había sido alimentada, por lo que Yagua se dirigió rápidamente a la parte alta de la montaña sobre un Oso Blanco llamado Balam, llego en medio de una neblina espesa, al portal de la ciudad oculta, labrada en piedra, con 50 m de altura, entre la vegetación espesa, pronuncio las palabras, “Yaca mole”, y las dos puertas de rocas macizas se abrieron, dejando ver una planicie iluminada por la luz de la luna, ellos pasaron y las puertas volvieron a cerrarse En la gran planicie estaban las ruinas muy conservadas de una antigua civilización, una e***a llamada Los Ayala, posiblemente Inca, varias pirámides de piedras encalladas al fondo, con muchas escaleras y grandes esfinges, a un costado una laguna de agua cristalina, pero con fondo n***o, entre tres montañas con una cascada, la llamaban la laguna negra, de aguas medicinales. Al costado opuesto varios surcos en desnivel, de siembras de comestibles, cultivos variados, entre ellos elote morado de grano grande Yagua se dirigió a la cúspide de la pirámide más alta, la faraona orientada al Norte franco, donde la luna llena tiene su máxima expresión energética. En la cúspide hay una especie de altar, un mesón de piedra de mármol, sobre él una vasija baja de boca ancha de barro blanco cocido muy alisado, en el que coloco la niña, a la que despojo de sus ropas finas dejándola desnuda. En los cuatro calderos de piedra, ubicados en los cuatro puntos cardinales, invocando los cuatro elementos de la naturaleza, en cada uno puso Agua, en otra tierra, en el otro aire y el ultimo fuego, les coloco hojas secas de Eucaliptus, pétalos de rosas y miel silvestre. Encendió las grandes antorchas de carbón piedra que iluminan el resto de la pirámide En viva voz, en dialecto quechua antiguo, convoco a todas las madres de la naturaleza para que acudieran al lugar, esas palabras se oyeron en todas las montañas, al llegaron todas las madres que estaban dando leche, la primera que llego fue Moala la búfala junto con su manada, conejas, gatas, venadas, tigras, panteras, leonas, etc., todas acudieron al llamado de la shaman Cada madre depositaba un poco de su leche sobre una vasija de barro, que Yagua mezclaba con Eucaliptus, pétalos de rosas y miel, hasta completar todas las especies, a esta mezcla se le conoce como el Yagé. A continuación, nombró tres guardianas blancas de la niña, (semejante a tres madrinas que la cuidarían con sus vidas por siempre), estas fueron la tigra Hanna, la puma Scala y la Lince Liz. Todo esto para comenzar el rito de conversión de los hijos de la luna, ya que la beba prematura agonizaba Sumergió en la mezcla tibia a la niña desnuda, quien lloraba sin consuelo, pronunció el sortilegio de conversión en quechua antiguo, repitiéndolo una y otra vez. Este consistía en invocar los grandes espíritus de los Incas antiguos, hijos de la luna, poseedores de grandes poderes de salvación y de vida, para ser transmitidos al convertido, en este caso a la niña, poderes provenientes de la madre luna. Eran estos espíritus los únicos que podían aprobar la conversión, durante el rito el posible convertido podía morir o vivir, según la decisión de los Dioses que podían ver el pasado, presente y futuro de las personas Entonces Yagua, se arrodillo, y suplicó por la vida de la niña, en quechua dijo – Mis amados Dioses ella es fruto del pecado, pero es un ser puro de corazón en desgracia, yo les suplico que se apiaden de ella-, las madres de la naturaleza hicieron lo mismo a su manera cada una. Era una decisión difícil, había pasado cuatrocientos cincuenta años que no se había hecho la conversión de un humano, la última fue la Shaman Yagua, quien también fue cuando niña, descendiente de la e***a Inca de los Ayala. Mientras Yagua oraba, llegaron los otros sobrevivientes de la antigua ciudad que todavía existían, marcados por los años, pero vivos y lúcidos, con inciensos, miel, agua de la laguna y muchas frutas como ofrenda a los dioses, que colocaron al pie del altar, también de rodillas oraron con Yagua De pronto la niña dejo de llorar y se quedó todo en silencio, nadie se levantaba, comenzó a brillar un rayo de luz proveniente de la luna, que se posaba sobre la niña iluminando el altar, era la señal la niña había sido convertida, todos se levantaron y elevaron sus manos a la luna, y Yagua exclamó fuertemente - Te entrego a la Madre luna y te bautizo con el nombre de “Metzi”, (que significa en su dialecto “Luna”), a partir de hoy serás hija Lunar-. Se acercó a la niña y la vio con una bella sonrisa a carcajadas, y allí con una caña le dio de beber de aquella leche en la que estaba sumergida, la dejo allí hasta que el rayo lunar fue desapareciendo poco a poco. Se dice que por medio de este rayo se transfieren los poderes de la madre luna a sus hijos Esta mezcla de las leches de las madres de la naturaleza se le llama El yagé es sagrado, es de respeto, es el cabello de dios. Dicen los antiguos que fue sembrado por dios y dijo él “quien tome este yagé será sabio, podrá curar sus iguales, los animales y las plantas”, pero solo puede ser ingerido por personas de corazón puro o de lo contrario morirían Ser hijo lunar es tomar contacto con la naturaleza cíclica de la luna, y reconocerla en la naturaleza femenina, conectando el vínculo de la mujer y el universo a través de su cuerpo, y de la estrecha relación con todo ser vivo, lo divino y la creación, honrando así el ciclo de la muerte/vida La Luna representa el principal rasgo de nuestro ser que necesitamos aprender a iluminar, para integrar a la conciencia y así, trascender. Por eso, cada Luna llena (con toda la cara de la Luna iluminada) nos trae una nueva oportunidad respecto a ese proceso de hacer consciente lo inconsciente. En astrología psicológica, la luna representa el arquetipo de la Madre y nos da mucha información sobre la relación que tenemos con nuestro cuerpo y nuestras raíces, cómo expresamos nuestros sentimientos o qué reacciones automáticas tenemos. Luego Yagua saco a la niña de cabellos dorados y la bañó con el agua sagrada de la laguna, la coloco en unas pieles blancas, llamo a sus guardianas, la tigra Hanna, la puma Scala y la Lince Liz, quienes se posaron alrededor de la niña para darle calor de madre, se quedaron allí hasta el amanecer, vino Yagua y la vistió con ropas de pieles blancas, pasadas ocho horas el cabello de la niña se cambió a blanco brillante, porque todos los hijos de la luna se tornan sus cabelleras o su pelaje blancos Cada cuatro horas las madres de la naturaleza traían leche para Metzi, los viejos incas se peleaban por el turno de alimentar a la bebé, la llegada de ella trajo a sus vidas alegría y felicidad, así como también vino a alegrar los demás miembros de la naturaleza Metzi comenzó a crecer de forma acelerada, más rápido que un humano normal, a los tres meses corría por la planicie con sus guardianas, aprendió a cabalgar sobre cualquier animal del bosque, podía volar sobre las águilas gigantes, aprendió hablar con la mente más que con las palabras, tenía el poder de la telepatía. Sus risas se oían como un eco, que llegaban al pueblo de las Dunas, pero también se escuchaban en la Casa Grande, a oídos de Juan Fernando Tabares Morga, que con cada luna llena lo atormentaba escucharla. Una de esas noches pensando que se estaba volviendo loco, llamo a su esposa Sara y le pregunto parado en el balcón, - Mujer tu escuchas las risas de un niño allá en la montaña– la esposa le respondió –Claro que si viejo, mi bisabuela decía que son los hijos de la luna que corren por la gran montaña, sus risas son bendiciones para todos, son buenos augurios, no te preocupes por eso- Como no preocuparse, se preguntaba si existiera la posibilidad que la niña estuviera viva, pero a quien preguntarle, no se atrevía volver allá, y los grandes ojos amarillos, que divisaba cada noche En la parte alta de la montaña se resguardaban todas las madres con sus hijos, pero la parte baja era custodiada por los machos grandes, Tato el elefante, jefe de la manada, El oso blanco Balam y Zica la gran pantera negra de ojos amarillos. Aquellos ojos que impactaron a Juan Fernando Tabares Morga, no era imaginación, desde aquella noche Zica tendría como misión seguir a aquel hombre, capaz de abandonar una recién nacida en medio de un bosque, se convertiría en su guardián En la montaña se respetaba la vida de cualquier ser, incluso la de Juan Fernando Tabares Morga, sería la justicia divina que dispusiera de su suerte, pero Zica lo vigilaría hasta su muerte. El camino real bordeaba la parte baja de la gran montaña existiendo un sendero por el cual se podía adentrar en el bosque, pero este camino cruzaba por todas las haciendas más importantes de la región y llegaba al Puerto de Rio Bravo. En esos días, Juan Fernando Tabares Morga recordó el cuerpo de la lavandera que dejo en ese camino, pero hasta el momento no había escuchado nada acerca de haber encontrado un cuerpo. La curiosidad lo llevo nuevamente al sitio donde lo dejo, pero no estaba, ni rastros de mismo Habían pasado tres meses del nacimiento de los niños, Magdalena seguía con una profunda tristeza, aislada de las demás personas, convencida que a su hija de cabellos de oro le había pasado algo, pero no se atrevía a preguntarle a su padre, igual no le diría, sentía un profundo odio por él, por todo lo que había sufrido. Visitada por distintos médicos, que no daban con la enfermedad del alma que tenía, rechazando al niño Gustavo Antonio, quien crecía al amparo y cuidados de Chemita y su supuesta abuela Sara. Juan Fernando Tabares Morga, lo veía de vez en cuando, esperando que creciera para llevar a cabo sus planes Hasta que se cumplieron las doce lunas, es decir había pasado un año, Juan Fernando Tabares Morga ordeno una gran fiesta para celebrar el primer año de su nieto, otro gran festín, invitaciones a la gente bien de la sociedad, regalos y opulencia, comer y bailar, mas comercio y negocios Mientras que la Montaña sagrada, en el altar de la gran pirámide, se activaban los cuatro calderos nuevamente de los cuatro elementos, los mecheros prendidos con aromas de hiervas, a las doce de la noche de luna llena, dentro de una espesa neblina, Yagua y los otros viejos de la tribu, invocaban a sus ancestros para que les informaran sobre el destino de Metzi Porque existía una leyenda que decía que vendría una enviada de la luna muy poderosa hecha mujer, porque el hombre había desequilibrado la naturaleza y saldría de su propia esencia, a hacer justicia sobre la tierra. Yagua necesitaba saber si era Metzi esa enviada, porque a pesar de corta edad ya era muy poderosa, y debía prepararla para eso Dentro de la niebla, se divisaron unos espíritus de la e***a de los Ayala, vestidos como faraones Incas, en voz de su jefe dijo –Observa la pila-, sobre el altar de mármol estaba la pila llena de agua cristalina de la laguna, Yagua dirigió su mirada a la pila y vio en el espejo del agua a una joven de estatura pequeña, de cabellos blancos brillantes con un antifaz color plata con hilos dorados en el rostro, con vestiduras Incas de suaves pieles, tomada de las manos con un joven alto, blanco de pelo castaño y ojos café. Ella lo veía y sonreía, pero curiosamente él también sonreía, pero no podía verla, una brisa movió el espejo de agua y se disipo la imagen, también la presencia de los espíritus Para Yagua era obvio que se trataba de una premonición, la joven de la imagen era Metzi, pero el joven ¿quién era?, ¿Porque él no podía verla?, ¿Metzi será premiada con el don del amor?, muchas preguntas sin respuesta, pero lo que si era claro para Yagua es que debía prepararla para su destino fuera el que fuera, junto a los otros viejos le enseñarían la sabiduría de los antiguos, a hablar las veinte lenguas, la astrología, la aplicación y control de sus poderes, era tanto que había que comenzar desde ya Comenzó por mostrarle el interior de las pirámides, el trono del faraón, y los diversos espacios donde los antiguos hacían sus actividades. El poder energético de las pirámides, que eran orientadas sabiamente, que significaba ser una hija lunar, como llamar a la madre luna cuando se necesitaba ayuda, en fin, muchas cosas En Casa grande la fiesta llegaba a su fin, el niño Gustavo Antonio, se había cansado de destapar regalos, agotado ya dormía en su cuna, mientras que su supuesto abuelo había concretado algunos negocios, y estaba hablando de política con el Gobernador de la región, haciendo posibles pactos para el futuro. Los invitados comenzaban a retirarse, la gran ausente Magdalena, la supuesta madre de Gustavo Antonio Una vez más, al despedir al último de los invitados, entre el matorral estaba Zica, Juan Fernando Tabares Morga lo vio nuevamente de frente, aquellos ojos amarillos brillantes, pero solo veía sus ojos no podía ver su cuerpo, de noche era prácticamente invisible, pero si podía oír su respiración acelerada Corrió una vez más aterrado, entro a la casa, subió a su habitación, se asomó al balcón, Zica había subido al árbol, desde allí ambos se podían ver mutuamente, paso largo rato en esa posición, otra vez las preguntas, ¿era persona o animal?, ¿porque lo seguía?, ¿porque no le hacía daño?, ¿Qué quería de él?, cada vez se le acercaba más, un día lo podría ver bien, llevaría de ahora en adelante un arma en el cinto
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