CAPÍTULO VIIPor un instante, Orelia sólo percibió un resplandor que se filtraba sobre ella. Fue un éxtasis desconocido. ¡Era el amor! Era lo que anhelaba, lo que siempre supo que encontraría en algún rincón del mundo. Luego, como si recibiera un golpe, recordó que el Marqués le pertenecía a Carolina y se sintió humillada y avergonzada de ser tan desleal con su prima. Sin embargo, era imposible negar aquel milagro y la sensación de seguridad, la alegría que la embargaba porque él estaba a su lado. En ese momento comprendió porque acudió a él cuando sintió temor, y porque el mundo le había parecido aquel día tan oscuro sólo porque discutieron. Carolina estaba a su cargo. Su tío así lo dispuso. ¡Orelia era su conciencia! ¿Cómo pudo llegar a algo tan despreciable, tan vergonzoso, como amar