CAPÍTULO VOrelia y Carolina bajaron del brazo por la enorme escalera. Carolina charlaba acerca de la fiesta a la que asistió la noche anterior, en la que se divirtió mucho, y casi habían llegado al vestíbulo cuando se dieron cuenta de que el Marqués, que acababa de regresar de montar, las esperaba. Orelia sintió que el rubor asomaba a su rostro al recordar, tímida y avergonzada, lo sucedido la noche anterior, pero Carolina corrió ansiosamente hacia su prometido y le dijo: —Buenos días, Darío, espero que no hayas olvidado que prometiste llevarme a pasear, al parque esta mañana. —Lo recordé y en este momento acabo de ordenar mi carruaje alto, pues así podrás lucir mejor tu sombrero nuevo. —¿Sólo mi sombrero?— preguntó Carolina con coquetería—. ¡Darío, ése no es un cumplido muy efusivo!