En ese mismo día lluvioso, al otro extremo de la enorme ciudad, Cedrick cortaba de forma desinteresada la llamada que no le fue respondida. —¿Qué demonios le pasa a todo el mundo en esa maldita universidad? – se preguntó comenzando a fastidiarse. Devolvió su móvil al bolsillo de su pantalón mientras se sentaba ligeramente en su grande y pulcro escritorio. Su mirada cayó de medio lado al cielo lluvioso, le había marcado a Elton luego de que su llamada anterior fuera interrumpida y el cretino joven no le había respondido, luego llamó a Aura para invitarla a comer pues sus clases estarían por finalizar, pero tampoco lo atendió. —Joder— soltó frustrado y regresó su mirada a su escritorio, sobre el cual se encuentran un folder que recién le había entregado Enzo, su suegro, y de