AUDREY
—Quiero renunciar —digo en voz alta.
—Ay, no seas quejosa. Solo será una vuelta más y ya —comenta Nelly entre jadeos —Anda, no pares, ya falta poco.
Me tiene dando vueltas en el parque. Todas las mañanas suele venir aquí a correr, y me había hecho prometerle que la acompañaría todos los días; sin embargo, mi trabajo no me ha permitido darle tiempo a otras cosas que no sea a mi labor como empleada de la compañía Crawford.
Admito que he descuidado mis actividades y muchas otras cosas de mi vida personal. Pero la verdad, venir a correr, eso no es lo mío.
Luego de dar la última vuelta que nos quedaba recorrer, voy hacía la banca más cercana y me dejó caer mientras recupero la respiración, estoy exhausta, muerta diría mejor.
—Por fin… —digo, me llevo la botella de agua a mis labios para beber algo.
—Nomas porque no hay tiempo para ir al gimnasio, si no tiraría de ti hasta allá.
—Tú me odias —protesto —Igual que mi nuevo jefe.
Hasta ahora me atrevía a nombrarlo, no quería aceptar que tengo un nuevo jefe y que ese mismo era el tipo desvergonzado que encontré teniendo sexo oral con una empleada. Nelly aún no sabía nada de los detalles, y tampoco estaba segura de si decírselo o no, conociéndola podía hacer correr el chisme y mi empleo podría quedar en juego, pues yo fui la única persona lamentable que vio esa escena perturbadora.
—¿Tu nuevo jefe? —cuestiona asombrada —Me estás diciendo que el guapísimo de Daniel Crawford ya llegó a la empresa a tomar su puesto como CEO y yo ni enterada —sus ojos están completamente abiertos mientras sus palabras salieron rápido.
Me preguntó cómo es que, está mujer se recupera tan rápido después de que corrió cuarenta minutos por casi todo el parque. Su respiración está calmada y su cara está más fresca que una lechuga, y yo, estoy casi agonizando.
—Apenas hoy lo harán oficial en toda la empresa —la pongo al tanto.
—¿Y entonces por qué te quejas si todavía no lo has conocido?
Si supieras. Pero no sé lo diré, bueno, en este instante no.
—Ya lo conocí, ayer.
—¡Oh Dios mío! Tienes que contarme todo…
—Pues no hay mucho que contar —hice un gesto —El señor Anthony nos presentó y fue todo.
—¿Qué? —sus cejas se juntan —¿Solamente eso? ¿No hubo algún coqueteó o algo de su parte?
—Por supuesto que no —replico —Será mi jefe, no un candidato para novio.
—No estaría nada mal, es el candidato perfecto.
—Pues será para alguien más, porque para mí no —se lo dejo claro —De todas maneras yo no estoy buscando candidatos ni nada relacionado con hombres.
Nelly resopla alto mientras entorna los ojos.
—Por eso sigues solterona.
—¿Y qué? Me gusta mi soltería, es más, la amo —cruzo los brazos, un poco molesta con su insistencia con respecto a los hombres —Nadie dice que para ser feliz se necesita de un hombre. Y nunca había estado tan feliz como lo soy ahora.
—Eso ni tú te lo crees —agrega —Pero está bien, no insistiré. No hay poder humano que pueda contigo, eres tan terca.
Esa mañana se hizo oficial lo del nuevo Ceo de la empresa. Yo seguía nerviosa, no por su presencia, sino con el temor de que me fuera a echar.
La expresión de Daniel, mi nuevo jefe, ahora era diferente. Ya no estaba esa chispa seductora y divertida, solamente mostraba seriedad.
—Señorita Turner —se dirigió a mí un poco más profesional y con el semblante serio —La espero en mi oficina —luego de eso se fue.
Oh, no.
Comencé a ordenar todo lo que había en la mesa directiva y tome los documentos que me correspondían, los demás se los entregué a Maggi.
Antes de despedirme de ella, el ascensor se abrió y Jonathan, mi exnovio, se dejó ver. A su lado estaba la rubia que vi arrodillada frente a mi nuevo jefe en la oficina presidencial.
Llevaba el cabello suelto y liso, con un destello muy dorado en sus mechones, lo que me impresionó fue su naturaleza de llevar puesto aquel uniforme de oficina, si es que se le podía decir “uniforme”. La falda era tan corta que si se agachaba podía jurar que crean parte de su ropa interior se vería, si es que lleva algo, puesto que su cara de sinvergüenza dice lo contrario.
Muy pocas veces la había visto, por lo regular ella y el demás personal no asignado no acceden a la planta presidencial, la pocas veces que la llegué a ver fue en la cafetería o en planta baja de recepción. Había habido rumores sobre Jonathan y ella, luego de nuestra ruptura. Para a mí había sido una sorpresa y como nunca me creía los chismes quise pasarlo y olvidarlo, aparte en ese tiempo todavía dolía ese rompimiento.
—Audrey —dice cuando se da cuenta de mi presencia.
Ambos salen y se colocan frente a mí, Jonathan a poca distancia y la rubia oxigenada un poco más apartada. Parecía más su soldado que su pareja, si es que estaban saliendo juntos y por un instante me dio algo de pena por él.
—Hola, Jonathan, tanto tiempo sin cruzarnos por estos pasillos extensos —respondí con cortesía.
Nuestra relación tal vez fue fugaz, pero el tiempo que salimos todo fue bello, siempre se portó amable y cariñoso conmigo hasta que llegó el momento que me terminó. A pesar de eso, nunca pude tratarlo mal, Jonathan había sido parte de mi vida y quería conservar en mis recuerdos lo que vivimos juntos en ese tiempo.
Sin nunca haber sabido el motivo de porque terminó con nuestra relación, sus únicas palabras en ese momento fueron, “Necesitamos tiempo, tú no eres la del problema, soy yo”.
Fue lo último que pude tener de él, y después de ahí, ya nunca supe de él, solamente los rumores que se comenzaron a esparcir por todo el edificio. Hasta Nelly dijo que ya había salido el motivo de porque me había dejado, pues estaba saliendo con la secretaria de William.
Me resigné y continué con mi vida, ninguna relación y mucho menos un hombre me iba a vencer y dejar tirada en la amargura. Aunque Nelly siempre decía que seguía esperando esa explicación que nunca me dio.
Por supuesto que no, mi amiga estaba equivocada, ese capítulo entre Jonathan y yo, ya era historia.
—Si —asintió —La verdad que me da un gusto volver a verte y saber que todo a tu alrededor está marchando de maravilla —sonrió.
Fruncí las cejas sin entender a qué se refería. ¿Qué sabía de mí si no nos habíamos visto en meses?
—Yo no comprendo…
—Si lo noté por tu gesto —señalo mi entrecejo y siguió sonriendo —Me refiero a que ahora serás la secretaria del nuevo Ceo, eso te puede ayudar a abrirte a nuevas cosas, cómo el proyecto que tenías en mente y nunca se lo mostraste a Anthony por miedo a que rechazará lo jovial y novedoso. Esta es tu oportunidad —me guiñó el ojo.
Sonreí en agradecimiento. Ya no conseguía ponerme nerviosa como cuando coqueteaba conmigo antes de que fuéramos novios, ahora era distinto, toda esa chispa se había esfumado y solamente sentía apreció hacía él, como un amigo.
La chica de atrás se aclaró la garganta y me recordó que no estábamos solos, Maggi seguía también parada dónde mismo.
La rubia se acercó a él y le dijo algo al oído, Jonathan asintió y luego de eso se volvió hacia mí para despedirse con su habitual sonrisa de amabilidad y un asentimiento de cabeza. Finalmente, se alejaron y caminaron entre los pasillos de ese piso.
No me distraje más y en cuanto las puertas del ascensor se abrieron entre rápido, deje a Maggi con la palabra en la boca cuando comenzó a preguntar, —¿qué fue eso?—.
La verdad no quería hablar de ello, Jonathan era parte del pasado y así quería que siguiera siendo.