DANIEL
—Yo no sé cómo Anthony la siguió tolerado y no la echó. Espero tú si lo hagas, sobrino —comenta Willy.
—Nunca he entendido por qué no te cae bien, Audrey es una chica amable y trabajadora —revela Fabián.
—Para trabajar y permanecer aquí, lo amable viene sobrando. Y si, talvez, sea trabajadora, pero incompetente, le queda muy grande el puesto de secretaria presidencial. Esa chica nunca se compondrá.
Luego de que la empleada se fuera, mi tío y mi primo han estado dialogando relacionado con ella. Si me lleve una sorpresa al enterarme de que ella sería la secretaria con la que trabajaré.
La primera impresión siempre es la crucial, y ella no se llevó la mejor, de hecho nada bueno fue lo que vio. Lo que me dejó más impresionado fue que no dijera nada respecto a lo que miró en la ex oficina de mi padre, ni tampoco me lo saco a relucir, quizás se lo esté guardado para más tarde.
No parece ser una mujer que se deje ayudar o se quede callada sobre algo que no le parezca, en tan poco rato que la trate pude darme cuenta de eso. Y eso me gusta. De hecho, no se me pasó darle una pasadita con la mirada para ver lo tan hermosa que es.
—¿Quién nunca se compondrá? —inquiere mi padre al entrar a la que ahora es mi oficina —Si están hablando de mi secretaria, retráctate de ello.
—No sé de quién están hablando —encojo los hombros fingiendo no saber nada referente lo que dijo Will.
Al parecer mi padre está cómodo y satisfecho con su empleada, no es bueno llevarle la contra. De todas maneras no tengo objeción sobre eso.
—No me digas que tan rápido se te olvidó el nombre de tu nueva secretaria, a ti que no se te pasa ninguna mujer —arquea una ceja Fabián —Tío, te recuerdo que Audrey a dejado de ser tu secretaria.
Cómo olvidarla…
—Aun así, sigue siendo mi empleada y de tal manera es mi decisión si se va o se queda —indica mi padre.
Es una mujer bonita e inoportuna, de eso no tengo la menor duda. Sin embargo, no tengo intenciones de hacerle la vida imposible. Al contrario, con ella me encantaría hacer cosas mejores, y no me refiero al trabajo. Cómo inclinarla en este escritorio sería la primera, subirle la falda hasta la cintura y abrirla de piernas, para comenzar no estaría nada mal. Pero no les haré saber que ya es parte de mi mente.
—Soy más bueno follando que recordando nombres —me inclinó para decírselo de cerca y sin que me escuche mi padre.
No es que tenga miedo, más bien es respecto. Y tampoco tiene porque enterarse de mis actividades sexuales, sé que es algo que no le enorgullece saber de mí.
—Daniel, necesito hablar contigo un momento —anuncia mi padre —A solas.
Con eso deja claro para que tanto mi tío y mi primo salgan de la oficina y vuelvan a sus actividades laborales.
—¿Sucede algo? —pregunto, una vez que se van.
Solo espero que no sea su sermón de siempre. No parece que vaya a cumplir treinta años, siempre me hace sentir como un adolescente o peor aún, como mi hermano.
—Solamente quiero dejarte claras ciertas cosas —suspira y se toma su tiempo —Espero que ahora que estarás al frente de la compañía, esto te ayude a crecer más como empresario y como persona.
Sé que rumbo tomara está charla.
Sigue dudando de mí. No entiendo que tiene de malo querer seguir divirtiéndose, vivir y disfrutar de las bellezas femeninas. Y me cantaban las mujeres, el sexo y la libertad, soy un hombre que sabe lo que quiere, no un chiquillo inmaduro como él y mi madre lo ven.
Esa era mi manera de disfrutar la vida, y nadie me va a hacer cambiar la manera de vivirla.
—Me conoces, sabes que siempre he dado lo mejor de mí para esta compañía, y así seguirá siendo.
El tiempo que trabaje como director de la corporación, desempeñe un buen trabajo y no podía reclamarme nada relacionado con eso. Llevo más de siete años dando todo a este patrimonio que él ha hecho crecer, y siempre demostrándole que soy lo suficientemente capaz para manejar cualquier puesto que me asigne, por supuesto ser el CEO de Crawford, es la mejor opción para mí.
—Si, de eso, no hay ninguna duda —asiente —Lo que quiero decir es que, es hora de que sientes cabeza. Que ahora que vas a hacer el presidente de Crawford, debes también pensar con madurez respecto a tu vida personal.
—Soy un hombre maduro —afirmo.
—No lo eres, mientras te acuestes con casi todo tu personal femenino, eso no te hace ser una persona madura. ¿Creíste que nunca lo iba a saber?
Si me toma por sorpresa sus palabras, no pensé que llegarían a oídos suyos lo que paso en la otra empresa. Debí haber sido más cuidadoso.
—Eso fue al principio, he cambiado —una cierta parte era verdad y la otra no, pero no voy a admitir todo, él no tenía por qué saberlo.
—¿Cambiado?
—Si —respondo de inmediato —Un cambio bueno.
—Entonces tendrás que mostrármelo —señalo —Demuéstrame que eres lo suficientemente bueno para este puesto. Si has cambiado como dices, entonces ya no le darás más tontos rumores a la prensa para dejar en mal visto nuestro apellido y salir perjudicada la compañía —añade con seriedad —La única forma es sentar cabeza, Daniel.
Pero si ya se lo he demostrado, he dado todo de mí a Crawford Inter. Len, ¿qué más quiere?
Había querido mucho ser presidente de la empresa, ¿pero sentar cabeza? Ya eran palabras mayores ¿Cómo se supone que voy hace eso?
—Está bien —digo, sin estar seguro.
Tendré que asegurarle que aceptaré todo lo que me pida, ya después pensaré como hacerlo desistir en sus palabras o quizás con el tiempo se le olvide.
—¿Estás dispuesto hacerlo? Quiero que recuerdes que este puesto que te he asignado, es temporal, si no cumples volverá a mis manos, y tú, volverás a dónde mismo.
Asiento sin reflexionarlo. No estaba dispuesto a perder lo que me ha costado llegar hasta aquí.
—Si, y entiendo. Estoy dispuesto hacer lo que sea para conservar mi puesto como el CEO de Crawford.
A lo que sea…
*****
—No te queda de otra forma más que establecerte —concreto Fabián.
—Si te refieres a mi trabajo, ya lo estoy. Conservaré mi lugar como presidente de las empresas Crawford —aseguro.
—Yo me refiero a lo personal.
—No pienses como mi madre —le advierto —Ya me tiene hartó y mareado con el asunto de las citas a ciegas.
—Eso si es ser persistente sin bajar nunca la guardia —se ríe mientras se burla de mí —La tía si sabe lo que te conviene.
—¿Una novia que no he elegido yo? —replico.
—Quizás esa sea la mejor opción para mantenerte en este camino, ¿o tienes alguna otra elección?
No, no la tenía. Mi padre dejó claro lo que pidió, y eso era lo que le iba a dar, ¿pero estaba preocupado para abandonar mi anterior vida y darles lo que ellos querían? No, claro que no.
No sé que haré, pero algo se me va a ocurrir.