AUDREY
Apresurada llego a mi escritorio al día siguiente. Mi entrada es a las ocho, pero siempre llego quince o veinte minutos antes, solo que hoy el señor Anthony pidió que viniera más temprano, aún no sabía el porqué.
Solamente espero que no sea para echarme, aunque si es así no creo que se tome el tiempo y la molestia de decírmelo y mucho menos llamarme para que me presente tan temprano. Además, parecía urgente.
—Audrey —me llama Maggi cuando paso por el pasillo, debía sacar unas copias antes de volver a la oficina del señor Anthony.
—¿Si? —me detengo un momento —¿Qué pasa? Llevo prisa.
—Se me pasó avisarte de algo cuando llegaste, es que pasaste tan deprisa que apenas alcance a verte.
Me hace recordar el nuevo maratón que me eche hace un momento atrás cuando llegue.
—Si, lo siento —me disculpo —Es que tengo muchos pendientes.
—Siempre los tienes, pero es entendible, eres la secretaria de la presidencia —sonríe amablemente —Oh, se trata de Jonathan, el director de publicidad. Pidió que alguien se hiciera cargo de recoger y llevar las nuevas muestras a la sala de juntas y me dijo que te avisará a ti.
¿Qué? ¿De cuándo acá yo le servía a mi exnovio? No soy su empleada, no es mi trabajo andar de mandadera de él ni de nadie.
Jonathan Sand, es el director de publicidad, o sea el principal encargado de dirigir todo lo que es los modelos, la imagen de la lencería y todo lo relacionado con ello. Y también es mi exnovio.
Jonathan y yo fuimos novios por un tiempo, luego de que el ingreso a trabajar a la empresa nos hicimos muy unidos, como amigos, y entre eso y otro, comenzó nuestra relación amorosa, pero todo se acabó cuando lo ascendieron de puesto, el asistente de William Klee, paso hacer el directo de uno de los departamentos más importantes de la compañía.
En ese tiempo lo que no entendía fue, ¿por qué había terminado conmigo? Eso no afectaba nada en nuestra relación, no obstante él decía que sí y eligió su trabajo en vez que a mí. No lo juzgo, quizás yo hubiera hecho lo mismo si estuviera en su lugar.
Le hago saber a Maggi que en cuanto termine con mi tarea iré a recoger esas carpetas, pues yo también tenía que entregar unas y esas tenían cifras relevantes que el jefe y algunos socios querían ver en la nueva junta.
Y como lo supuse, no alcance a ir al piso treinta, dónde está el departamento de publicidad. No me quedo de otra más que mandar a Nelly, mi amiga siempre me apoya en todo momento, hasta en el trabajo.
La reunión será larga, ya que se hablará de varias cosas. Yo nunca me entero de todo, solamente obtengo la información necesaria para realizar mis tareas, lo demás son temas en los que no me inmiscuyó al menos que mi jefe me lo pida.
Comienzo a linear las carpetas frente a los lugares que tomarán cada jefe y socio, luego de terminar salgo de la sala y le aviso a mi jefe. Los hombres comienzan a llegar, voy y preparo unos cafés junto con Maggi, no es mi área, pero la chica que los prepara no vino hoy precisamente cuando tenemos más trabajo.
Luego de ayudarle a Maggi con los cafés, espero fuera de la sala por si mi jefe necesita algo más. Una hora es lo que dura la junta, los pies me duelen de tanto estar de pie, cuando me da el permiso de irme a comer, no lo pienso dos veces y me marchó. Nelly ya debe estar esperándome en Lord Breakfast.
Corro hasta allá, tres cuadras son las que se hacen de recorrido hasta el pequeño restaurante, algo casual pero muy lindo y cómodo.
Saludo a mi amiga con un beso en la mejilla y me apresuró a pedir algo que no tarden mucho en preparar. Aunque mi jefe me haya dado dos horas de descanso el día de hoy, no puedo darme el lujo de tomar una hora más, con la junta que hubo unos minutos atrás, se me cargó más de trabajo y si quiero salir a mi hora exacta y no llevar trabajo a casa, debo comer rápido y no tomar más tiempo de mi usual descanso.
Cuando terminamos volvemos al edificio, sin tiempo de despedirme de mi amiga, subo el elevador y me voy directamente a mi piso. Hasta eso me toma un tiempo en llegar.
Maggi no está en su lugar cuando paso junto por el mostrador. Llegó a mi área y tomo asiento en mi silla frente a mí ordenar, enciendo la pantalla y comienzo a trabajar.
Tenía entendido que el señor Anthony no estaba, había salido junto con algunos socios al campo de golf, eso me daba tiempo a tener lista la nueva carpeta con las nuevas cifras y nuevos contactos que el señor William le entrego a mi jefe en la reunión.
Luego de terminar de archivar todo voy y saco unas cuantas copias a la fotocopiadora que se encuentra a lado de la pequeña cafetería que tenemos en este piso. Acomodo todo en dos carpetas grandes y amplias y me dirijo a la oficina de mi jefe.
Me había dejado dicho que las dejara sobre su escritorio, que él después enviaría por ellas.
Por supuesto que no llamo a la puerta, no es necesario, puesto que él no se encuentra adentro, así que con mi mano libre empujó la puerta pesada de cristal y abro.
Apenas doy el segundo paso cuando escucho un sonido nada normal. Es como un ¿quejido o gemido? Levantó la vista para comprobar en el mismo instante que me detengo.
—Oh, por Dios —digo horrorizada en voz alta.
Las carpetas caen en el momento que me cubro la cara con ambas manos para no continuar viendo la escena indecente que tengo delante de mí.
—Lo siento… lo siento, no mire nada —digo torpemente, por la rápido que lo hice.
En realidad sí lo vi todo, bueno, casi todo. Un hombre de cabello castaño oscuro está de pie dando la espalda a los ventanales grandes mientras su pantalón está un poco debajo de sus caderas, pero lo que me dejó sorprendida fue, ver a la mujer que tiene arrodillada delante de él mientras ella al parecer le está haciendo un oral.
Oh por Dios. No es mi jefe, sin duda, es un hombre más joven, tampoco es que lo haya observado del todo, sin embargo, pude darme cuenta de que no se trataba del señor Anthony.
—¿Se va a quedar allí todavía parada? —vocifera en dirección hacia mí con una voz ronca.
Sacudo la cabeza inmediatamente, pero no me muevo, aún con las manos en la cara. Que tonta soy, ¿por qué sigo aquí de pie?
Lentamente quito mis manos de mi cara y me agachó rápido para recoger las carpetas, mis manos tiemblan y con torpeza las atraiga hacia mí. Cuando me levanto el hombre ya tiene su pantalón en su lugar, pero con el cinto y la bragueta aún desabrochados mostrando solo una parte de sus calzoncillos oscuros, la mujer rubia sigue frente a él y de espalda en mi dirección, sin embargo, ya está de pie.
Agradecida de que no continuarán con su actividad indecente frente a mí. Me toma tan solo unos segundos en recoger todo y recuperarme de la impresión, y en ese momento pude ver el rostro de él luego de levantar mi mirada de su entrepierna. Carajos. Sacudo la cabeza y cuando estoy lista salgo dispara de esa oficina. Me acerco a mi escritorio y me apoyo en el, hasta recuperar mi respiración.
¿Qué demonios fue eso? ¿Y por qué me quedé como tonta viéndolo?
Interrumpí a un desconocido en la oficina de mi jefe mientras recibía un sexo oral por alguna de las empleadas de este edificio, o tal vez esa alguien de afuera, yo qué sé. ¿Pero quién es ese hombre y por qué se notaba muy relajado allí adentro? Bueno, es claro que en parte era por la rubia que tenía rodeando su polla con su boca, pero muy parte de eso, parecía muy confiando, como si supiera que nadie llegaría a entrar de la manera que yo lo hice.