Capítulo 3

1084 Words
AUDREY —¿Escucharte lo que están diciendo por ahí? —dice en tono bajo Maggi cuando se coloca junto a mi escritorio. —No, no sé, y no me interesa —le digo, tratando de no sonar grosera. —Pues debería importarte, porque es sobre el jefe. Dejo de escribir en el teclado de mi ordenador, me bajo un poco los anteojos y fijo mi mirada en ella. —¿Del jefe? —inquiero. Ella asiente de inmediato. —Si, se dice que dejara la empresa y que su hijo Daniel será el nuevo CEO. Yo que tú me preocuparía. —¿Por qué debería? —¿No es obvio? —gira los ojos mientras hace un ademán con su mano —Si cambian de jefe en la presidencia, eso quiere decir que también lo harán con su secretaria. Escuché hablando Fernando, el encargado de recursos, con Yani, la otra recepcionista, sobre algo de un remplazo. ¡¿Qué?! No me podían reemplazar, ¿o sí? No, no podía pasar eso, llevo casi cinco años trabajando para esta empresa. Debo aceptar que fue duro entrar a trabajar aquí, pero con un buen currículum detallado y limpio, pude conseguir mi puesto en la presidencia desde el día que pise este lugar. Mi trabajo es mi vida, es todo lo que tengo y a lo único que le he dedicado todo mi tiempo, no pueden echarme así como así y mucho menos sin darme una explicación. Espero que todo lo que se hable por allí, solo sean rumores, solo eso y nada más. No deseo continuar con esta charla, así que le hago saber a Maggi lo muy ocupada que me encuentro en este momento, claro, omitiendo sus chismes. —Lo siento Maggi, tengo mucho trabajo por hacer —me coloco bien los anteojos, y regreso mi atención a mi ordenador para continuar con lo que deje a medias. Bloqueó todo a mi alrededor y solamente me concentro en mi trabajo, como normalmente siempre lo hago cuando no quiero que nadie me moleste. La mañana se va en asuntos de la junta y otros pendientes que tenía que organizar y tener listos antes de que los jefes de la empresa se reunieran en la sala de juntas. En un momento a otro la mañana se fue deprisa, la reunión salió bien como siempre y una vez termino pude ir por fin a comer algo a la cafetería. Mi amiga ya estaba esperándome allí. Sentada en una de las mesas al fondo la noté cuando entre a la cafetería. El lugar no es pequeño, tiene un buen espacio con varias mesas y sillas en el centro del salón y algunas otras pegas a los ventanales largos que este edificio resalta más por esa peculiar estructura. —Ya era hora —protesta mi amiga cuando me acerco a la mesa —Tuve que pedir por ambas si no no alcanzamos a comer. —Bien —digo, luego de sentarme en la silla frente a ella —Esto se ve… —¿Delicioso? —cuestiona con una sonrisa —Lo es, te va a gustar. —Si tú lo dices… —fuerzo una sonrisa mientras miro la escasa ensalada: unos trozos de lechuga, unos cuántos pequeños jitomates, zanahoria rayada, y algo morado que no sé qué sea —Nel, esto… —me callo un segundo, meneó el redondo jitomate con el tenedor mientras sigo viendo mi comida saludable —Necesito reponer energías y esto no ayudará a hacerlo, definitivamente, no me llenará. —No se trata de que te llene, sino de que te nutra mientras te alimentas. —Pero es que… —Pero nada, tú come. Si ya después sientes que necesitas comer algo más, me dices, y yo te consigo un batido delicioso elaborado con muchas proteínas y minerales que necesitas para tu rendimiento elaborar —me guiña el ojo. Ya hasta parece comercial de televisión con ese discurso absurdo. En cualquier momento me desmayaré o tal vez muera después de eso, mientras no pase enfrente de mi jefe. Al final terminaré desmayada y despedida. Que frustrante quedarse con hambre luego de haber comido, se siente como si no hubiera ingerido ningún alimento. Termino mi escasa ensalada, Nelly pide dos batidos de plátano y fresa, muy rico, de eso no me puedo quejar, pero me deja todavía con el hueco en el estómago. Para olvidarme del asunto y no estar pensando que todavía tengo hambre, le saco el tema del cambio de jefe en la presidencia. —¿Has sabido algo sobre la partida del señor Anthony? —¿Sobre su partida? —responde con una pregunta —¿Por qué debo saberlo yo? Tú eres su secretaria. —¿Entonces no te han llegado los rumores? —pregunto sorprendida. Esta mujer está igual que Maggi, tal vez no tanto, pero está como los periódicos, siempre tiene la nota principal antes de medio día. A veces le digo que se equivocó de empleo y que mejor debería trabajar en una prensa de chismes. —¿Sobre Daniel? —arquea una ceja. Ahí vamos otra vez a lo mismo, nunca pierde el momento para decir lo guapo que esta y el gran partido de hombre que es, que todas lo desean y quisieran ser esa mujer afortunada y estar a su lado como su novia, prometida y hasta esposa. —No exactamente, me refiero a la salida de mi jefe, dicen que se irá y ya no regresará a trabajar como el CEO de la compañía, ¿sabes tú algo? Se queda unos segúndos en silencio, como si estuviera recordando algo. Una sonrisa aparece en sus labios. —Por eso digo que se trata de Daniel —giro los ojos, está mujer, no se cansa de nombrarlo —No me mires así —se queja y me señala —Cuando lo conozcas me darás la razón. —No me interesa conocerlo, ni saber nada de él, solo quiero conservar mi empleo y que el señor Anthony no se marche, nunca podré tener un mejor jefe como él. Eso es cierto. Aunque me preocupa perder mi empleo, lo que más me tiene inquieta es su partida, si es que es verdad lo que Maggi me dijo antes. No sé porqué demonios le hago caso a los rumores, nunca lo he hecho y ahora esto me está agobiando mucho, necesito distraer mi mente y no estar pensando en eso, pero es imposible, mi trabajo es muy importante para mí.
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