•|07|•

1379 Words
"La puta costumbre de buscar ángeles en el infierno" —David Sant. — • — Mi pecho subía y bajaba tan rápido que por un momento creí que me daría un ataque de pánico, como aquella primera vez que no obedecí las reglas de la hermana suprema y me encerraron en el cuarto oscuro, no importó cuántas veces había gritado o rasgado la puerta, ni siquiera les importó que el día siguiente estuviera afónica y mis glándulas irritadas. — ¿¡Qué te pasa!? —Grité furiosa, no podía creer que tenía un arma filosa a un centímetro de mi rostro — ¿¡Estás loco!?— me aparte un poco del hacha, dando un paso hacia el sujeto con el dorso desnudo y ojos vendados. Mi respiración se estaba tornando un poco pesada, el pánico en cada parte de mi cuerpo. Quise volver a gritar pero su voz me asustó y volví a retroceder quedando nuevamente contra el árbol. — ¿Quién demonios eres? —su voz era gruesa y aterradora. —Yo... ¡Tú quién eres! —encontré las fuerzas para responder. —Aparte de tonta, sorda —respondió, caminó hacía mí y sentí que mi corazón colapsaba por cada paso que el daba. Su cabello n***o caía sobre su frente en ondas y el sudor recorría sus brazos, de no ser por el miedo invadiendo mi cerebro sería una buena vista la que este chico frente a mí transmitía. Cerré los ojos cuando su mano rozó mi mejilla y agarró su hacha. —Eres nueva aquí — mencionó y no como pregunta, si no como afirmación. —Co-como lo sabes... —mi voz se perdía entre mis cuerdas vocales. —Porque nadie en este pueblo es tan tonto para venir al bosque y mucho menos sola, ahora lárgate, tengo trabajo que hacer —caminó hacia un pequeño tronco rodeado de leña. ¿Cómo podía movilizarse fácilmente con ese trapo cubriendo sus ojos? — ¿Cómo te llamas? —me atreví a preguntar. Se supone que cuando alguien te lanza un hacha sales corriendo ¿no? ¿Y por qué entonces intento socializar con este chico de instinto asesino cuerpo de Dios? Ni siquiera debería estar hablándole. Él se giró lentamente —Mi nombre es nadie, ahora vete si no quieres que vuelva a lanzarte esto —señaló el hacha —y te aseguro que esta vez no fallaré. ¿Soy yo o su voz ya no suena aterradora? El ladrido de Astro me hizo dar un respingo, se escuchaba un poco lejos, me apresuré hacia el sonido cuando volvió a ladrar. Voltee antes de alejarme, viendo al chico alzar un poco su venda, dejando al descubierto un solo ojo, un ojo muy azul. ¿Cómo el cielo o como el mar? No lo sé, pero era hermoso. Me alejé lo más rápido posible, siguiendo el ladrido, llevándome a la salida del bosque. Al salir suspiré y apreté mi pecho. Genial, segundo día aquí e intentan matarme. Caminé hacia mi casa cuando vi al perro ladrando desde el porche, empujé la pequeña verja oxidada que estaba a punto de caerse. —No ha dejado de ladrar desde que saliste corriendo al bosque, el bosque es peligroso niña ¿Por qué hiciste eso? —al escuchar su voz volví a saltar del susto, aparentemente los habitantes de este pueblo querían darme un paro cardiaco. —Donovan.... —Toqué mi pecho cerrando mis ojos, calmando mis nervios —Lo siento, no te vi allí. —Te ves alterada, ven siéntate —me tomó por los hombros indicándome que me sentara en el escalón del porche. Astro seguía ladrando. Estaba a punto de dolerme la cabeza. — ¿Por qué fuiste al bosque? —volvió a preguntar. —Fui tras Astro —señalé al perro. — ¿Astro? Pero él no se ha movido de aquí, de echo los dos vimos cómo corriste al bosque sola. ¿Qué? —Pero si yo vi.... —susurré y señalé al bosque y luego toqué mi cabeza, ya empezaba a palpitarme —Olvídalo, fui al bosque porque creí ver algo, ya no importa. No, no creí ver algo, lo vi. Vi al perro, sé que no estoy loca. —Está bien, pero no vuelvas a ir y menos sola ¿De acuerdo? —asentí con la cabeza. Donovan a diferencia de su uniforme de policía de anoche hoy llevaba puesto una franela con un jeans desgastado, estaba sudado y un poco sucio y esa sonrisa amable no desaparecía de su rostro. —Limpiaste el patio —observé mi alrededor, solo faltaba darle una pintada a la casa y dejaba de parecer la casa de los sustos. Todo volvía a aparecerse a cómo era antes —Creí que habías dicho que mandarías a un conocido tuyo —le recordé, mirando su rostro y como sus facciones de relajaban. —Oh, sí, pero tenía el día libre así que decidí hacerlo yo mismo, también limpié la parte de atrás y para no ser limpiada durante tres años no estaba tan sucia como creía —se rascó la nuca y volvió a sonreír, me recordó un poco a celeste, siempre sonreía, a veces de más, pero yo amaba esa sonrisa. —Gracias por tomarte tu tiempo, iré por el dinero —intenté levantarme pero su mano en mi hombro no me lo permitió. —Tranquila, no lo hice por eso. —ah ¿no? Entonces ¿por qué? —tendría que dejar de ser tan directa. Vamos Hayden, muéstrale una sonrisa, al menos para que piense que no eres una mierda de persona —Lo siento, gracias por tu amabilidad —sonreí de medio lado, el notó mi esfuerzo por sonreír y soltó una risilla. —No pasa nada, me gusta ayudar a los demás y creí que necesitarías un amigo. Me levanté quitando los mechones de cabello de mi cara, mi trenza ya estaba desordenada. —Permíteme brindarte algo de tomar —entré a la casa seguida por él. Le serví un vaso de limonada muy fría, con el sol iluminando el cielo suponía que estaba sediento y se le apetecía algo frío. Astro se echó a mi lado, sé que lo vi entrar al bosque.... — ¿Cuántos años tienes? —intenté sacar algún tema de conversación, no era tan sociable, pero no quería crear un ambiente tenso. —veintidós —respondió jugando con el hielo en su vaso —Me interné en la policía hace un año, siempre quise proteger a Brasov del mal que la habita —sus palabras me dieron escalofríos. —Ah qué te refieres ¿Qué mal habita aquí? —me apoye sobre la isla de la cocina. —Bueno, hace años hubo varias desapariciones, niños y niñas entre cinco y ocho años —Me miró a los ojos —Dicen que el bosque tenía algo que ver, vieron a niños entrar ahí pero nunca regresaron, las desapariciones terminaron hace tres años, nadie sabe por qué, pero el pueblo está en calma desde entonces —esto era extraño. —Y tú ingresaste a la policía por si vuelven las desapariciones ¿verdad? —El asintió. —Tengo una hermana pequeña, debo protegerla. Era un buen hermano, ojalá hubiera tenido uno que me protegiera de las cosas que viví en el internado. —Tu hermana tiene suerte de tenerte —mencioné. En su rostro ya no estaba esa sonrisa pícara, así que me apresuré a cambiar de tema —Escuché qué habrá un baile en el pueblo —el alzó la mirada y volvió a sonreír. —Así es, celebran el inicio de la cosecha y la fundación del pueblo ¿Iras verdad? Es una buena noche para distraerse. —No lo sé... ¿Estarás ahí? —pregunté. —Si termino mi turno a tiempo, tal vez —sonrió —Si llegó temprano deberás concederme un baile —propuso e hice una mueca, no sabía bailar. —No prometo nada —le di una sonrisa de boca cerrada. Aún no estaba segura de ir, además no tenía nada que ponerme y ni siquiera conocía a nadie, solo a Donovan y al chico lindo del pueblo que me habló del baile ¿Cómo era que se llamaba? En fin, no importaba.
Free reading for new users
Scan code to download app
Facebookexpand_more
  • author-avatar
    Writer
  • chap_listContents
  • likeADD