26| Besos

2311 Words
"Pedimos sinceridad y cuando llega preferimos la dulce mentira." —Valentina Romanetti. Capítulo XXVI — . — Ya no era capaz de controlarlas, salían sin piedad y se deslizaban por mis mejillas como cascadas, las lágrimas se mezclaban con el agua que aún salía de la regadera y me cubría por completo. Abrasé mis rodillas con más fuerza, intentando controlar las ganas de gritar y destruir cualquier cosa. Ni siquiera era capaz de levantarme. > ¿Qué iba a pasar allí? ¿Recuperaría a Emily? ¿Perdería mi alma después de todo lo que hizo Blas por protegerla? La hermana luz tenía razón, no estaba lista para este mundo, este mundo impuro. Ya no iría contra la corriente, ya no más. — ¿Hayden? —Escuché a Blas acercarse con cautela, levanté la cabeza, encontrándome con sus ojos llenos de preocupación, los cuales se mantenían fijos en los míos sin atreverse a observar mi cuerpo desnudo —Ven aquí —me agarró por los hombros levantándome con cuidado, detuve su mano antes de que cerrara la llave de la regadera. —¿Dónde estabas? —pregunté en un susurro, sus cejas se fruncieron sin comprender —cada vez que te apartas un segundo de mí algo malo me pasa... —Tragué grueso, estaba enojada con él y no sabía por qué —¡si debes ducharte conmigo para mantener mi alma segura debes hacerlo! —golpeé su pecho varias veces antes que él atrapara mis muñecas y me sostuviera con fuerza, pero sin lastimarme. —Todo está bien, ya estoy aquí, tranquila —al ver que perdía el interés de seguir golpeándolo me soltó con cuidado, mi labio tembló lo suficiente para romper nuevamente en llanto —No, por favor, no llores —Me repetía y eso hacía que llorase más. Envolvió mi pequeño cuerpo entre sus brazos, sin importarle lo mojada que estaba. Hundí mi cara en su pecho mientras él apagaba el grifo y tanteaba la pared en busca de la toalla sin querer alejarse de mí. —Estoy cansada Blas, solo quiero una vida normal —sollocé. Podía sentir su aliento en mi cuello mientras mi respiración se cortaba. Busqué con desesperación su mirada, quería perderme en la intensidad de sus ojos, en sus colores tan peculiares. Él tan solo cubrió mi cuerpo con la toalla y me guio hasta la habitación sin mirarme. Me dejé caer en la cama, sentada y envolviéndome más en la toalla. Blas caminó hasta el closet y me tendió un suéter de mi padre, arrugué las cejas mientras agarraba con cuidado la prenda. —He notado que prefieres usar los enormes suéteres de tu padre que los pijamas de tu madre —dijo al ver mi reacción y encogió los hombros —Termina de vestirte, traeré las vendas. —No... —le agarré la mano antes de que se volteara —no me dejes sola... —Demoraré solo unos segundos, lo prometo. > No tenía idea de cómo, pero Colt podía hacerme daño en tan solo un parpadeo. Solté a Blas, él salió de la habitación y aproveché para vestirme y tumbarme nuevamente en la cama al instante que el pelinegro entraba con una cajita, se sentó frente a mí y se inclinó para ver de cerca mi herida en la frente. Dejé de respirar al sentirlo tan cerca. Terminó de limpiar la herida y poner una venda, esta vez sin envolver por completo mi cabeza, solo en el lugar afectado, acarició mi rostro y apretó mi mejilla, evitando que me alejara. Nuestras narices se tocaron y su aliento me hacía cosquillas sobre mis labios. Sus ojos me miraron fijamente, como si estuviera pidiendo permiso. Iba a decir algo, pero sus labios atraparon los míos, cerré los ojos y en volví mis brazos alrededor de su cuello, profundizando aún más el beso. Blas me besaba suave y apasionadamente, provocando que mis sentimientos se mezclaran y deseara mucho más de lo que estaba dando. En un ligero movimiento brusco chocamos nuestras frentes, golpeándome la herida. —Maldición —solté, Blas se alejó un poco de mí para inspeccionar el golpe, y sonrió un poco. —Creo que será mejor que duermas ya, necesitas descansar —propuso, se levantó de la cama para acomodar las almohadas. —Lo haré, pero sólo si te quedas conmigo. —Ese era el plan —sonrió nuevamente, él debería sonreír más seguido, tenía una sonrisa muy bonita. Nos acomodamos en la cama, en ningún momento rompimos la conexión de nuestras miradas, hasta que apoyé mi cabeza en su pecho. —Blas.. —susurré, mientras hacía círculos imaginarios sobre su estómago con mi dedo. —¿Sí? —¿Te has enamorado? —levanté un poco la cabeza para verlo, su expresión era fría como de costumbre, miraba fijamente a un lugar de la habitación y frunció el ceño antes de negar con la cabeza. —¿Y tú? —No lo sé —respondí honestamente, volviendo a acomodarme en su pecho. Cerré los ojos e intenté dormir, intentar olvidar a Colt y sus amenazas, pero era imposible. ¿Y si esta era la última vez que estaría con Blas? ¿Y si no volvería a verlo? —Intenta dormir —murmuró al notarme inquieta, me relajé al sentir sus dedos acariciar mi cabello. Pronto todo esto acabaría.. . . . Los rayos de luz me despertaron, extendí la mano en busca del chico pelinegro, al sentir la cama vacía me levanté de un salto, me sorprendió al verlo parado en el marco de la puerta, con una bandeja en sus manos. —Buenos días —dijo, acercándose —Estaba pensando en despertarte, pero te veías profundamente dormida. —Lo estaba, pero los rayos del sol suelen ser insoportables. —El doctor dijo que tienes que comer bien —puso el desayuno frente a mí, me lamí los labios, todo era mejor que la comida del hospital. Nos sentamos por un rato viéndonos la cara mientras comíamos, era una situación graciosa, muy pocas veces estábamos así, tranquilos el uno con el otro. Refresqué mi garganta con la limonada que Blas hizo, estaba deliciosa. —Iremos a buscar a Astro y te enseñaré a defenderte. —¿A defenderme? —Así es, sé que no podré cuidarte todo el tiempo. Alguien tocó la bocina de su auto tan fuerte que nos sobresaltó. Blasius se levantó para ver por la ventana y frunciendo el ceño se volteó hacia mí. —Dime ¿ya hiciste las paces con tu abuelo? —preguntó, caminando fuera de la habitación. Corrí tras él ¿Mi abuelo estaba aquí? —Espera, espera —lo interrumpí antes que saliera de la casa —Si es mi abuelo, es mejor que yo lo reciba, no salgas, si necesito ayuda te llamaré ¿de acuerdo? —Él dudó por un segundo, pero asintió, poniéndose detrás de la ventana para poder ver mejor, suspiré. Arreglé mi cabello y salí con cuidado de la casa, con el suéter de mi padre y descalza. Mi abuelo estaba en la acera, a un lado de su vieja camioneta, su cabello blanco resaltaba con el sol al igual que sus intensos ojos azules, iguales a los míos. Tragué hondo y me le acerqué. —Hola —saludé, cómo si nos saludáramos siempre, como si él no me hubiera tratado mal. Él se rascó la nuca, sin saber qué decir, solo miró la casa y la señaló. —Tienes que remover la pintura vieja y arreglar el tejado —mencionó. —Claro. Miré dentro de su auto, se notaban el par de maletas. Me sentía incomoda y a la vez emocionada. —Yo... me iré, solo quería avisarte para que no fueras a buscarme, a la cabaña. —¿Y a dónde iras? —Tengo una casa de campo a las afueras de Rumania, quiero pasar mis últimos años de vida allí, junto al lago. —Entiendo... —no sabía que más decirle, era la primera vez que teníamos una conversación normal. —Esto es para ti —sacó de su bolsillo unos papeles y me los tendió —Son los papeles de la casa, es tu casa por derecho después de todo. Lo miré sorprendida, pero me quedé callada y solo tomé los papeles. Mis manos temblaron al sentir el contacto con las delgadas hojas, mi abuelo me estudiaba atentamente mientras yo fingía leer el documento. ―Eres el vivo retrato de tu madre, mi querida Elizabeth. ―bajó la mirada al recordar a su hija. Nunca me había puesto a pensar el dolor que habrá sido al perderla, mamá era su única hija y al verme después de tantos años, quizás abrí esa nuevamente esa herida, por eso me rechazó y se negó recibirme. No quería estar con alguien que le recordara a su hija muerta. ―Ya tengo que irme, por favor, no vayas al bosque ―miró hacia esa dirección, en sus ojos se veía el dolor cargado por todos estos años ―Adiós, Hayden. ―Espera ―la palabra se me escapó antes que el subiera a su auto, mi labio tembló, al igual que todo mi cuerpo, aun así, di un paso hacia él, cerré los ojos y lo abracé, sintiendo como su cuerpo se tensaba. Mi abuelo… el único familiar que me quedaba. ―Gracias ―susurré, sus brazos me envolvieron por unos segundos antes de separarnos, el asintió y rápidamente subió a su auto y lo puso en marcha. Las lagrimas empezaron a fluir por mis mejillas, fue una despedida breve, pero necesaria. Yo la necesitaba. Apreté los papeles a mi pecho y sonreí. Blas salió al porche, observándome con los brazos cruzados sobre su pecho. ―Veo que el viejo cascarrabias aflojó su corazón ―Dijo, agité los papeles al llegar a su lado, ya me había limpiado las lágrimas, pero la sonrisa no podía ocultarla ― ¿Estas feliz? ―Preguntó, acariciando mis mejillas. ―Eso creo, no era la conversación que esperaba, pero al menos parece que no me odia tanto como creía ―confesé. Blas sonrió de medio lado y me llevó hacia el interior de la casa. Después de un rato, terminamos de desayunar y nos alistamos para ir a su casa, Blas empezó a enseñarme defensa personal, duramos todo el día en ello. La brisa era muy refrescante en esta parte del bosque, el lago se veía calmado y el árbol a su lado aun dejaba caer sus flores amarillas, cubriendo el pasto a su alrededor, como una alfombra. Estella al verme se alegró tanto, que empezó a preparar sus fabulosas galletas de ciruela, Cris se burló de mi cabeza vendada y Jinna solo saludó y dijo que se alegraba de que estuviera bien, luego se encerró en su habitación para seguir practicando sus hechizos. Aún no podía creer que era real, todo esto de la magia y los duendes, parecía un tema tan lejano a la realidad, que simplemente mi mente se negaba a aceptarlo. —Concéntrate, por favor —pidió Blas, ganando nuevamente mi atención. —Si, lo siento —dije, tomando la posición que me había enseñado hace unos minutos. —Intentaré atacarte por la derecha y entonces tú... —Blas seguía diciendo las intrusiones, pero ya no lo estaba escuchando, algo en el bosque había capturado mi atención, miré atentamente, hasta que lo vi, o más bien, a ella, la pequeña niña de coletas, su pequeño cuerpo estaba oculto atrás de las enormes ramas de los arbustos, pero aun así podía verla, su intensa y cruel mirada, la mirada de Colt. —Hayden —Blas me golpeó suavemente en el brazo, lo miré nerviosa, su ceño se frunció al notar como mi cuerpo se tensó. Él intentó voltear, pero rápidamente atrapé su rostro entre mis manos y estampé mis labios contra los suyos, tomándolo de sorpresa. Me aferré a su cuerpo, a sus labios, viendo como Colt retrocedía y desaparecía en las profundidades del frondoso bosque. Casi solté un suspiro aliviado, no quería que Blas lo viera, no quería que ese duende roba almas lo lastimara. Después de unos segundos, caí en la cuenta de lo que estaba haciendo, quise apartarme, pero Blas parecía encantado con el beso, sus ojos estaban cerrados y sus manos rodearon mi cintura. Cerré los ojos y me dejé llevar, moviendo los labios al ritmo de los suyos. Mi corazón latía tan rápido, al igual que el suyo. Una explosión de sentimientos recorría cada parte de mi cuerpo, nuestro beso suave y delicado, empezó a volverse uno salvaje y desesperado. Alguien se aclaró la garganta a nuestro lado, rápidamente nos separamos, no solo por la persona que nos había interrumpido, sino más bien por la falta de aire. —No sabía que el entrenamiento sería de esta manera ¿Puedo entrenar también? —mencionó Cris, mostrando una sonrisa burlona. Estella, quien estaba a su lado, lo golpeó en el brazo —Aush ¿Qué? Solo digo que se ve divertido. Estella sonreía de oreja a oreja y nos ofreció limonada, Blas agarró los vasos mientras mis mejillas no dejaban de arden, estaba segura de que mi cara parecía un completo tomate en estos momentos. —Iré a ver cómo está Astro —Mencioné, con la intención de escapar de la situación, pero mis planes se arruinaron al ver cómo Astro y Jinna se acercaban. —Entonces ¿Ya son oficiales? —preguntó Estella, sus ojos mieles brillaban de la emoción. Intercambie una mirada con Blas, a él no parecía incomodarle la pregunta ¿Acaso él sabía la respuesta? Porque yo no. Y después de todo, en unas horas no iba a importar y quizás, esta sea la última vez que esté compartiendo con la familia Blak.
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