Capítulo 7

1955 Words
— Maiia, que popular te has vuelto — La morocha rodó los ojos con el teléfono pegado a su oído. — Hola Federico. Imagino que te la estás pasando genial con mi nueva situación — respondió divertida. Federico, su hermano mayor, adoraba la atención y ella estaba segura que las atenciones que le llegarían, luego de aquella aparición de su hermanita en la página de Alex, lo debían estar haciendo sentir espectacular. — Me han llovido nuevos seguidores en mis r************* , pero tu sobrina es la más encantada con toda esta situación porque impulsó un montón sus páginas. Pía, la sobrina de la morocha, era una adolescente con el sueño de convertirse en influencer. Sus páginas promovían el cuidado del medioambiente y el consumo responsable de alimentos, por lo tanto la jovencita tenía distintas publicaciones sobre cuidado de huertas, elaboración de compost, formas de reutilizar elementos, entre otras. En varias de esa publicaciones Maiia había colaborado y ahora sus páginas explotaban de seguidores encantados con saber un poco más de aquella misteriosa mujer que apareció con Alex y no contaba con una sola red social a donde recurrir para saciar la curiosidad. De allí que las redes de su hermano y sobrina se vieron colapsadas de nuevos seguidores y mensajes indagando un poco más de aquella mujer. Tanto padre como hija se habían mantenido callados con respecto a la muchacha del momento, del que todos parecían querer saber algo. Opinaban que lo que Maiia quisiera decir lo haría en el momento que se sintiera cómoda, después de todo aún no podía manejar muy bien su ansiedad. — Me alegro de colaborar con la causa — dijo algo nerviosa. — La han llamado desde varios medios preguntándole por vos o pidiendo una entrevista. Tuve que hacer uso de toda mi autoridad como padre para que no accediera a ninguno de esos pedidos — Maiia rió. No se imaginaba a su hermano en modo padre autoritario —. No te rías, lo digo en serio — la regañó. — Está bien. No me rió más. Igual no entiendo qué tanto quieren, tampoco que mi vida fuera tan interesante. — Maiia, Maiia. Qué pocos entendés… No les interesás vos, les interesa que les des información jugosa sobre Alex. Él, en el video, dice que se va a ir a un lugar para mejorar su estado actual, pero no da demasiada información de qué cosa estaba pasando, cuánto tiempo lleva en este asunto, nada. Los periodistas quieren eso y nadie de la banda va a decir nada, asique, o les decís vos, o les dice Charly, y todos sabemos que Charly debe estar evaluando la opción de hablar cuando les traiga mejores ganancias a la banda. — No te voy a decir ni una mierda a vos tampoco — lo pinchó sabiendo lo chismoso que era su hermano —. Pero voy a hablar con Charly esta tarde justamente de eso. No pensé que iba a explotar tan rápido la noticia. Todo va a una velocidad increíble — finalizó pasando sus mano por el corto cabello n***o que no se despeinaba ni aunque estuviera todo el día haciendo aquel movimiento. — Maiia, tranquila. Charly te va a asesorar cómo manejar todo. No te presionés demasiado — le pidió preocupado a su hermana. Ella debía intentar lidiar con estos asuntos de estrés, pero tal vez la nueva situación era mucho más grande de lo que podría manejar. — No te preocupes, Federico. Mi psicólogo me ayuda y Carlos sigue tan atento como siempre, además que darle una mano de vez en cuando a la novelesca vida de Cristian también me ayuda — sonrió intentando transmitir una seguridad que no sentía. Tenía miedo de que todo se vaya al carajo en cuanto las críticas y los comentarios sobre ella crecieran. Si algún periodista se ponía a indagar sobre su pasado, ¿qué iba a pasar?¿cómo lo manejaría? No tenía idea y eso la ponía un poco ansiosa. — ¿Sigue con su amor platónico no correspondido de siempre? — preguntó entre risas. —Sí, ojalá la mina se diera cuenta de que está super embobado por ella, pero bueno, no lo hace y me da una bronca… —Maiia no podés controlar todo lo que pasa todo el tiempo — dijo sabiendo que su hermana quería interferir en aquella situación, como también tendía a querer controlar cada aspecto de su vida, cada pequeño detalle de lo que pasara por ella —. Tratá de enfocarte en el trabajo y dejá que todo fluya. — S-sí… E-eso voy a hacer — Sus nervios comenzaban a nublarle un poco el pensamiento, el no saber, el no poder predecir, qué sucedería con su nueva, y poco querida, fama la tenía con un constante nudo en el estómago. — Pía quiere que vengás a comer mañana. ¿Te parece bien? — preguntó su hermano con esa ternura en la voz que le alivianaba el alma. — Se-sería genial. Mañana voy. ¿Lle-llevo algo? — El postre. Sabés que no entrás en esta casa si no traés helado — Maiia sonrió. — Bien, llevo helado — aseguró asintiendo con la cabeza. Al día siguiente Maiia bajaba del taxi que la acercó a la linda casita de su hermano. Si bien era pequeña tenía un patio tan bien arreglado, cortesía de su sobrina, que se podía relajar sin problema en él. — ¡Tía! — El grito de Pía se escuchó desde la vereda. La puerta se abrió dejando ver a su sobrina con ese corte de pelo largo en general y al raz en uno de sus costados. Ese aro de argolla en la nariz le daba su toque bohemio y esa bellísima sonrisa siempre la hacía conseguir lo que se proponía. Maiia la dejó que se aferre a ella con fuerza mientras reían alegres. — Hola sobrina bella. Tan delicada como siempre — dijo riendo. — Hoy hay mucho que hacer — exclamó la jovencita —. Tenés participar en un vivo conmigo — Maiia torció el gesto —. ¡Dale, tía! No hablás. Sólo saludás y algo así. Los seguidores crecieron muchísimo y si consigo un vivo con vos sería un golazo para mi página — le pidió poniendo su mejor cara de niña buena. — Está bien — accedió Maiia ingresando al hogar de su hermano —. Pero no hablamos ni de mí, ni de Alex — la condicionó. — No, no, no. Nada de eso. Hacemos un par de cosas en la huerta y ya — dijo sonriendo. Maiia asintió y la muchacha chilló emocionada —. Ya mismo voy a arreglar todo y más tarde lo hacemos — dijo entusiasmada saliendo al patio para comenzar a poner la huerta de la forma más presentable posible. — Federico — La morocha se acercó a su hermano para abrazarlo con fuerza. Ese hombre era todo para ella. Solo él se mantuvo invariantemente a su lado, aún en los peores momentos de la morocha, cuando ella ni siquiera sabía cuánto tiempo llevaba navegando en ese mar de alucinógenos y sexo. Amaba a su hermano más que a su propia vida y era capaz de darlo todo solo por verlo sonreír, como en ese momento que se sentía feliz al ver cómo ayudaba a su pequeña niña con aquel proyecto que llevaba adelante. Pía no era como muchas de sus amigas. A ella poco le interesaba el maquillaje o los cantantes del momento. La muchacha quería marcar una diferencia y por ello llevaba adelante sus r************* , poniendo tanto empeño en ello, que pasaba horas enteras analizando nuevas opciones e indagando sobre lo último en materia ecológica. Federico se sentía orgulloso de su hija y la apoyaba en todo su proyecto. Maiia también y por eso había accedido. Gracias a la muchacha ella cambió su tipo de alimentación y su forma de vida, eligiendo siempre algo más amigable con el medio ambiente mientras que intentaba hacer su propia huerta, algo que no se le daba bien y por eso recurría a la casa de su hermano en busca de verduras y frutas frescas. Pía le había enseñado a cocinar de una manera más natural y utilizando nuevos ingredientes que ella desconocía por completo. En la mesa Pía tomó una foto de ella junto a su padre y tía, que posaban entre unos cuantos platos llenos de pastel de papa, adelantando un poco quién la acompañaría en la transmisión de la tarde. Miles de seguidores se unieron y comenzaron a comentar, aumentando la rentabilidad de la página de la muchacha y logrando que varias marcas comenzaran a mirar en su dirección. Terminaron de comer y llegó el momento de aquella transmisión. El trípode estaba en su lugar, las luces colocadas y ellas con sus guantes puestos. — ¡Hola mis bellos! — saludó la muchacha antes de explicar qué iban a hacer y quiénes la iban a acompañar. Tanto su padre como su tía se notaban nerviosos por la participación y la enorme cantidad de comentarios que llegaban. Los seguidores comentaban que los adultos eran increíblemente sexys y querían escuchar a Maiia hablar con su voz grave de locutora, datos que le arrancaron tiernas carcajadas a la menor de la familia. Pasaron unos cuantos minutos en la huerta mientras la jovencita daba diferentes consejos y Maiia participaba haciendo alguna que otra pregunta. Al finalizar la transmisión miles habían visto aquella actividad familiar haciendo que la pequeña sonriera satisfecha. -------------------------------- Sí, ahí estaba una forma de acercarse. Maiia no se dejaba ver mucho, pero seguía manteniendo esa patética vida de mujer de clase media que no tenía idea de las cosas que pasaban a su alrededor. Ella seguramente caminaba por las calles sin custodia ni compañía. Era fácil, sencillo, discreto. Sonrió completamente satisfecho de sus avances, su plan no podía fallar, él era demasiado inteligente para cometer errores y ella demasiado estúpida para hacer que algo fallara. Nada iba a salir fuera de lo planeado, nada iba a salir mal y él por fin se acercaría a Alex, su objetivo final, su Dios personal, su mundo entero. "Espera por mí" y con esa frase dando vueltas en su mente dejó el teléfono sobre la mesa antes de engullir ese plato de fideos. ------------------------------ — Tal vez ahora más adolescentes quieran tener sus huertas — dijo limpiando su frente con el antebrazo. Hacía calor y una limonada fresca les sentaría muy bien. No pasaron ni tres horas y ya varias empresas contactaron a la pequeña ofreciendo reuniones con ella para hacer intercambios de publicidad mientras la muchachita pudiera asegurar números de seguidores y visualizaciones constantes. — Tratá de tomarlo con calma — le aconsejó Maiia bebiendo su limonada. — Lo sé. Sé que muchos solo quieren saber de vos y les importa una mierda lo que yo publico, pero ¿quién dice? tal vez varios sí terminen interesados — dijo encogiéndose de hombros. Pía sabía que los números bajarían en los próximos días, pero por lo menos ya había logrado que varios medios pusieran sus ojos en su página y eso siempre era bueno. — Yo creo que te va a ir muy bien — La morocha abrazó a su sobrina que no tardó en devolverle el gesto. — No voy a decir una sola palabra de tu vida — le aseguró en un susurro. La pequeña no sabía demasiados detalles del pasado de su tía, solo que había algún tipo de problema con las drogas y el alcohol, pero no mucho más. Aunque si hubiese sabido toda la historia tampoco se la contaría a nadie, era la vida de su tía, era su pasado, su doloroso pasado que aún no podía superar.
Free reading for new users
Scan code to download app
Facebookexpand_more
  • author-avatar
    Writer
  • chap_listContents
  • likeADD