La cena

1327 Words
Llegamos a una plaza y entró al estacionamiento -Bajate -No, te dije que quiero ir a casa -Basta de tus dramas. -Quiero irme -Obedece -Jaja, obede... Me soltó una bofetada -¿Qué chingados te pasa Javier? - si, ese es el nombre de mi prometido. -Es tu culpa, me sacaste de quicio. Estaba a punto de responderle cuando escuché que nos hablaban. Al parecer él tenía planeada la cena con sus amigos, de lo que yo no estaba al tanto, y al parecer eran igual de impuntuales. Me tragué el coraje y el llanto y les sonreí. Javier me extendió la mano para ayudarme a bajar del coche, cuando salí me abrazó por la cintura y me dijo al oído -Perdón, pero ya sabes que cuando me enojo no siempre me controlo. No era la primera vez que tenía un arranque violento, regularmente eran gritos y culparme de cosas, jalarme o sostenerme fuerte, pero hoy cruzo la línea. El problema es que al inicio no me di cuenta de algunas banderas rojas, de cierta forma esa brusquedad la vi como una forma de ser dominante, después fui viendo que no era así. Lo cierto es que, también me provocó un conflicto muy fuerte que en un momento me hizo pensar que yo exageraba: si disfruto del sadismo de un Amo, porque aquí me hace sentir tan mal. No tengo una persona de confianza a la cual poderle decir sobre esto, he pensado en ir con un terapeuta, pero ¿qué me va a decir?, seguramente que yo permito la violencia y el maltrato y que por eso me enrede en una relación Ds y que no hay diferencia en lo de ahora, salvo que no me está pareciendo. Ahora que lo escribo, veo que realmente puede resultar contradictorio, pero me gustaría aclarar que me he dado cuenta que no es lo mismo una pareja que busca imponerse y maltrata a un Amo que domina. Los motivantes de la bofetada de Javier viene de una falta de control de emociones y que explota al no saber manejarse; una bofetada del Amo era controlada, era fuerte pero sin lastimar, vaya ni siquiera los castigos eran explosivos y descontrolados, mucho menos sin aviso… Definitivamente me sentaré a pensar más en ello. Todo esto lo pensaba mientras caminábamos por la plaza, hasta que llegamos a Hooters. No negaré que parte de la vista es tentadora, algunas de las chicas se ven muy bien, pero estos con los que estoy son unos verdaderos patanes. Somos 2 parejas y 1 soltero, estos sujetos no paran de mirar a las meseras y han hecho comentarios sobre ellas y empezó, obviamente, el tarado soltero... Pero los que vienen acompañados no tardaron en empezar a reír de sus comentarios y también de empezar con sus dobles sentidos entre ellos y comentarios impertinentes a las chicas. Vaya que hasta uno de ellos le ha dicho a su esposa que no estaría mal que se "pusiera así". Si quieren nos vamos y los dejamos solos - No pude aguantar más y hablé, todos me voltearon a ver cómo si estuviera loca. ¿Qué te pasa?, ¿te da miedo que el amor de tu vida ponga los ojos en otra? - Ese era Ricardo, uno de los amigos de Javier, y a mí opinión, el más idiota de todos. No, solo creo innecesario y exagerado los comentarios y por lo que veo no soy la única incómoda. No le hagan caso - ese era Javier - está en sus días. No pude evitar reír mentalmente, en realidad no tendría sangrado en varios meses; pero también sentí enojo de utilizara eso como justificación de un supuesto mal humor y, no lo negaré, sentí tristeza, El Amo jamás se equivocó en mis fechas de sangrado. La pareja de uno de nuestros distinguidos acompañantes reforzó mi comentario acerca de las meseras, la gran diferencia fue que su novio se disculpó y no volvió a hacer ningún comentario respecto a las meseras, tan fácil que es hacer que tu pareja se sienta cómoda. Este tema de la incomodidad sobre los comentarios, hizo que Ricardo desviará la conversación hacia un camino ridículo: la condena del matrimonio, que, obviamente era el tema de novedad, porque estábamos muy cerca de la boda. Te digo amigo, yo mejor me quedo sin ataduras. Puedo ir a donde quiera, con quien quiera. - Ese fue Ricardo Vamos, no lo asustes. Realmente no es malo, mirenme 5 años después de mudarnos juntos y todo marcha increíble - Marco, el novio de la chica que me había apoyado respecto al tema de la mesera. Si Marco, pero es diferente vivir juntos que casarse. Al menos a ti no te quitará la mitad de tus cosas si terminan. ¿Y quien dijo que soy tan tonto para poner bienes en común? - Ahí va Javier. Estallaron las risas. Sinceramente estaba muy molesta. Si bien, no había pasado por mi cabeza “quitarle” sus cosas, el que lo dijera así me molestó bastante. Como si yo no tuviera las posibilidades de tener cosas propias o que me hiciera parecer una mujer interesada. Creo que controlar mis gestos fue imposible, ya que Ricardo me abordó. Hijole Sofi, ¿ya oíste que no te toca nada? Si, lo escuché. A ver si ahora no termina contigo, eh Javi Chicos, ya basta. Están cruzando la raya - esa era Susana, la novia de Marco - cada quien que haga lo que quiera, si ellos están felices es una maravilla. Sofía, a mí me hace muy feliz una chica en el grupo. Cuando estos se reúnen es aburridísimo. No sabia que era tan aburrido - Dijo Marco entre risas mientras la abrazaba por los hombros y le daba un beso - Deberé aprender más chistes ¡NO! - Susana realmente gritó - No Cariño, es suficiente con los que ya sabes Todos comenzamos a reír; en un buen sentido de la palabra, Marco es el payaso del grupo, siempre haciendo cosas graciosas y contando chistes, que sinceramente no siempre son buenos y creo que Susana comparte mi opinión. Ver a Susana y a Marco fue muy lindo, realmente es lo que yo quisiera tener; no diría que es envidia, solo es… algo parecido a la nostalgia. Como ya he dicho, soy fans de las historias y sueños de relaciones de miel sobre hojuelas: amor a primera vista, familia con niños y mascotas, los suegros a los que llamas mamá y papá, un esposo con regalos sorpresa y serenata, y todo lo que se les pueda ocurrir. Pero, qeuí estoy, saliendo de un contrato de dominancia de varios años y con un novio, futuro esposo, que es un cabeza hueca. La cena siguió sin novedades, tampoco diré que fue amena ya que la mayor parte del tiempo era ignorada. Javier, si bien me tenía con una mano en la pierna, no me prestaba mucha atención o me incluía en las pláticas, intenté intervenir en varias ocasiones pero sin éxito. No diré que fue malo, pero terminé hablando con Susana sobre cosas triviales, saber que le gusta de música, de películas, que estudió, a que se dedica y, si tienen duda, descubrí que no tenemos nada en común, no se como podría llevar una relación de amistad con ella, aunque las amistades no siempre tienen cosas en comun, supongo que el tiempo y estas increíbles salidas en grupo nos irán acercando. No crean que no tengo más amigos o amigas, es solo que, en mi visión de una vida idílica, las parejas de los amigos se hacen amigos, y el grupo crece con cada nuevo emparejado, después ven crecer a los hijos que te llaman tío y cositas así. Después de unas 3 horas, en las que además a Javier ya se le empezaba a notar las cervezas que había tomado, los señores decidieron que era hora de irnos. En verdad agradecí el momento de despedirnos.
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