CAPÍTULO 01 | "Casi Atrapados"

1412 Words
Tres mes antes. 10 de octubre. Agarré tres tarros de azúcar, pero me detuve antes de echarlos dentro del café ¿Se le echaban tres o dos tarros? Miré hacia el techo, claramente me sentía estresada y mi mente estaba por las nubes, ni siquiera me gustaba el café ¿En qué estaba pensando? Tomé la tetera e invertí el contenido del café en el lavamanos para remplazarlo por un té de manzanilla, necesitaba relajarme y quitarme un poco lo abrumada que estaba desde hace semanas atrás. El reloj en la pared superior del comedor marcaba un cuarto para las ocho de la mañana, no hace mucho había regresado del hospital, si mi abuela no me hubiera insistido en que viniera a descansar seguramente estaría en la cafetería de aquel lugar congelándome del frío ¿Por qué hacía tanto frío allí? Mientras esperaba que el agua para el té hirviera fui a la habitación de mi abuela, agarré otras mantas y abrigos para meterlos en la bolsa, se los llevaría en la tarde. Thanos se acercó a mí cuando me senté junto a la ventana, quise acariciarlo, pero solo se encogió y empezó a gruñir antes de alejarse ¿Cómo podía caber tanta rabia en su pequeño cuerpo? Era un chihuahua de color café, muy tierno con mi abuela, pero cuando se trataba de mí, hacía de todo para mostrar su odio desenfrenado hacia mi persona. El pequeño perro saltó y se acostó en la silla mecedora donde mi abuela solía descansar todas las tardes mientras miraba por la ventana hacia un hermoso jardín que daba al otro lado de la calle. Miré en esa dirección y bufé con irritación, hace dos semanas el señor Gómez había vendido su casa junto a su hermoso jardín de exóticas flores. El nuevo dueño había mandado a construir un enorme muro alrededor del terreno, ahora al mirar por la ventana solo se apreciaba un enorme muro, gris y aburrido. ¿Por qué no compartir la belleza de su jardín con sus vecinos? El celular empezó a vibrar y corrí a la cocina para contestar. —¿Sí? —una música clásica se escuchaba al otro lado de la línea. —¡Hola Rose! — aparté un poco el celular de mi oído ante el chillido de mi querida amiga. — ¿Cómo estás, Darla? —Extrañándote, las clases no son lo mismo sin ti. Sonreí. —Salí temprano del hospital, creo que puedo ir a la universidad y alcanzar la última hora de clases, así aprovecho para llevar los trabajos y hablar con la coordinadora. —Suena bien, por cierto ¿Cómo sigue tu abuela? —Está estable, el doctor dice que podría darle de alta la otra semana. — Me alegra escuchar eso, ¿qué te parece si nos encontramos en la salida de la universidad y después te acompaño al hospital? Me gustaría visitar a Lidia, extraño sus insultos —solté una risilla ante su comentario, ella y mi abuela siempre discutían por casi todo, pero esa era su forma de demostrar su cariño mutuo. —Le encantará verte, estaré allí en unas horas, te veo luego —dije, ella se despidió animadamente, luego de colgar busqué una taza para servir el té. Thanos ladró a mi lado, lo miré incrédula —¿Qué pasa? —el animal ladró otra vez y se acostó en el suelo mientras su mirada se entristecía —Te entiendo, yo también quiero que vuelva a casa. Suspiré. La casa no era lo mismo sin la abuela, ella había cuidado de mí desde los cinco años, cuando mis padres murieron en un accidente automovilístico. Mi familia se había vuelto pequeña, pero estaba muy agradecida con lo que tenía. Hace unas semanas, tres para ser exacta, mi abuela tuvo una recaída, estuvo desde entonces en cuidados intensivos, ayer al fin la habían bajado a una habitación cómoda, aliviándome. Terminé mi té y fui a dormir un rato, después de unas horas, al despertarme podía sentir mi cuerpo pesado, como si todo el cansancio acumulado de estas semanas hubiera caído justo sobre en mis hombros en estos momentos. Con esfuerzo me levanté de la cama y caminé perezosamente al baño, mi reflejo espeluznante en el espejo me recibió al encender la luz, mis ojos se abrieron de par en par al ver mi aspecto, tan solo había dormido tres horas ¿por qué parecía una momia que recién se levantaba tras varios siglos muerta? Tomé una ducha rápida y me vestí con algo simple, mi cabello rubio lo amarré en una coleta desordenada y tomé los trabajos que me habían enviado los profesores para no atrasarme con las clases. —Nos vemos, Thanos —me despedí del Chihuahua antes de cerrar la puerta del departamento, el perro respondió agresivamente hasta que dejé de escuchar sus ladridos al salir del viejo edificio. Ese perro necesitaba relajarse. Caminé por la acera, pasando frente al enorme muro, el portón estaba cerrado, impidiendo ver la transformación de aquella casa. La persona que le compró al señor Gómez debía tomar muy en serio su privacidad, para hacer que construyeran todo esto en tan solo dos semanas. Algo de esa casa me llamaba la atención, no sabía si era porque la había visto toda mi vida de una forma libre y ahora se veía tan encerrada, tan misteriosa... Cómo si el nuevo propietario no quisiese que nadie se enterara de lo que pasaba ahí dentro. Tomé un taxi y llegué a la universidad después de veinte minutos, que bueno que hoy no había tráfico. Llegué a la oficina de Elena, la coordinadora de la carrera, ella sonrió al verme y me indicó que entrara y tomara asiento. A pesar de su edad se veía muy joven, eran una de las cosas que me gustaba de ella, su largo cabello n***o la hacía ver de cierta manera sexy. Ella y mi madre eran muy unidas, cuando mis padres murieron fue muy doloroso para todos, pero el dolor fue ese imán que la llevó a ella a cuidar de mí, en todo momento ayudaba a mi abuela y siempre estuvo cuando necesitaba una amiga. — ¿Cómo sigue Lidia? —preguntó, acomodando su oscuro cabello hacia atrás. —Con suficiente energía para echarme del hospital —mencioné con ironía. —Es porque sabe que necesitas descansar —me señaló alzando una de sus cejas —se nota que no has dormido bien en varias noches —se levantó de su silla y caminó hacia mí, quedando a mi espalda para envolver sus brazos alrededor de mi cuello y descansar su mentón sobre mi cabeza —sabes que eres como mi hija, necesito que descanses ¿ok? —asentí varias veces. —Todo estará bien —le dije, dándole palmaditas sobre sus manos. —Se supone que yo debería decirte eso a ti —me dio un beso en la cabeza y se alejó para tomar el celular que sonaba de manera insistente — ¿Sí? —la observé cómo respondía y ponía los ojos en blanco — ¿Te importaría esperarme unos 15 minutos? —me preguntó después de colgar y buscar entre sus papeles. —Claro, no hay problema. —Estupendo, llevaré estos papeles a la facultad de derecho, ponte cómoda, cariño —arregló su cabello y retocó su labial rojo, yo fruncí mis cejas — ¿Qué? El coordinador de derecho es guapo —se defendió, dicho esto salió de su oficina resonando sus altos tacones sobre el suelo. Sonreí al imaginarla coqueteándole al señor Fleming. Elena era una mujer independiente, siempre tuvo citas, pero nunca nada en serio, ni siquiera cuando quedó embarazada. Caminé por la oficina, observando las pinturas y los objetos de porcelana que le gustaba coleccionar. Todo se veía elegante y delicado. En su escritorio estaban dos fotografías, una donde estaba ella junto a mi madre, cada una cargando a su bebe. Agarré la otra fotografía donde Elena sonreía junto a mí y Sam. —Vaya, vaya, miren a quién tenemos aquí —me volteé para mirarlo a los ojos, su voz era ronca y burlona. Sam... —Tu madre no está aquí, Sam —Mencioné, dándole la espalda nuevamente para acomodar la fotografía en su lugar. Sentí su mano abrazar mi cintura y su aliento rozar mi cuello, provocando que mi cuerpo se estremeciera —Pero volverá pronto, solo fue a dejar unos papeles al edificio del frente. —Tenemos tiempo.
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