Manuel logro convencer a su amiga y socia para ir a bailar y así lo hicieron. Él llegó al conjunto residencial las alamedas muy puntual.
-Estas muy hermosa- dijo dándole un beso en la mejilla.
-Gracias- le respondió el beso- y ...¿Tu novio no se va a molestar?
-Tú tranquila, yo me encargue de dejarlo bien cansadito- rio malicioso.
Embarcaron en el auto de Manuel y al llegar a la discoteca y se encontraron con varios amigos, se sentaron juntos y comenzaron a beber.
En el grupo se encontraban viejos amigos de la universidad y uno que otro diseñador.
Cuando le fueron a brindar el trago, Abigail lo rechazó.
-No gracias, mi licor es la música, y tomando a Manuel de la mano se lo llevo a la pista - querías bailar, entonces vamos a bailar.
Abigail bailaba cualquier ritmo musical y Manuel hacia un esfuerzo muy grande para seguirle el paso.
-¡Dios eres como una diosa del baile!- murmuró él cansado.
-¿No me digas que ya te cansaste?- le toco la barriga- vamos debemos quemar toda esa grasa.
Ambos reían felices mientras hablaban y bailaba.
En un cambio de música del lugar, una mano se posa sobre el hombro de Abigail, sobresaltándola.
Ella gira su rostro y ve al hombre que tiene al frente
-¿Abigail?- una voz varonil - ¡Yo sabía que eres tu! - dijo José emocionado.
Para la joven fue una sorpresa muy emocionante por lo que él en cierta forma representaba. Para Manuel fue algo fantástico, porque ella nunca hablaba de sus amigos y mucho menos de uno tan guapo como este.
-¡Hola! - le sonrió y le dio un beso en la mejilla. Al ver la expresión de felicidad de él, se sintió algo incomoda, porque siempre supo que él estuvo enamorado de ella, pero a la joven nunca le agradaba como hombre si no como amigo, pues a ella le gustaba su mejor amigo - ¿Cómo estás?
-Bien, bien. ¡Estas hermosísima!- exclamo el hombre admirado.
Estas palabras la puso en alerta. No quería por nada darle motivos de que se ilusionara nuevamente con ella.
Manuel al ver la charla que se estaba llevando y que él había quedado igual que un cero decidió ir a la mesa y aprovechar para tomar una bebida por que la mujer le estaba quemando toda la grasa de su adorado cuerpo. La chica era una máquina de bailar.
Los dos jóvenes en medio de la pista y con el acompañamiento de la música estridente seguían con su anodina charla.
-¿Estas con tu novia? - quería saber que terreno pisar.
Él rio ante aquella pregunta.
-No ¡Estoy con los de siempre! - dijo señalando la mesa donde se encontraban Eliam y Eliécer - y ¿Cómo estás? ¿Qué estás haciendo?- quería saber de ella.
-¡Ah, qué bien!- exclamo mientras pensaba y se burlaba del pasado. “Están los tres mosqueteros” pensó, siempre los tres juntos y ¿Dartagnan estará con ellos? Ellos siempre los llamaban como los personajes la pintoresca obra de Alexandre Dumas.
José se notaba emocionado.
-Aby, te invito un trago con nosotros, si por favor, te espero allá- la comprometió sin darle la oportunidad de negarse- solo será unos pocos minutos. Me gustaría saber de ti y de tu vida.
Ella miro el lugar donde él señalo, ahí debía estar él. Su gran e imposible amor.
-“Sí, porque no verlo, una vez más, a lo mejor ya estaría casado” –pensaba la joven mientras miraba hacia donde e indicaba su amigo. “Abigail eres una masoquista” se reprendió nuevamente y reía para sus adentros por la conjetura de sus pensamientos.
- ¡Si claro! - le confirmo a José y él se fue sonriendo.
Cuando José se marchó, la joven rápidamente corrió donde se encontraba Manuel con un vaso de licor, reía entre los amigos con los que estaban compartiendo.
Sin darle tiempo le quitó el vaso, y se lo llevo a un lugar aparte para poder hablar a solas con él.
–Manuel - dijo con cara melosa – mi lindo Manuel- le acariciaba el brazo para que él la mirara- Necesito un favor tuyo, y no te me puedes negar -lo miraba fijamente.
Él arqueando la ceja la miro y rápidamente sospecho de ella.
-¿Cuál? No me gustan esos ojitos- él sonrió y le hacían gracias los gestos de ella – me siento como un débil conejo ante una feroz leona.
Ella sonrió y luego inflo sus pulmones y después de dejar salir todo el aire contendido le lanzo las palabras.
-¡Quiero que seas mi hombre! - miraba la cara de sorpresa de él.
El rostro de Manuel se puso serio al oírla.
-¿Tú qué? - La miraba incrédulo - Pero... querida ¿sabes lo que me estas pidiendo?- respiraba nerviosos y miraba a todos lados.
-Por favor, solo te pido ese tipo de ayuda a ti porque eres mi amigo- dijo nerviosa.
Manuel la miraba y la veía con los ojos brillantes y suspiro.
- ¿Ese hombre está aquí? – le pregunto.
Ella guardo silencio y se llevó el dedo a la boca y comenzó a marcar una uña.
Su silencio y el morderse la uña le confirmaba a él que estaba muy nerviosa.
-Ok, my love- y la sacó a bailar para calmarla un poco.
Después de un rato los dos llegaron a la mesa donde se encontraban tres hombres. Ella llego abrazada con Manuel, porque había llegado al acuerdo de que serían una pareja muy enamorada.
Después de saludarse y presentarse formalmente se sentaron y charlaron por un rato y recordaron viejos tiempo cuando los cuatros eran bailarines.
Ella lo miraba, la escasa iluminación no le permitía verlo bien, se conformó con lo poco tenia, en ese momento, se sentía como una adolescente robando una oportunidad para verlo y con eso conformarse, tenía los nervios de punta.
Manuel no pasaba nada desapercibido del grupo. Observaba a los tres hombres como buscando algo.
-¿Todos ustedes fueron bailarines? - repetía sorprendido Manuel y miraba a los tres con curiosidad. Él no tenía rastro de homosexualidad quería descubrir cuál era el hombre que a su amiga tanto le gustaba.
José se siente incómodo por el golpe bajo que le acaban de propinar y se retira y Eliécer lo acompaña, en esos momentos para tranquilizarlo un poco. A Manuel le suena el teléfono, también sale dejando solos a Eliam y Abigail.
Eliam poco a intervenido en la conversación haciendo sentir incomoda a Abigail y ella enseguida le pregunta para salir de la duda.
-Eliam ¿Te sientes mal o es estas disgustados porque nosotros llegamos? Porque si es así...
Él se sorprende al oírla.
-No, no como se te ocurre, solo estoy preocupado por un asunto que tengo que resolver - se acomodaba en la silla incomodo- No vayas a pensar mal - la miraba.
-Está muy cambiada- dice él por buscar algo de conversación.
-Sí, los años no pasan en balde- le respondió con cuidado. No quería estropear esa única oportunidad de verlo y llevarse un hermoso recuerdo de él, especialmente porque no estaba acompañado de Dartagnan.
Ella está más que nerviosa, esta emocionada, aun su corazón saltaba de alegría con solo verlo pero oírlo le causo un estrago. Debía salir rápido por eso cuando vio llegar a Manuel se levanta y se despide y es cuando él le pide un número telefónico, ella toma una servilleta y lo escribe y se marcha colgada en los brazos de Manuel.
Manuel que por fin vuelve a ser el mismo chico extrovertido le sonríe cómplice.
-Querida, querida, ¿Por qué le diste el número mal a ese mangazo? - dijo de manera coqueta.
Ella dejo escapar una risilla nerviosa. No quería que por nada en el mundo Manuel supiera de su interés por Eliam.
-Porque no me interesa que José ni él se comunique conmigo- le sonrió. Solo lo quería ver, solo eso. Se sentía satisfecha.
Ella suspiro. Realmente él estaba mucho mejor ahora. Su decoro al hablar se mostraba él muy elegante y ni para que hablar de su apariencia, se veía extraordinario, aunque fuera a media luz.
Los amigos siguieron bailando hasta pasada la media noche.
-Mañana debemos madrugar- Manuel despidiéndose de los amigos.
-¿Mañana? - ella miraba el reloj - será ahora más tarde- reían como tontos.
Después que se despidieron de los amigos de parranda subieron al auto y emprendieron la ruta para el apartamento de Abigail.
-¿No me vas a decir cuál de los tres es? - La curiosidad lo tenía mal, porque le encantaba un chisme.
Ella rio al ver lo poco que aguantaba por preguntar.
-¡La curiosidad mato al gato! - lo miraba y desviaba la conversación.
Él suspiró.
-Ay mi amor, si lo mató, pero antes sacio esa curiosidad, así que supo la verdad y murió feliz - reía.
Cuando ya llegaron al parqueadero ella dijo.
-Descansemos el domingo y el lunes comenzamos a decorar la casa, ok- bostezaba mientras hablaba.
Él le dio un beso al dejarla en la puerta de la casa y se marchó en su auto para su casa.