Cap 6

1291 Words
- Entonces ¿Cómo te hace sentir? Martes 14:30 y nuevamente estoy acá, frente a una desconocida hablando de todo y nada, es tan difícil abrirse a una persona cuando ni vos mismo sabes que es todo ese embrollo que te inunda por dentro. Luego de la charla con mi padre, entendí que, quizá si necesite la ayuda profesional de esta mujer, quizá todo lo que tenga guardado me esta dañando lenta y silenciosamente y la forma en la que me derrumbe ante el ¨nunca quise a tu madre¨ o bien pudo ser el ¨me ataste a ella de por vida¨, pues, simplemente no consigo comprender que mal hice en mi vida para tener que afrontar esta realidad ¿acaso me golpee la cabeza y ahora todo esto es un simulacro que está viviendo mi subconsciente? - Enojada. - ¿Por qué? Su pregunta me deja pensando ¿Acaso me está tomando el pelo? - No lo sé ¿quizá porque mi padre me dijo que soy un puto error en su vida? - A veces nos tomamos muy literalmente las palabras de los demás, hacemos un problema más grande del que supone o simplemente malinterpretamos… - No – la interrumpo – él fue muy claro. *dos días atrás* - ¿Por qué dijiste que por mi culpa perdiste tantos años de vida de Amelie? – y con miedo a la respuesta, me preparo para recibir el golpe. - Porque es así. Tuve la mala suerte de toparme con tú madre en un club estando ebrio por una pelea que tuve con Rebecca, ella aprovecho y me llevo a la cama teniendo como consecuencia tu existencia. - Pero… - las palabras no salen, todo se vuelve confuso y me obligo a no llorar. – ¿no amaste a mi madre? – es lo único que puedo preguntar obteniendo una risa ronca de su parte. - ¿Amarla? ¿Cómo se puede amar a una persona que te uso para exprimirte la billetera? – expresa con asco – es hasta el día de hoy que maldigo haberla conocido, por haber cedido a sus chantajes y no obligarla a abort… - se queda en silencio y me observa con lastima. Yo odio la lastima. – lo lamento – niego. Salgo de aquel despacho con la poca dignidad que me queda y con los trocitos de mi corazón en la mano. Porque, aunque no lo haya dicho en palabras, me odia, porque fui yo quien lo ató a una persona sin escrúpulos. ** Limpio la lagrima que recorre sola mi mejilla y me obligo a dibujar una sonrisa en mi rostro. - Conocí a un chico – cambio de tema. - ¿Sí? - Se llama Julián. … *Un mes después* Me obligo a abrir los ojos cuando siento la calidez del dedo índice de Julián recorrer mi rostro y sonrío al ver cómo me mira. - Buenos días, dormilona. – me besa con delicadeza logrando que todo mi cuerpo se estremezca. - ¿Qué hora es? – pregunto al finalizar el beso. - Faltan quince para las diez. – me siento de golpe - ¿ocurre algo? - Quede en visitar a mi nona, hace unos días no se siente bien. – me pongo de pie aun con mi cuerpo desnudo y busco mi ropa para correr al baño. - ¿Preparo el desayuno? – pregunta aun desde la cama. - No tengo tiempo – grito desde la ducha. Veinte minutos después, estoy a unas cuadras de la casa de mi abuela, aquella que creía mi hogar, pero dejo de serlo hace una semana, cuando la relación con mi padre termino de romperse al momento en el que le grite a su hija que la odio y que le deseo todo el mal del mundo, ese día me hecho, sin siquiera dejarme sacar un cambio de ropa, por suerte, con una sola llamada tuve a Julián para mí, consolando y abrigándome en sus brazos. - Nona – sonrío cuando abre la puerta. - Mi niña – sus ojos se empañan contagiándome. – pasa – observo todo con nerviosismo – se fueron de vacaciones – comenta sin ser consciente de que esa noticia hace que los pocos pedazos de mi corazón se rompan aun más. – lo siento. - No lo hagas – sonrío para aligerar el ambiente - ¿Qué es ese delicioso aroma? Mi nona es lo mas cercano que tuve a una madre, ella fue quien me consoló luego de que mi madre se fuera, sin despedirse, sin una explicación, ni siquiera una maldita carta. Seis años tenía en aquella época, aun era muy pequeña para entenderlo y aun hoy con 22 años no logro entender que fue lo que hice mal. - ¿Cómo estás? – pregunta al mismo tiempo que me extiende una tasa de su delicioso té- - Bien, Julián hace de mis días más felices – sonrío – él… él me ama, nona. Hace una semana que me abrió las puertas de su casa, se ha comportado como un verdadero hombre, los primeros días dormía en el sofá para dejarme la cama a mí, pero ¿Qué sentido tenía? Era mi novio, estaba completa y estúpidamente enamorada de él y… ya nos habíamos acostado ¿que tenia de malo dormir en la misma cama? Según mi criterio, nada. - Me alegro de oír eso. La charla fluye, le cuento con lujos de detalle mi relación y ella me escucha atentamente, cocinamos y almorzamos entre risas y en ningún momento pienso en mi padre, así estoy bien, sin pensar en su existencia, sin pensar en las palabras que me dijo. Cuando estoy por irme, subo a la que era mi habitación y busco unos lienzos en blanco y algunas pinturas, cuando tengo todo listo, bajo y con un abrazo que se me antojo poco, me despido de mi abuela hasta la próxima. … Lunes por la mañana, me preparo para ir a la universidad con un sentimiento extraño recorriéndome el cuerpo, al llegar al campus, uno de los prefectos me intercepta en el camino y me informa que debo dirigirme a la dirección; me encamino a mi casillero para guardar los libros que no usare y tomar el de la próxima clase y luego voy a encontrarme con el director. Mis manos sudan al momento de golpear y recibir el permiso de ingresar. - ¿quería verme? – pregunto fingiendo calma. - Siéntese – señala la silla frente a él y obedezco en silencio. – lamento informarle que sus pagos han sido retirados – comenta dejándome en cortocircuito. - ¿Cómo? - Esta mañana hemos recibido la información de que el señor Bianco no pagara más su colegiatura – decir que el alma se me cayó a los pies es poco comparado a como me siento. - ¿Y… ahora que debo hacer? - Si no pagas la mensualidad, lamentablemente no podrás ser parte de esta institución, a menos que apliques para una beca, pero aun así estarías en lista de espera y… - me pongo de pie interrumpiendo su pobre discurso de lo lamentable que es la situación y bla bla. - Bien, creo que es todo. – digo comprendiendo que hasta aquí llego mi carrera. Salgo de la oficina sin saber como sentirme, a decir verdad, siento un inexplicable alivio al saber que no tengo que seguir con algo que no quiero, que no me gusta y que hacia simplemente para enorgullecer a un hombre que jamás en la vida estaría orgulloso de mi. Respiro el aire frio de la ciudad y cuando creo que nada puede empeorar, la llamada que recibo hace que una vez mas mi mundo se paralice.
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