Dos meses de su partida. Todo sigue igual. Yo sigo igual. Es verdad cuando dicen que una perdida jamás deja de doler, que solo te acostumbras a su ausencia, y aunque aún no me acostumbro, aun espero que entre por la puerta y si bien, soy consciente de que eso no ocurrirá, esa necesidad de esperarla me embarga. Termino de ponerme el calcetín para colocarme la zapatilla y así dirigirme al despacho del abogado de mi nonita, quien me cito para la lectura de su testamento y aunque me negué ya que eso significaba volver a ver a Víctor y su familia, me explico que era un deseo explícito de mi abuela el que yo estuviera ahí y lo odio, odio saber que ella ya sabia todo, sabia que esto ocurriría, que yo me negaría, que ella no estaría. Lo odio y me duele, aun duele. … Ingreso al enorme edifici