- No estás hablando enserio.
- Claro que sí.
- Pero… ¿Cómo…? – la desesperación inunda su voz – Si nosotros…
Me parte el alma ver a Julián de esta manera, pero se en carne propia lo que es sufrir por la pérdida de alguien y definitivamente no quiero que él pase lo mismo.
- Estuve pasando un momento difícil – comienzo – tu llegaste en el momento donde más sola me sentía y vi en ti una salida, un respiro para la vida de mierda que llevaba.
- Estas mintiendo, tu me amas, nos amamos, me lo juraste…
sus ojos empañados hacen que mi pecho se contraiga, pero hago caso omiso a mis sentimientos y continuo en el papel de perra.
- No Julián, que te entre en la cabeza.
- ¿entonces se acabó? ¿ya no te sirvo mas y simplemente me botas como si de una basura se tratara?
- Lamento esto. – realmente lo hago
- Claro que si – son sus ultimas palabras antes de marcharse
Ha sido un mes de mierda, por decirlo suave, efectivamente mis estudios no salieron nada bien, el doctor me recomendó iniciar el tratamiento lo antes posible aprovechando que aun estoy en etapa inicial, pero me negué, si mi nona se fue ¿Qué sentido tiene que yo me quedé?
Mientras camino hacia el consultorio de la psicóloga pienso en todo y en nada, mi cabeza es un nudo infinito y no encuentro ningún extremo para poder iniciar a desatarlo.
…
- ¿sabes una cosa? Me ha sorprendido tu llamada dado que casi no te apetece venir, sin mencionar que las ultimas tres sesiones has faltado.
- Necesitaba… hablar, desahogarme.
- Me alegra que hayas tomado esa decisión, es bueno liberarnos de lo que llevamos dentro, procesarlo y buscar una forma de solucionar sea cual sea la situación. – inicia con su típica charla y yo solo la observo desde el sofá mientras busca su libreta y el bolígrafo de siempre – entonces ¿Cómo has estado?
- Mi nona murió – decirlo en voz alta aun es doloroso.
- Vaya… lo siento.
- Ella estaba enferma y lo sabía.
- Y eso te hace enojar.
- ¡Pues, claro! No me lo dijo, se aguanto todo el dolor ella sola, no le importo dejarme sola.
- ¿Por qué dices eso?
A este punto, ya no puedo contener las lágrimas, me duele el pecho y tengo la nariz congestionada y no me importa, no me importa porque es tanto el dolor que llevo guardado, el rencor, que tengo la necesidad de expulsarlo de alguna manera.
- Tantas veces he pensado en acabar con mi vida, tantas veces estuve a punto de hacerlo y siempre me llegaba el rostro de mi abuela a la cabeza, ella siempre fue mi… mi cable a tierra y ahora no esta y no tengo nada por lo que seguir de pie.
- Es lamentable la perdida de un ser querido, pero eso no quiere decir que todo se acaba.
- Es que, no lo entiendes.
- Explícamelo.
- Mis padres nunca me quisieron, mi madre se borro cuando era una niña aun y mi padre se hizo cargo de mi porque no tuvo otra opción.
- Los pensamientos negativos no son…
- Él me lo dijo, si yo no hubiese nacido, hubiese formado la familia con la mujer que amaba, no hubiese perdido tantos años en la vida de su hija, aquella que si deseo y quiso aun sin saber de su existencia.
Tal parece que mis palabras dejan a la mujer fuera de base, su rostro se ve desconfigurado y no emite sonido alguno durante unos largos segundos.
- ¿y como…?
- ¡no me preguntes como me hace sentir! Es obvia la respuesta ¿no? me hace sentir una mierda, una miserable y… ya no puedo más.
…
Salgo del consultorio y comienzo a caminar sin destino alguno, mis pies se mueven por si solos y aun cuando siento un peso menos encima luego de vomitar todos mis sentimientos frente a la mujer que apenas conozco, me siento perdida y comprendo lo sola que me siento solo cuando mis pies se frenan justo adelante de la lápida de mi nona
¨Aquí yace una madre, abuela y amiga muy querida.
Emilia Bianco¨
Tan triste, tan insípida que duele, madre abuela y amiga muy querida ¿eso es todo? es un maldito insulto hacia su persona y me enoja, me enferma saber que ahora solo será recordad así, porque dudo que mi padre venga a siquiera dejarle flores, porque dudo que sus amigas la visiten, porque dudo que el cariño que decía profesarle Amelie se extienda incluso aunque ella no este, son todos unos malditos interesados que se aprovechaban de su bondad y ahora ya no hay nada que hacer, porque ya no está.
Ya no está.
Mi cuerpo se vuelve gelatina y mis rodillas ceden dejándome caer al suelo, las lagrimas empañan mi vista y el corazón duele.
- Me dejaste sola – sollozo - ¿ahora como sigo?
Me exalto cuando siento una mano en mi hombro y alejándome de ese tacto volteo espantada.
- Lo siento
Limpio mis mejillas bruscamente y me pongo de pie con rabia.
- ¿Qué haces aquí?
- Vine a dejar esto – señala el ramo de hortensias en su mano – también porque sabía que aquí podría encontrarte.
- No me interesa, vete de aquí, no tienes nada que hacer, mucho menos venir a fingir dolor porque…
- La apreciaba – me corta – fue la única que no me juzgo cuando reaparecí en la vida de tu padre – habla y la rabia me inunda.
- Claro que no, ella era una buena persona, no como tú y tu hija que solo querían chuparle el dinero.
- Jamás entenderé porque tienes ese concepto de mí , mi intención jamás fue alejarte de tu padre ¿sabes cuantas veces he discutido con él por eso? – sus ojos se cristalizan y no quiero que me endulce el oído con puras mentiras.
- No me interesa.
- Entiendo – asiente observándose los pies – aun así, quería darte esto – extiende un sobre, el cual tomo con duda – le prometí que te cuidaría, aun sabiendo que sería una promesa difícil – observa la lapida y se limpia una lagrima – ella te amaba mas que a nadie y aun así, en su último respiro solo pidió que veláramos por ti.
- Yo no…
- No necesitas a nadie – me interrumpe finalizando la frase por mi con una sonrisa que me sabe a tristeza – no quiero molestarte, solo quiero que sepas que, si necesitas de alguien, Amelie y yo estaremos para ti.
Si decir más, da media vuelta y se marcha, no sin antes dejar el ramo sobre la tumba y dejándome un sin sabor en la boca. Observo el retrato de mi nonita sonriente y me siento en silencio con mil pensamientos en mi cabeza y con un sobre en la mano, el cual me aterra abrir, por lo que simplemente lo guardo.
…
Llego al pequeño departamento que conseguí con el poco dinero que tenía, y me tiro en la cama, el olor a humedad reina dentro de las cuatro paredes y lloro porque ya no se que hacer con mi vida, el miedo surge en mí, la realidad me golpea y el pánico me apresa.
Observo el sobre aun cerrado sobre la mesa y me debato si vale la pena abrirlo, en efecto, la curiosidad me gana y rompiendo un extremo del sobre, saco la hoja que viene dentro y lloro al notar la perfecta y armoniosa caligrafía de mi abuela y no puedo, me duele verla y saber que no está, por lo que simplemente la vuelvo a meter en el sobre y la guardo dentro del primer libro que leímos juntas el principito.
Respiro profundo e intento calmarme dándome una ducha para intentar dormir, mañana será un nuevo día, mañana quizás no duela tanto, mañana quizás me acostumbre a su ausencia o simplemente… mañana será todo igual.