Una vez más, ingreso a esta enorme casa con mi valija a rastras. La inmensidad de la casa es abrumadora, sobre todo cuando esta llena de completo silencio. Mi padre no me ha llamado, ni siquiera me ha buscado y me sorprendió, realmente creí que me buscaría y me ofrecería algo a cambio de la casa. Me siento en el sofá y observo a mi alrededor. Todo esta como cuando me fui, con la diferencia que ahora me siento mas ajena que nunca; y es entonces cuando comienzo a replantearme la decisión que tomé ¿Por qué hice eso? ¿Qué ganaba con verlos fuera de aquí? Nada, absolutamente nada, pero mi resentimiento es grande. creí que sentiría una grata satisfacción, pero una vez más me equivoque. - Nanita, cuanta falta me haces. Limpio la lagrima que rueda por mi mejilla al tiempo que me pongo