Elahe
Me siento en un parque de atracciones peligroso, hay armas de alto calibre, armas largas, francotiradores, arcos, ballestas, realmente siento que estoy en un videojuego porque a solo un par de kilómetros está un helipuerto. Pasó los dedos por las armas, siento su textura, los cartuchos, las flechas bien diseñadas.
— ¿Quieres probarlas?
— Claro que quiero ¿me dejaras probarlas? — hago un puchero, mientras veo a mi padre.
— Tendrás que darte una larga ducha después, no quiero que tus hermanas huelan la pólvora — me da un beso en la frente. — Anda, tengo negocios que hacer.
Veo tres camionetas negras llegar, tomó una AK 45 en mis manos y le pongo el cartucho.
— ¿Necesitas respaldo? — preguntó al ver a los hombres que bajaban.
— No preciosa, al menos no ahora — me dio un guiño y se fue.
Les doy un último vistazo a los hombres, seguramente son de alguna otra mafia que quieren hacer tratos con mi padre. Los Kasebi fueron una familia de la realeza en la antigüedad, con poder y respeto, claro eran de la realeza en un mundo donde los humanos seguían siendo lacayos de los seres sobrenaturales. Al estar en un siglo donde todos se convirtieron en mitos, leyendas y contenido para la pantalla grande, tuvieron que tomar otras riendas. Si querían seguir teniendo el poder y la autoridad, debían tomarlo como una mafia poderosa y eso somos ahora.
Apunto mi arma al centro, no sé quienes son pero quiero impresionarlo o tal vez intimidarlos lo cual es imposible, soy solo una chica. Vació el cartucho completo sobre el centro, no fallando en ningún momento. Sonrió y dejó el arma sobre la mesa. Vuelvo a ver en dirección a mi padre y los hombres, todos están mirándome, como si fuera una atracción exótica, tal vez lo sea, soy humana a diferencia de mi familia y de las familias con las que tienen tratos. Mis hermanas controlan muchas cosas con su mente, mi madre tiene sangre élfica por lo que la hace poderosa y mi padre es un semidios y yo, bueno soy una pobre humana a la que tuvieron lástima. Fue mi padre quien me encontró en un contenedor de basura, dijo que mi llanto era tan fuerte que solo alejaba a la gente, pero él se acercó y en el momento que me tomó en sus brazos deje de llorar. Creo que por eso me siento unida a él.
Me acercó al arco, es de mis armas favoritas, si con un arma larga no falló, con el arco soy una ama. Me cuelgo el estuche de las flechas, tomó el arco entre mis manos, me encanta sentir su textura, todo está en la forma que tome el arco, el cómo saldrá la flecha disparada.
Mi padre ha pintado varias zonas rojas en los árboles justo para mi práctica con el arco. Sostengo el arco y tomó una flecha. Cierro los ojos un momento, concentrándome en los sonidos a mi alrededor, en los latidos de mi corazón, contengo la respiración, abro los ojos y disparó una flecha tras otra. Cuando mis flechas se acaban, me detengo un segundo y suspiro, las flechas han dado cada uno en el blaco o en el rojo, en este caso.
Sonrió orgullosa.
— Me dijeron que eres buena montando a caballo — doy un respingo al ver a alguien cerca de mí. — Lo lamento, no quería asustarte.
— No te escuche — sostengo el arco con fuerza. ¿Qué clase de criatura es? — Sí, soy buena montando caballo ¿por qué?
— En el camino vi un par de caballos salvajes, la pareja, de hecho, era un semental y una yegua, hermosos y le pedí a mis hombres que los trajeran para acá — bien, omitir su insinuación de la pareja. — Quiero ver que tan buena eres montando.
— No será el primer semental salvaje que monte — sonrió pasando de largo.
¿Con qué criaturas está haciendo negocio mi padre? He leído de muchas, por no decir de todas ellas, extintas y que aún prevalecen. Todos son cautivadoras y con poder, pero sin duda las que me han hecho casi estremecer de lo poderosas y temidas criaturas, han sido los Dragones. Bestias enormes que tenían el poder incluso sobre los dioses. Dicen que están extintas y es una lástima.
Veo a los caballos llegar. La yegua es dócil, la veo en su forma de caminar sin ser arisca con la gente o en este caso con las criaturas, es hermosa. Pero el semental, es arisco, sabe que son seres sobrenaturales y está tenso.
— Supongo que elegirás el semental — dijo el hombre cuando llegó a mi lado.
— Y tú a la yegua, porque claramente es tuya, es dócil, no se asusta con lo que sean tú y los tuyos — trate de no decirlo tan despectiva, pero no pude. — El semental sabe lo que son, el salvaje con ustedes más que con los humanos.
Miró al hombre, está molesto por mi comentario y no lo siento, aunque sea una simple humana, soy hija de un poderoso semidiós e hija de la mafia Kasebi. Cuando mi padre se acerca el hombre se aleja para acercarse a los caballos.
— Eres experta molestando a la gente — me sonrió. — Pero admito que es molesto el tipo.
— ¿Quién es y qué son? Nunca los vi y no recuerdo haberlos visto en algún libro.
— Los has visto en libros, solo que los libros son antiguos y los pintan de diferentes maneras — le doy una liga para que amarre mi cabello y lo hace. — Los de tu época los conocen más por Crepúsculo y ese tipo de películas.
— No jodas — me giró a verlo cuando terminó de amarrar mi cabello. — ¿Hablas enserio?
— El tipo arrogante con el que hablaste es un Conde, quiere hacer tratos pero antes quiere hablar con tu madre.
— Significa que los veré de nuevo — suspire al ver cómo se preparaba para montar. — Montaré al semental y después lo voy a matar.
— ¿Por qué?
— Es divertido que no lo notes, ese tipo verá que si monto al semental creare un lazo con él al ser su primera jinete y solo para demostrar su poder y lo sanguinario que es, matara a mi semental.
— Vaya — mi mira. — Por eso eres mi chica favorita y la que está conmigo en la mafia — le sonrió. — Toma tu glock, un disparo en la cabeza, será rápido.
Guardo la glock y me encamino a donde está el supuesto Conde, que al verlo no parece vampiro ¿qué no se queman con el sol? O tal vez ya encontraron magia que los proteja del sol y actúen como un humano cualquiera. Todos tuvieron que adaptarse a las nuevas circunstancias.
— ¿Estás lista?
— Lo estoy — suspiró y miró al semental. — Suéltalo.
— Se irá.
— Suéltalo — vuelvo a decir cuando me acerco a él.
Sus hombres lo liberan de los lazos, el caballo sigue alterado, pero parece que siente mi presencia cuando me acercó más a él. Sus ojos negros me observan, por alguna razón siempre me he sentido conectada a los animales salvajes que se pudan montar, tal vez mi instinto de jinete o no lo sé, pero me gusta.
El semental no apartaba la vista de mí, ni yo de él, me acerqué un poco más con el fin de poder tocarlo. Estaba más calmado. El vínculo entre jinete y caballo es importante, porque serás el único en el que confiara.
— Hola precioso — susurré cuando estuve cerca de él. — Eres una hermosa criatura, salvaje en todo su esplendor — sonreí cuando inclinó su cabeza. Me había aceptado. — Dejame ser tu jinete por un momento.
Sé qué todos me miran y no me importa, el vínculo que se crea con un jinete debe ser especial y único. El semental está tranquilo, lo acaricio y admiro un poco más, cuando por fin lo monto. Es bruzo para ambos, sin silla suelo resbalar, pero me sostengo de él y nos adaptamos.
— Bien precioso, quiero que corras lo más rápido que puedas. ¡Ya!
El semental comienza a cabalgar, miró sobre mi hombro, el Conde trata de seguirme el pasó pero seré más rápida que él, voy a desaparecer. Lo perderé de vista, porque aunque deba matarlo, no quiero, es como romper su confianza y no quiero eso. Escucho hélices de helicópteros, así detengo el pasó, perdí al Conde.
— Bien hecho muchacho — bajó de él y lo miró. — Sé libre, corre.
Diablos, creo que nunca había creado un vínculo tan rápido. Suspiró al ver que antes de irse corriendo, me mira como si fuera un adiós. Sonrió y me encamino al helipuerto. Papá sabe que aquí estaré, por lo que no me preocupa eso.
Recuerdo que una vez leí que los dragones que eran montados era por su alma gemela o algo por el estilo, se volvía jinete de dragón, y creaba un vínculo con la bestia y el hombre. Debe ser algo lindo, estar conectada a alguien, sentirlo en cada latir de tu corazón, en cada respiro… algo que nunca me pasara a mí.
Veo el auto de mi padre llegar, está solo. Me acercó a él y lo miró.
— ¿Qué pasó con Dracula?
— Se largo, pero parece que tu incompetencia y rebeldía lo impresiono, te quiere ver de nuevo cuando vaya a casa — me miró. — Te diría que te comportes, pero solo te esforzaras por joder todo — le sonrió. — ¿Mataste al semental?
— No pude, pude sentirme conectada a él, no quería traicionar su confianza — suspiré y subí al auto. — ¿Nos vamos?
— Vámonos.
La adrenalina de disparar y el vínculo con el semental, creo que fue lo único bueno de este día. Porque algo me hace creer que esos chupasangre arruinaran lo poco bueno que tengo en mi vida.