Capítulo 3, Parte 2

1790 Words
Después de durar hablando un largo rato con Jelena, cerca de tres horas, determinaron que ya era hora de cortar la llamada. En Francia ya era de madrugada, y Raquiel no quería que la chica trasnochara de a mucho, no cuando él sabía que a Merlín le gustaba levantarse temprano. Se despidieron y quedaron en hacer otro FaceTime en la noche siguiente.  Raquiel tomó el último trozo de pizza que quedaba en la caja que le había llegado por domicilio hace unas horas y que se había ido exterminando mientras hablaba con Jelena, pero la tragó con un sabor amargo. Lo peor de sus días descanso era la soledad, por eso prefería que no le dieran vacaciones largas, tomaba todas las misiones que estuvieran disponibles, incluso las que no le correspondían a él como soldado profesional novato, que era escoltar a grandes personalidades de la política en eventos importantes. A veces se iba al mundo mágico para visitar a su hermana y a Vlad, pero la cuestión es que siempre se le dificultaba despedirse de ambos, porque sabía que no los volvería a ver sino dentro de unos meses, así que prefería evitar esas tristes despedidas simplemente no yendo. Y era así como ya llevaba cinco meses sin ir al mundo mágico, comunicándose con su hermana por medio de cartas, pero del que no se había librado era de Vlad. El azabache debía estar constantemente viajando a la dimensión mortal, era el príncipe del Tercer Cielo después de todo, y quería asegurarse en persona de que las cosas en el mundo más problemático de todos los existentes en el universo estuvieran bien, o al menos esa era la excusa que sacaba para visitar a Raquiel al menos una vez al mes. El rubio era plenamente consciente de que algo pasaba entre ellos dos, la última vez que se vieron terminaron acostados en la cama en una fusión mental, o como Raquiel prefería llamarlo “pajas telepáticas”. Todo había empezado en sus cumpleaños 21, cuando fueron a celebrar a una discoteca, y bebieron hasta más no poder, pero claro, la cerveza humana no podía emborracharlos, pero el ambiente alegre de los jóvenes los contagió, y no supo quién empezó primero la fusión de sus mentes, si él o Vlad, pero lo único que supo fue que por primera vez bajó sus escudos mentales y se arriesgó a quedar vulnerable ante alguien. Fueron muchas las veces que su padre le había advertido que no intentara hacer fusiones mentales con otro telepata, por muy placentero que pareciera, puesto que su mente quedaba vulnerable a los ataques, y algo que todavía no controlaban a la perfección los nefilim era su mente, la cuestión de la telepatía era muy compleja, y para la muestra de un botón Vlad había matado a alguien no más con el poder de su mente sin intención, Raquiel supo que se había arriesgado demasiado al abrirle su mente al azabache, pero lo hizo, y les gustó. Raquiel llegaba al orgasmo con esas fusiones sin necesidad de tocarse, y por su parte Vlad se dio cuenta de que esa era la única forma en que podía sentir siquiera una pizca de placer sin involucrar sus para siempre dormidos órganos sexuales, no tenía orgasmos como Raquiel, pero sí sentía una inexplicable satisfacción con el placer mental.  Y por supuesto que al rubio le daba vergüenza eyacular frente a Vlad, si bien nunca sacaba su m*****o durante las fusiones, en sus pantalones se notaba la gran mancha de humedad que anunciaba que había llegado al clímax, y aunque Vlad siempre sonreía triunfal al saber que había hecho que Raquiel se corriera, eso no era óbice para que el soldado se avergonzara.  Y después de esos íntimos momentos de fusiones mentales, volvían a la “normalidad”, ninguno de los dos siquiera hacía referencia al tema y actuaban como si nada, y eso era lo que tenía a Raquiel tan intrigado sobre lo que Vlad sentía por él, si solo lo consideraba un “amigo con beneficios” o algo más.  Y como si hubiera llamado telepáticamente al susodicho, vio que se formaba un portal en medio de la pequeña sala, y de él salió el azabache, vestido con su imperial traje de príncipe de Tercer Cielo; a pesar de que lo había visto el mes pasado, cuando Vlad le hizo una fugaz visita en Jerusalén, aun así se lanzó a sus brazos con la emoción de como si llevara sin verlo por meses.  Sus abrazos siempre eran íntimos, no los simples y hasta toscos abrazos que se daban los amigos hombres. Raquiel siempre rodeaba el cuello del azabache y hundía la cara en la curva de su cuello, y el otro rodeaba la cintura del rubio con sus fuertes brazos, y se estaban así por un buen tiempo, en donde sentían que el mundo paraba alrededor de ellos y quedaban encerrados en una burbujita.  -Me alegra verte de nuevo – dijo Vlad, deshaciendo lentamente el abrazo tras unos minutos.  -Nos vemos más de lo que nos vemos con nuestras hermanas ¿no crees que se pondrán celosas?   -Tal vez - sonríe con diversión y se dirige a la cocina - ¿Qué tal todo?   -Evité otra guerra, y siguen sin darme el crédito, pero bueno, no es fama y gloria lo que busco, no la busco como ángel, mucho menos como humano - respondió mientras se sentaba en la butaca de la barra de la cocina -. Desde hace rato acepté que no tendré el mismo protagonismo que tienen tú y las chicas.  -No seas idiota, claro que tienes protagonismo – abre el refrigerador y sonríe al ver que sigue ahí la botella de vodka que había dejado hace tres meses - ¿No me guardaste pizza? - preguntó al ver la caja en la basura.  -No sabía que vendrías, además debes cuidar tu perfecta figura de arcángel, no vaya a ser que resultes tan gordo que no puedas patear el trasero de Jofiel.  -Idiota - murmuró soltando una leve risotada, para empezar a sacar cosas de la alacena, conociéndola a la perfección como si fuera su cocina -. Oye, todo lo que hay aquí está vencido.  -Pues lo siento, duré tres meses fuera de este continente, llegué hasta hoy y no he hecho mercado.  -Bien, entonces iremos ya – dijo con decisión, y chasqueó los dedos para reemplazar su traje por ropa casual, que constaba de unos simples jeans, una camiseta básica y unas converse -. Venga, vamos.  -¿Ahora? Son las diez de la noche.  -¿Y? Los supermercados siguen abiertos, y a mí me conviene mejor salir en la noche que no hay tanta gente mercando, algunos aun me recuerdan como el famoso DJ ruso.  Raquiel se puso sus tenis Nike, le prestó a Vlad una gorra de los Yankees para que aun así pasara desapercibido, tomó las llaves de su auto y fueron hacia el supermercado más cercano. Para su suerte, y por ser las horas que eran, había poca gente mercando, pero aun así las miradas de unas señoras cuarentonas estaban sobre ellos mientras estaban en las neveras escogiendo unas bandejas de carne empaquetada, y Raquiel entendió por qué los miraban. Lucían como la típica pareja que va al supermercado, él arrastrando el carrito mientras Vlad escogía y echaba las cosas. Ya quería Raquiel que las señoras estuvieran en lo correcto y ellos dos fueran pareja.  -No te emociones echando cosas, que no estaré más de una semana en casa, me volveré a ir a cualquier misión que salga – dijo el rubio, al ver que el carrito ya estaba hasta el tope.  -Son cosas imperecederas en su mayoría, idiota, no sabes cuándo haya un apocalipsis zombi y tengas que quedarte encerrado en casa por meses.  -Los zombis solo están en el mundo mágico...  -¿Y quién quita que lleguen aquí cruzando alguno de esos portales que de vez en cuando se abren y Los Vigilantes no sean capaces de atraparlos a tiempo y muerdan a muchas personas?  -Ves muchas películas de ficción, Petrov. Los zombis del mundo mágico ni siquiera son como los pinta Hollywood.  -Son mucho más peligrosos - concluyó, echando un bote de helado de pistacho -. Bien, creo que ya es suficiente – mira de reojo a las señoras que no dejaban de observarlos como si fueran unas adolescentes enamoradizas, y se atrevió a hablar más fuerte -: ¿Verdad, cariño?   Aunque a Raquiel esa última palabra lo hizo sentir mariposas en el estómago, guardó la compostura y rodó los ojos, dándole un codazo por las costillas al azabache.  Fueron a la caja a pagar, y aunque la compra le salió a Raquiel por un ojo de la cara por llevar lo suficiente para tener sus alacenas llenas por un año completo, no le importó si eso hacía feliz a Vlad. Además, en su cuenta bancaria tenía más dinero del que un soltero como él puede tener, puesto que en lo único que gastaba era en el arriendo del apartamento y los servicios, porque al estar constantemente fuera de casa todos los gastos corrían por cuenta del ejército.  Regresaron al apartamento con las grandes bolsas de provisiones, y Vlad le ayudó a sacar todo, dejándolo todo perfectamente organizado en las alacenas y en el refrigerador. Eso le dio una sensación extraña a Raquiel, se sintió...hogareño.   -¡Ahora sí! - dijo Vlad con emoción, destapando una bandeja de alitas y sacando un pote de salsa BBQ -. No sabes cuánto extraño comer esto, la salsa BBQ no existe en el mundo mágico, mucho menos en el Tercer Cielo – prende el fogón de la estufa con la mente, logrando sobresaltar a Raquiel, y pone una sartén - ¿Quieres?  -No, gracias, quedé lleno con la pizza.  Mientras Vlad cocinaba las alitas y bebía el vodka a secas directamente de la botella como típico ruso, Raquiel intentaba distraerse mirando su celular. En el grupo de w******p que tenía de compañeros de división del ejército, los más descarados enviaban fotos de chicas desnudas y vídeos subidos de tono, lo cual Raquiel nunca miraba y pasaba de largo porque aparte de que estaba mal, no le interesaba. Pero ahora quería hacer cualquier cosa menos mirar a Vlad, así que abrió la foto de una mujer en una pose muy sugerente, sin nada que cubriera su desnudez. No sintió ni la más mínima excitación.  “Si no me prendí con Jelena, mucho menos con alguna de estas golfas” pensó para sí, y cuando notó que Vlad partió la pinza con la que estaba volteando las alas, sintió un frío correr por todo su cuerpo. El ruso le había leído la mente. 
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