Mi mamá hizo un trabajo increíble hablando en mi nombre con mi papá y con el Alfa, argumentando por qué no era una buena idea que yo no estuviera en la oficina, y el hecho de que Logan había admitido que inventó las apariciones de un renegado para estar solo conmigo solo respaldaba el argumento de por qué era mejor que yo no estuviera en la oficina, así que el Alfa aceptó fácilmente, y por lo que entendí de mi papá, Logan estaba en serios problemas con su papá.
¡Nada que no se mereciera! Me aseguré a mí misma que había hecho lo correcto al contarle a mi mamá. Significaba que podría evitarlo lo más posible durante los próximos días, lo cual realmente necesitaba, ya que sabía que una vez que volviéramos a la escuela, sería mucho más difícil y también tendría que ver a Anya, lo cual temía.
Lo había visto varias veces alrededor de la manada desde nuestra última interacción y sus miradas amenazantes me preocupaban... Además, estaban los mensajes que recibí...
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Lilah,
Es bueno ver que te alejas.
Sigue así.
Anya
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Todavía te estoy vigilando...
Siempre lo haré...
Así que no vuelvas a tus viejos hábitos...
A
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Lilah,
Volveré a la escuela pronto.
No dudo que te veré allí...
Esperaré eso...
Anya
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Esa chica estaba completamente loca. ¿Realmente podía el apego de la pareja tener tanto efecto posesivo? Debía decir que temía la escuela... verla por una razón, por supuesto, ver a Logan obviamente... verlos juntos... verlo sabiendo que ya no era mío... todas nuestras rutinas habituales, como encontrarnos en nuestros casilleros en el recreo, besarnos en el almuerzo, asegurarse de que yo ya tuviera mi almuerzo antes de llegar al comedor. Todo había cambiado y ahora eso lo haría con ella.
Sí, era innecesario decir que había muchas más lágrimas. Ese dolor parecía no aligerarse. No estaba segura de que alguna vez desaparecería.
Una tarde, después de recibir el último mensaje de Anya acerca de verla en la escuela, me hizo reconsiderar todo una vez más. Verla, ver a Logan, verlos juntos, y yo estaba sentada en la sala de estar de mi casa sola, ya que mi mamá había salido a hacer compras y mi papá estaba en el trabajo, sentía una vez más que mi mundo se desmoronaba. ¿Cómo a casi diecisiete años podía sentir que mi vida se había acabado? ¿Como si no tuviera nada más por lo que vivir? Lloré, ¿cómo podía la luna hacerle eso a sus propias creaciones? Maldecí a Selene, la diosa de la luna, en mi mente, sin entender cómo se permitía que eso sucediera.
Tal vez había sido mi propia culpa permitirme ser arrastrada por los cuentos de parejas destinadas a estar conectadas desde la infancia que la manada nos contó... encontrando similitudes en nuestra propia historia... joven e ingenua, pensé que éramos nosotros.
Todavía lo creía hasta hace unos días y luego estaba ahí sintiendo que me estaba desmoronando. Las lágrimas caían por mi rostro y quemaban mis ojos mientras fluían como la lluvia de mis ojos azules acuáticos. Ya no podía soportarlo, necesitaba acabar con ese dolor, pensé para mí misma, dirigiéndome a la cocina, mirando a mi alrededor para ver qué podía encontrar para que eso fuer rápido y fácil.
Había una selección de cuchillos, eso podría funcionar, pero podía ser doloroso y desordenado y no agradable para mamá o papá cuando lleguen a casa, pensé para mí misma, sabiendo que encontrar mi cuerpo muerto ya era lo suficientemente duro para ellos, así que descarté la idea de apuñalarme. ¿Qué más? ¿Qué más?... Desesperada por encontrar una salida a ese dolor... analgésicos... mi papá tenía unos fuertes cuando se lastimó la pierna el mes pasado.
Los recordé además de los que el hospital me dio para el brazo, los tomé todos a la vez. Simplemente me quedaré dormida, pensé para mí misma mientras rebuscaba en la caja de medicamentos en el armario encontrando lo que estaba buscando, y empecé a sacar las pastillas de sus envolturas metálicas sobre la encimera de la cocina.
Las tomé, esas deberían ser suficientes, pensé cuando miré hacia abajo y vi unas treinta pastillas en la encimera de la cocina. Tomé un vaso del armario frente a mí y luego agarré una botella del whisky de mi papá que estaba cerca, vertiendo una gran cantidad en el vaso, mi mano estaba temblando tanto que la botella golpeó contra el vaso mientras lo hacía.
Estaba segura de que no tomaría mucho tiempo y el dolor desaparecería, ya no estaría en esta situación.
Logan podía estar con su pareja.
Estaba temblando mientras levantaba el puñado de pastillas, luego las llevé hacia mi boca.
—¡Lilah! ¡NO! —escuché la voz de Indie detrás de mí, solté rápidamente las pastillas de mi agarre, pero sabiendo que no había forma de disfrazar lo que estaba a punto de intentar hacer.
Indie se acercó a mi lado en un momento, envolviéndome en un abrazo fuerte.
—¿Qué estás haciendo? —Ambas empezamos a llorar mientras ella me sostenía cerca de ella.
—Lilah, no puedes hacer eso, te prometo que esto mejorará.
—Necesito que el dolor pare Indie — sollozó en su hombro mientras sentía mi cuerpo temblaba. Estaba consciente de lo cerca que estuve de quitarme la vida nuevamente debido a esta situación.
—Lo hará, pero date tiempo Del. No existe una cura milagrosa solo porque él encontró a su pareja —dijo con una triste sonrisa.
Espera, ¿podía existir algo para el dolor? ¿Una cura? ¿Podría haber una cura para este dolor? Una que no requiriera quitarme la vida.
—Por favor, no le digas a nadie sobre esto Indie —supliqué
—Bueno, limpiemos esto antes de que vuelva tu mamá —señaló el lado del mostrador que estaba cubierto de medicamentos. No podía creer que había estado cerca de una sobredosis.
Trabajamos juntas para ordenar, ella no dijo ni una palabra al respecto mientras lo hacíamos y sabía que no lo mencionaría a nadie. Pero necesitaba una forma de aliviar ese dolor... Tal vez la cura que mencionó.
—¿Indie? —dije en voz baja, esperando que no estuviera enojada conmigo.
—¿Uh-huh? —me miró.
—¿Crees que tu tía podría inventar algo herbario para curar el dolor que siento? —pregunté, vi una expresión de desconcierto en su rostro.
—No estoy segura Del, ella hace medicina herbal, el desamor no es realmente algo en lo que buscan ayudar, pero supongo que podría preguntarle. Vine a ver si querías venir a pintar, pero podríamos pasar a verla más tarde y preguntarle si quieres.
Ella era increíble, a pesar de su reticencia estaba dispuesta a intentarlo por mí.
Le sonreí y le di un abrazo.
—Gracias, ¿dijiste que querías ir a pintar —pregunté, esperando que no estuviera enojada conmigo.