Layla terminó su jornada laboral,
se despidió de Megan y de su jefe para finalmente caminar hacia la parada del bus. Después de dos días sin presentarse, hoy finalmente volvía a trabajar. El hematoma se hacía menos notable, por lo cual se había podido maquillar y ocultar los restos que quedaban del mismo.
-Muy tarde para andar sola esperando el bus. -oyó una voz a sus espaldas.
Layla volteó rápidamente alarmada y se calmó un poco al notar a Caín. ¿Qué hacía el ahí? Su corazón latía agitado, había tenido miedo... Miles de escenarios habían cruzado por su mente en segundos, no quería volver a pasar por cosas como las que vivió en su pasado.
-¿Qué haces aquí? -preguntó ella calmando sus nervios.
-Visitaba a un... Amigo. -respondió él, frunciendo el ceño ante su propia respuesta.
Estaba mintiendo y era notable. Ni el mismo se creía lo que había dicho y eso no pasó desapercibido para Layla. Ella suspiró y negó, después de todo a ella no le importaba.
-¿Y tu auto? -preguntó Caín.
-¿Acaso me sigues? -inquirió ella y el negó.- ¿Cómo sabes qué tengo auto? Como sea, está en el mecánico.
-Te he observado... Ya te dije que creo necesitas ayuda. -murmuró el.
-Y yo te dije que no necesito ayuda. -gruñó ella.
-Ahí viene el bus, vamos.
Ella frunció el ceño, ¿qué estaba sucediendo? Caín subió y pagó el boleto de ambos, Layla quería matarlo... Se estaba tomando demasiadas molestias y eso no le gustaba, menos cuando no conocía sus verdaderas intenciones.
Cuando se sentó, Caín lo hizo al lado suyo y ella rodó los ojos. En otro momento de su vida, hubiese reído y sido agradable con el pero era algo que en su situación actual no se podía permitir, menos en la calle, donde cualquiera pudiese verlos y decirle a David.
Su móvil vibró en su mano y atendió rápidamente al notar que era David. Si tardaba demasiado en contestarle éste enfurecia.
-¿Dónde estás pequeña? Porque estoy en tu maldito departamento y no sales a atenderme. -oyó el tono molesto de su ex novio.
-Yo... Te he dicho que trabajo en éstos horarios. -respondió ella con temor.
-¿Cuándo me lo has dicho? Porque mira que no lo recuerdo y si es una mentira, prometo que pagarás por mentirme Layla. -advirtió David.
-Ya voy en el bus... Ya... Joder, ya en unos minutos estoy ahí. -pronunció la chica y oyó la risa de David.
-Te espero pequeña.
Ella colgó rápidamente y Caín la estudiaba en silencio. El lenguaje corporal de su cuerpo era claro, estaba asustada y a la defensiva. Seguro el poco hombre de David le había llamado... Oh carajos, David no sabía que el era el vecino de su novia o lo que fuese.
Eso podía llegar a complicar los planes y debía ser cuidadoso. Aunque la idea de dejar a Layla subir sola no le agradaba, David podía hacerle algo y sabía de ante mano que Layla no se defendería.
Finalmente llegaron a su parada y bajaron, Layla corrió prácticamente por las escaleras. El negó, la chica debía estar con la soga al cuello para tolerar tanta mierda de David.
Entonces las palabras "tía" y "prima" cruzaron por su mente. David seguro la tenía amenazada con la poca familia que le quedaba. Ese chico si que debía estar enfermo para mantener amenazada a una pobre chica como ella.
Sintió un golpe que hizo eco por el hueco de las escaleras y sin pensarlo mucho subió las escaleras de dos en dos. Entonces oyó la voz de David.
-Viene alguien, puede que me estén siguiendo... Encierrate en el baño Layla y no salgas hasta que yo lo diga. -ordenó un David extrañamente preocupado.
Finalmente Caín llegó al último escalón, llegando a su piso. David volteó alarmado y se sorprendió al ver a su hermano ahí.
-Hermano querido... ¿Qué haces por aquí? -preguntó ocultando sus nervios.
-Tienes los ojos de todos puestos en tí y me informaron de que quizás tengas a alguien de importancia viviendo aquí. -respondió Caín.
-¿Qué? -fingió asombro el rubio.- No es así.
-¿Entonces a quien tienes aquí, David? A menos que quieras que entre y lo averigüe por mí mismo. -amenazó Caín sonriendo.
-Es sólo mí recurrente de momento. Es todo una fiera y hasta ahora no me he aburrido de ella. -respondió rápidamente David.- Nadie importante, Ca.
-Ten cuidado. -murmuró lo último con burla Caín.- Te estamos siguiendo de cerca, un error y caerás.
David negó divertido, Caín siempre había sido su ejemplo a seguir, que idiota fue. Para evitar problemas, David bajó las escaleras, alejándose de ahí y procurando que Caín también se fuera. Layla era suya, no permitiría que nadie se la quitará, jamás o al menos mientras el estuviera vivo, no dejaría que le quitaran a su único cable a tierra.
Caín suspiró cuando lo vió irse, había conseguido que se marchará sin que se diera cuenta de que el vivía también ahí, justamente en frente de su supuesta fiera. Sonrió al imaginar en ese sentido a Layla, ella no era fea, todo lo contrario y seguro sería agradable pasar una noche con ella.
-¿Layla? -llamó a su puerta.
Ella asomó rápidamente algo asustada y sonrió recuperando la calma al notar que no habían rastros de David por ningún lado.
-¿Se fue? -preguntó.
-Así parece... Es el, ¿no? -pronunció Caín y ella lo observó mordiendo su labio inferior.
Caín no pudo evitar fijar su mirada en esa pequeña acción, no recordaba haber besado a una chica con tanto deseo como el que sentía en esos momentos, mucho menos recordaba moderle los labios a alguna de las prostitutas con las que había estado, ¿se sentiría bien?
Al notar la magnitud de sus pensamientos, sacudió su cabeza en un intento por alejarlos. Layla lo miró confundida y decidió entrar a su departamento.
-No has respondido mí pregunta. -le recordó Caín.
-No tengo porque hacerlo. -respondió ella.
-Quiero ayudarte... Quizás, ¿ser buenos vecinos? -formuló el chico.
Ella sonrió, podían serlo pero debía mantener a Caín a un lado de sus problemas y sobre todo, lejos de los ojos de David. No olvidaba lo que le sucedió a su último amigo.
-Puede ser pero... Mi vida privada es eso, privada. -dicho eso ella entró dejando a un sonriente Caín en el pasillo.
Se ganaría su confianza,
complacería al jodido Albert y finalmente se sacaría un peso de encima.