Se disculpó con Lady Taylor y bajó a su camarote. Sólo cuando estuvo sola en la lujosa salita, se cubrió el rostro con las manos y se preguntó cómo podía haber sido tan ridícula, como para enamorarse. ¿Qué objeto tenía amar a un hombre que la despreciaba y que sin duda la despreciaría aún más cuando supiera que lo había engañado? Lo que era más, él pensaría que lo había hecho pasar por un tonto y eso era algo que ningún hombre perdonaba. «¿Cómo, en las actuales circunstancias, pude ser tan tonta como para enamorarme de él?», se preguntó. Sin embargo, comprendía que las extrañas sensaciones que la dominaban en cuanto él aparecía, y la recorrían cuando él la tocaba, y el embeleso de bailar con él significaban sólo una cosa: amor. Eso era algo que nunca en su vida, había experimentado a