—Yo… no lo sabía… —titubeó Emilio nervioso y decepcionado, bajó la mirada y se alejó con rapidez
Ámbar sentía que su rostro ardía al fuego, se sentía tan avergonzada
—Pues… ¡Ya lo sabe! No volverá a propasarse conmigo, porque me marchó, ¡Renunció! —exclamó con firmeza
Emilio la miró con ojos enormes, no lo esperaba
—Ámbar…
—Después de lo que pasó, sabe que no puedo quedarme —dijo con la mirada baja, Emilio sintió dolor, él también sabía que no había vuelta atrás—. Lo que sea que es esto, no parece mantenerse lejos de nosotros.
Él la miró con desconcierto
—¿Hablas de nuestra atracción? No la llamas por su nombre, pero hablas de ella, así es, parece que, hemos cruzado una línea.
—Y no debemos volver a cruzarla, jamás —sentenció con firmeza, mirando sus ojos
—¿Dónde está tu esposo?
