Emilio bajó del auto con Ámbar entre sus brazos, estaba fría, y la llevó adentro, los empleados estaban durmiendo, pasaba de la medianoche, no era capaz de despertarlos, llevó a Ámbar hasta su habitación, al entrar la dejó sobre la cama, intentó despertarla con suavidad —Ámbar, despierta —dijo, pero ella no parecía consciente, su ropa estaba helada y mojada, debía sacársela, si no quería que atrapara un horrible resfriado, pero Emilio no se atrevía, le apenaba tal situación, se hizo a la idea de que era eso, o verla enfermar, fue a su clóset, y tomó un abrigo de lana, él se sacó la chaqueta, y se cambió por un suéter, ya que su camisa se había mojado, luego se acercó a Ámbar, intentó despertarla de nuevo, ella abrió los ojos, parecía incoherente y errática, Emilio se sintió trémulo, pero