Capítulo 5

1118 Words
Angus, le agarró por los hombros. Victoria, sintió cómo el calor penetraba en la tela y llegaba hasta su piel. Los latidos del corazón se le aceleraron. ¿Iba a volver a besarla? Una parte de ella esperaba que así fuera, mientras que la otra… La otra parte no estaba preparada para enfrentarse al torbellino de sensaciones que él era capaz de despertar en ella. Era una debilidad que necesitaba aprender a dominar, y rápidamente, si ambos debían permanecer equilibrados en lo que se refería a su matrimonio. Si no era así, Victoria, tenía mucho que perder. Para muchas personas, el hecho de haber contraído matrimonio a ciegas tan solo para salvar su negocio podía parecer una medida extrema. Incluso para ella era extrema. Sin embargo, para conseguir firmar el contrato Maersk tenía que estar casada. Tan sencillo como eso. Resultaba frustrante que, en pleno siglo XXI, su empresa fuera rehén de la atracción de Edward Maersk, por las mujeres y de los celos de su esposa. Sin embargo, si el hecho de casarse suponía que ella conseguía firmar el contrato en exclusiva de cinco años que aseguraría que su empresa recibía los ingresos suficientes no solo para mantenerse a flote sino incluso para expandirse y crear más puestos de trabajo, estaba dispuesta a hacerlo. Lo único que había tenido que hacer era encontrar un marido. Y rápido. Sin embargo, nunca había esperado que ese sería Angus Baker. Angus, se trono los dedos y la sacó de sus pensamientos. —A tierra a Victoria. Siento que te fuiste por un momento. Ella forzó una sonrisa. —Disculpame. Estaba pensando en mi abuelo –mintió. —No, tuve el placer de conocerlo, pero me dijeron que era un mago de la mecánica. No había ni un solo motor de cualquier embarcación que él no fuera capaz de arreglar. Ella asintió. —Sí. Era el mejor. —¿Fue duro crecer a su lado? —Sí y no. Evidentemente, echaba de menos a mis padres. Ellos pasaban a verme cuando estaban en la zona, y aún lo hacen de vez en cuando, pero mi abuelo me dio estabilidad, algo que no hubiera podido tener con ellos. Y me enseñó el valor de silencio. —¿Es una indirecta? —No, claro que no. No. En absoluto. Es que algunas personas parecen sentir la necesidad de llenar los silencios con ruido, en vez de dejar que, simplemente, el silencio los llene a ellos para variar. Angus asintió. —Creo que conozco algunas personas así. Vamos. Deja que te muestre el resto de la casa. Luego, nos marcharemos a las colinas. Victoria, estaba en forma y era fuerte. Angus, la miró con apreciación cuando los dos llegaron a lo alto de la colina que les proporcionaría la mejor vista de todo el valle. — Increíble vista–dijo Victoria colocandose las manos en las caderas. Tenía la respiración prácticamente normal y apenas había sudado a pesar de que el sol estaba muy brillante, cuando comenzaron a subir. —Las vistas merecen la pena –comentó Angus, mientras se colocaba junto a ella. —Clato, que si, es espectacular. Angus, sintió que la mujer que tenía a su lado representaba la perfección. Relucía de buena salud y vitalidad, diferente a la clase de mujeres que frecuentaban el círculo de Angus. No podía dejar de pensar que había algo muy familiar en ella, aunque, por supuesto, eso no era de extrañar. Trabajaban en el mismo embarcadero. A los dos se les había hablado de la rivalidad de sus familias durante años. Se conocían, aunque no fuera personalmente. No obstante, Angus, no podía dejar de pensar que la conocía de otro lugar. —Tuviste suerte cuando la competencia de veleros del año pasado haciendo publicidad para tú compañía. comentó Victoria mientras miraba a su alrededor. Las plantas habían empezado a recuperar las colinas que les rodeaban. —Tuve más suerte que la mayoría. —Eso, por qué yo no competí. —Desde aquí arriba, tu casa se ve inmensa. —Mi casa es mi refugió después del trabajo. Oyó que ella contenía la respiración. —Acordamos no hablar de trabajo, ¿Recuerdas? —Cierto. Disculpa. Angus apretó la mandíbula. Le había parecido un comentario de lo más natural. Después de todo, llevaba trabajando más de la mitad de su vida adulta. Le iba a resultar más duro de lo que había pensado excluirla de lo que, esencialmente, si compañía era el centro de su mundo. Sin embargo, se recordó que, con el tiempo, ella se convertiría en el centro de su mundo… Un sonido de animal se escuchó a sus espaldas. —¿Has oído eso? –le preguntó Victoria mientras miraba a su alrededor. —Sí. Y ahí está de nuevo. Angus, se acercó cuidadosamente hacia la fuente del sonido. Lo hizo con precaución por si el animal, no era muy amistoso. Victoria, por el contrario, no mostró preocupación alguna. Atravesó la maleza antes que él. —¡Ay, mira! Es un gatito. Pobrecito. Tomó al pobre animal en brazos. Era una bola de pelo, cubierto de tierra. El cachorro comenzó a ronronar —¿Está herido? –le preguntó Angus. —Dejame revísarlo. Aquel gatito parecía haber sido abandonado. Había una carretera que pasaba a poca distancia de allí.—Tiene unos pequeños rasguños, pero estará bien. Angus sacó su botella de agua y se la colocó al gatito en la boca, enseguida empezó a beber, parecía que tenía varios días sin beber agua. Angus siguió ofreciéndole agua hasta que el cachorrito dejó de beber. —¿Qué vamos a hacer con él? –preguntó Victoria, mientras acariciaba la sucia cabecita. —Primero, llevarlo al veterinario, para que lo examine y nos diga en qué condiciones se encuentra y averigua si se perdió o lo robaron para pedir rescate. Podría haber alguien buscándolo. Si lo robaron, sabremos más. —Pero, no tiene collar. —Igual, hay que averiguar. —Y sí no tiene dueño o no aparece. ¿Que va a pasar con él?. Preguntó Victoria preocupada. —¿Te gustaría quedarte con el gatito?. Angus deseó poder concederle todo lo que deseara. —Si, si es posible. —En ese caso, nos quedaremos con él. —Yo nunca he tenido una mascota–admitió mientras le acariciaba en la cabecita al perrito. Este la recompensó con un movimiento en la mano de Victoria, en agradecimiento–, pero siempre he deseado tener una mascota. —Primero, es lo primero y lo primero es llevarlo al veterinario. Angus, extendió los brazos para cargar al cachorrito. Decidió que se llevarían a la mansión y de ser que no tenía dueño, adoptarían al pequeño gatito.
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