En el Poder: LaVenganza

2184 Words
Sebastián estaba decidido a jugarse la vida aventándose del auto mientras este se encontraba en movimiento, lamentablemente para el señor, Rosario se encontraba a su lado y para asegurarse que no intentara hacer algo estúpido, Rosario se fue apuntando su pecho con un arma, de esa manera se aseguró que Sebastián no consiguiera escapar o alertar a las autoridades de cualquier circunstancia que se le ocurriera en ese momento completamente desafortunado y desdichado para el empresario acorralado y sin esperanza alguna. Llegando a la mansión, se encontraba completamente desolada, definitivamente la mansión Ríos no era la misma que hace unos años atrás, por lo que ahora todo era más que perfecto para Rosario, Melquiades y la persona que ahora funcionaba como el mayordomo de la residencia, más algunas empleadas de limpieza ¡Todos fieles a Melquiades y Rosario! —¡Que alegría regresar a lugar del cual nunca debí haber salido! —Exclamó Rosario con su sarcasmo y entusiasmo de saber que ahora ella llevaba la batuta y era muy difícil que Sebastián lograra actuar por su cuenta, según sus planes. —¡Bueno mi amor! Dirígete con Melquiades a la oficina y en una par de minutos los alcanzo para que con toda la tranquilidad del mundo, ahora si podamos conversar sobre nuestro asunto pendiente. Melquiades sin dejar de apuntar la cabeza de Sebastián, lo trasladó hacia la oficina donde se reunirían y ahora si hacerle ver a Sebastián la condición en la que se encontraba, no existía un cambio de hoja o de vida a esta situación, era prácticamente su tumba y todo provocado aparentemente por sus malas decisiones. Melquiades ingresó a la oficina e inmediatamente le hizo saber. —¿Ahora se da cuenta que se lo advertí? —¿Cuándo me advertiste sobre esto? Eres un verdadero traidor ¿Cómo es que te dejas manipular de una mujer como Rosario? Creí y confié en tu palabra y por eso no me cerciore de tu trabajo, ¿Ahora qué es lo que pasara conmigo? —Eso solo le compete a la señorita Rosario, no estoy enterado de lo que ella tiene para proponerle y mucho menos cuales sean sus verdaderas intenciones, así que si yo fuera usted, me quedaría quieto y muy atento a las propuestas de la dama, ella es noble y sabe reconocer a toda aquella persona que le sirve adecuadamente y sin intento de traición, su situación es algo distinta, pero supongo que ella sabrá darle una oportunidad. —¡Jamás estaré dispuesto a ser su sirviente! Prefiero morir y no vivir humillado y arrastrado por una mujer, eso jamás estuvo dentro de mis contemplaciones de vida y por ello es que nunca me enamore como lo hice de esa perra y de no haber sido que me encandilo con su sexo ¡Jamás me hubiera casado con esa maldita desgraciada! Rosario ingreso de inmediato a la oficina y con arma en mano y escuchando las palabras de Sebastián, dejo ir un disparo al techo y pronuncio con enojo y determinación. —Cuida tus palabras Sebastián, porque el próximo tiro puede ir directamente a tu frente, no tientes al diablo, porque pueda que este mismo lugar sea tu infierno inmediato. —¡No continúes jugando conmigo Rosario! ¿Qué es lo que deseas de mí? He de suponer que mi fortuna es lo único que te interesa, pero sabes y entiendes que, aunque nos divorciemos no puedes reclamar nada de mi herencia. —¡Exacto! Por eso la única manera de quedarme con tu herencia es ¿Morir o ceder? ¿Qué es lo que prefieres? A eso específicamente me refería en cuanto a escoger, debido a que si escoges morir, me lo pondrás muy fácil Sebastián y debido a que aparentemente estaba desaparecida al momento que me entere que solo muerto podría heredar, entonces la justicia me involucraría directamente en tu muerte y eso retrasaría mi futuro, entonces querido ¿Cuál será tu decisión? —¡Mátame de una buena vez maldita perra! —Sebastián comprendía que ahora su única salida era morir, por lo que, para provocar y gastar la paciencia de Rosario, los insultos no faltaron en su boca. Debido a que Rosario estaba en lo correcto y al tratarse de un asesinato directo, ¡Le quedaría muy difícil a Rosario heredar la fortuna de los Ríos y con esa situación el único que podría reclamar seria precisamente su hijo Júpiter Ríos! Mismo del cual nadie aun no sabía de su existencia. —¡No me creas tan estúpida Sebastián! Se perfectamente que deseas acabar con mi paciencia para que te exactamente lo que estas gritando en tu desesperación, pero no te daré esa opción, así que como al parecer no estás dispuesto a colaborar, me veré en la penosa y obligada decisión de actuar por ti, Melquiades hazme el favor de explicarle al señor lo que viene para su vida. —¡Como usted lo ordene señorita! —Nuevamente me has mentido Melquiades, ¡Acabas de mencionar que no sabías nada al respecto! —Mencionó indignado y nuevamente frustrado Sebastián ante las circunstancias. —Aquí usted es el único obligado a hacer lo que se le ordena, por lo tanto, por su bien es mejor que acate las ordenes y firme estos documentos, de lo contrario le arrancare los dedos uno por uno hasta que acepte firmar estos documentos. —¡No son capaces de hacer tal atrocidad! —El miedo en el rostro de Sebastián se hizo presente y su capacidad de creer que nada de esto podría ser verdad, solo provocó a Melquiades a actuar de la misma manera en la que se encontraba dispuesto a hacerlo. Melquiades extrajo por debajo del escritorio una cortadora de metal con la cual pensaba en ese momento cortar el dedo meñique de su mano izquierda para forzarlo a que accedería a firmar los documentos requeridos por Rosario, mismos documentos que contenían el reglamento para ceder la fortuna y la empresa de Sebastián Ríos a la señorita Rosario sin restricción alguna. —¿En verdad no pensaras cortarme el dedo con eso? —Exclamó Sebastián con el terror en su rostro a lo que Melquiades respondió. —¡Seguramente tras esto, usted firmara! Melquiades sujeto la mano de Sebastián mientras que Rosario apuntando con su arma a Sebastián, ¡El dedo meñique de Sebastián se desprendió de su mano izquierda de un solo corte! Los gritos de dolor del CEO de la moda fueron desgarradores, los pocos empleados y fieles a Rosario, exclamaron por fuera de la oficina. —Da lástima el señor Ríos, pero nunca debió haberse fijado en Rosario. —Seguramente ¡Nunca debió haberse fijado en el mismo diablo! —Entonces mi querido esposo ¿Ahora si firmaras los documentos a mi favor? Solo tienes que firmar y te prometo con mi vida que cuidare de ti por el resto de tu vida, no voy a abandonarte como se lo dejaste claro a la prensa en cuanto no me aparecí durante estos días, siempre estarás en mi compañía y nadie notara que entre nosotros existen ¡Problemas matrimoniales! —Eres una enferma Rosario, ¿Cómo puedes torturar a un hombre de esta manera? —Supongo que de la misma manera en la que torturaste a una pobre modelo que creo que obligaste a abortar y luego la enviaste a matar, ¿No te recuerdas de Mihami? Para suerte y desgracia de Sebastián. Mihami era una modelo que se enamoró de Sebastián cuando desfilaba para su empresa y que se enredó en las sabanas de Sebastián, eso ya unos años atrás, por lo que Mihami era muy cercana a Rosario y ella se enteró de lo sucedido con Sebastián. De la misma boca de Mihami salieron las palabras que Sebastián la obligó a hacer a cambio de no perjudicar su vida, sin embargo, en ese momento Sebastián no perdonó la vida de Mihami y la envió a eliminar mientras se encontraba de viaje en una de las pasarelas de la empresa. Mihami fue encontrada sin vida a las orillas del lago de atitlan en Guatemala, siendo Rosario la que reconoció el cuerpo y posteriormente le dio cristiana sepultura a Mihami. —¿Mihami? ¿Pero qué tiene que ver esa perra desgraciada con todo esto? Rosario no soportó la manera en la cual Sebastián se expresó de Mihami en su presencia, por lo que llevo su arma a la pierna izquierda de Sebastián y dejo escapar un disparo, mismo que atravesó la pierna entera de Sebastián, causándole un dolor extremo y gritos insoportables de dolor del CEO. —¡Debería pegarte un tiro en las bolas maldito desgraciado! En tu vida vuelvas a insultar el recuerdo de Mihami, de todas las muertes que provocaste en tu vida, sin duda alguna la de Mihami es la que me perjudica directamente, porque Mihami maldito idiota, cobarde de mierda ¡Era mi hermana! Te aprovechaste de ella, abusaste de su cuerpo y encima la obligaste a abortar y no contento con eso la eliminaste con tu perro, ¡Melquiades, trae de inmediato al perro que contrataba Sebastián! Rosario no solo estaba bien informada de todo lo que Sebastián provoco, sino que también averiguo el paradero de la persona que le hacia los mandados a Sebastián, para fortuna por llamarlo de alguna manera, Rosario no se enteró desde ese entonces que el CEO había engendrado un hijo con Marlene. —¿Tu hermana? ¿Pero eso no puedo ser posible? Ella me juro que no tenía familia y que se crio sola desde que sus padres fallecieron. —El error de mi hermana fue decir exactamente eso, pero lo hizo para protegerme, porque ella sabía que, de no hacerlo, no le darían el trabajo en la empresa, pero desgraciadamente también fue su contrato de muerte. Melquiades interrumpió la conversación tras ingresar con el que efectivamente realizaba los trabajos que Sebastián le solicitaba, amarrado de pies y manos y con golpes en todo el cuerpo, prácticamente inconsciente, fue ingresado por el mayordomo y Melquiades. —Ahí está el desgraciado, entonces señor Ríos ¿Nos va a decir que no reconoce a este desgraciado? Lo único diferente entre ustedes es que esta rata es pobre y usted por el momento aún es dueño de la empresa de moda más importante, así que ahora niegue todo lo que antes no se atrevía a aceptar. Melquiades conociendo el mundo bajo aún más que Sebastián, se sabía el actuar de los que trabajaban para los grandes y fue precisamente que Melquiades encontró la persona que trabajaba para Sebastián desde hace mucho, aun casi que inconsciente, el delincuente exclamo con ánimos de no continuar siendo castigado o torturado por sus opresores. —Señor Ríos, ¡Perdóneme por favor! Me obligaron a decir la verdad y no tuve alternativa porque mi familia estaba en peligro. Rosario no soporto más y se acercó para acertar un tiro en la frente del delincuente, lo que Sebastián temblando del terror que provoco Rosario en ese momento, comenzó a suplicar por su vida, no sin antes que Rosario se acercara y le diera a conocer un secreto que debía saber Sebastián. —¡Que no te quede la menor duda Sebastián que es lo mismo que te llegara a suceder! Solo que aún no me decido si provocarlo de esta manera como lo acabo de hacer con tu gato o como lo provoque con tu socio ¿Ricardo era que se llamaba verdad? —¿Ricardo? ¿No me digas que ustedes fueron los que eliminaron a Ricardo? —En efecto Sebastián, el pobre no debió acercarse a preguntar por mí, justamente con Melquiades, afortunadamente Melquiades me aviso a tiempo y no alcanzo a contarte lo que Melquiades le hizo saber bajo mis órdenes, por lo que ¡Si, efectivamente con estas manos que te acariciaron y tomaron tus bolas, con estas mismas manos elimine a Ricardo! ¡¿Vas a firma o no maldito?! Sebastián se tragó el odio y el deseo de vengarse de Rosario ¿Cómo podría vengarse de Rosario? Firmar era su única alternativa, así que tomo el lapicero y comenzó a firmar cada hoja que se encontraba en el escritorio, cada uno de esos documentos contenía en sus letras que Sebastián cedía todo lo que era de su propiedad a Rosario, de manera inmediata y sin derecho a reclamar un solo centavo de la misma, por lo que propiedades nacionales y en el extranjero, su enorme fortuna y la empresa de modas, pasaron a nombre de Rosario. —Ahí tienes, ¿Ahora que pasara conmigo? —Exclamó Sebastián con la única esperanza que esa pesadilla acabara de inmediato. —¡Muy buena decisión querido! Ahora te convertirás en mi asistente en la empresa y en mi sirviente en casa, mientras tanto que te venden el dedo para que sane pronto, mientras tanto tu Melquiades, lleva estos documentos a la oficina del abogado y que todo se resuelva de inmediato, desde mañana comienza el imperio de la mujer más poderosa ¡Rosario Alma de fuego!
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