La mirada atónita y de terror de parte de Sebastián, daba a entender claramente el miedo y terror que sintió al momento de observar a Rosario de frente en la oficina, ¿Ahora que podría suceder ante tal situación inesperada?
—¿Pero si tu estaba muerta, como es que te encuentras aquí? ¡¿Melquiades, que es lo que ha pasado con Rosario?!
Un desconcierto de sus sentimientos encontrados por lo que estaba observando en ese momento, Sebastián comenzó a dudar de lo que Melquiades hizo en cuanto a la desaparición de Rosario, por lo que era más que obvio que Melquiades no cumplió con lo dicho o hecho en todo sentido común.
—¡Lo siento Sebastián! Pero Melquiades le debe la vida a una sola persona y esa para tu desgracia solo puedo ser yo ¿Oh me equivoco Melquiades?
—¡Por supuesto que no Rosario! ¡Jamás me atrevería a traicionar a la mujer que me alimenta y me ha dado más que una razón para estar con vida! así que señor Sebastián, ahora es que comienza el verdadero juego, solo espero que no se sienta molesto por esta pequeña situación.
—¿Cómo es que me has hecho esto Melquiades? Te di mi confianza, te entregué lo justo como para vivir por lo menos el resto de tu vida en paz, sin contar que te di el acceso a todas las acciones de la empresa, ¿Ahora me sales con que me has traicionado?
—¡Efectivamente señor! Usted puedo mencionarlo como mejor le parezca, sin embargo, quiero que le quede claro que todo esto fue solo parte del plan con Rosario, ahora en cuanto a las acciones, puede estar más que tranquilo debido a que ahora Rosario es dueña del sesenta por ciento de las acciones, lo que la deja a ella como la socia mayoritaria de la nueva empresa.
Sebastián estaba recibiendo noticias de infarto en esa oficina que lejos de ser ahora el único dueño, ahora debía rendir cuentas a su aún esposa Rosario, por lo que, tras las fuertes impresiones, el aire comenzó a faltar, se le nublo la vista y se desmayó de tantas impresiones fuertes que recibió en ese lamentable momento para Sebastián Ríos.
Melquiades lo levanto del suelo para acomodarlo en su silla presidencial, luego de ello lo trasladaron a la clínica privada, la salud de Sebastián se vio seriamente afectada, recobrando el sentido horas después de las terribles noticias que recibió en su empresa de modas.
Rodeado de enfermeras y el doctor a su lado, Sebastián preguntó con seria aflicción y angustia en su voz. —¿Qué fue lo que sucedió? ¿Por qué me encuentro en esta camilla?
—Descuide señor Ríos, se le administro medicamento para su recuperación, solo debe guardar calma, debido a que sufrió una seria crisis nerviosa provocada seguramente por una fuerte noticia o algo relevante, ¡Por cierto, su esposa se encuentra afuera de la habitación!
—¿Mi esposa? —Preguntó Sebastián con la duda y la angustia en su voz, era inminente que el miedo que sentía Sebastián era porque estaba pensando en las consecuencias que esa situación llevaría en su contra, por lo que la conversación con Rosario seria de alguna manera ahora su única salvación.
Rosario no dudo en ingresar a la habitación, traje n***o y radiante cabello rojo, era la mujer más despampanante jamás vista en la tierra, ingreso y dejando uno de sus guantes sobre la mesa de noche de la habitación, se acercó a Sebastián y pregunto tras besar su frente.
—¿Cómo te sientes cariño? Tremendo susto que me has dado por tu repentino desmayo en la oficina, ¿Sorprendido de verme nuevamente?
Sebastián sabía que era el momento adecuado para pedir una explicación, misma que no merecía, pero que de igual manera la solicito, no esperando realmente lo peor.
—¿Cómo es que estas con vida Rosario? Aunque creo que después de lo que Melquiades confeso, no te hizo daño alguno.
—Te equivocas, si tan siquiera te tomaras la pequeña molestia de verificar por tu propia cuenta lo que envías a hacer, te dieras cuenta que en verdad si sucedió algo, aunque debo mencionar que para ese trabajo para evitar que me descubrieras, sacrifique a una persona, pero me imagino que todo sacrificio tiene su recompensa, así que ahora me vas a explicar ¿Por qué demonios me enviaste a eliminar? Antes que me respondas, déjame decirte que por un instante de mi vida te considere parte de mis planes de vida, pero lo echaste a perder querido.
La confusión no cabía en el cerebro de Sebastián, su confusión era tan grande que no comprendía ¿Cómo es que exactamente Rosario pensaba tomarlo en cuenta en sus planes de vida? por lo que ahora antes de preguntar, debía entregar una respuesta aparentemente coherente para calmar esa sed de venganza de parte de su esposa, que se encontraba con la paciencia un tanto deficiente.
—¿Qué es lo que pasara conmigo Rosario? Porque déjame decirte que la verdad me sentía muy frustrado últimamente al estar perdiendo la popularidad con la que contaba anteriormente, esto de casarnos creo que se me salió de las manos y no era el momento adecuado para hacerlo, creo que debí darme un poco más de tiempo contigo antes de casarme.
—Eso quieres decir que la única manera de solucionarlo era convencer a Melquiades para que cumpliera con tu deseo y hacer el trabajo sucio, mismo que no es muy ajenos a tu estilo de vida ¿Verdad?
—¿Por qué lo mencionas como si supieras algo de mí? —La duda y el miedo nuevamente comenzó a incrementarse en la vida de Sebastián, Rosario estaba dejando entre ceja y ceja lo que Sebastián era capaz de hacer sin piedad.
Así mismo ella respondió. —Conoces a una de estas mujeres o seguramente las conoces a todas ¿verdad? Aunque supongo que a alguna de ellas no las reconoces porque simplemente solo fueron parte de ti una sola noche y para evitar chantajes las enviabas a eliminar ¿Oh me equivoco?
—Sinceramente no sé de qué hablas Rosario. —Sebastián reconoció a la mayoría al momento que Rosario sacara de su bolso las fotografías de las mujeres que Sebastián asesino por el único deseo de mantenerse en la cima como soltero y sin compromiso, mismo título que ahora era solo parte de su pasado, solo que en ese momento se negó a reconocer sus crímenes, misma situación que no le importaba en lo más mínimo a Rosario.
—Sinceramente no me importa Sebastián, aunque debo confesarte que lo mismo me ha tocado hacer en otras ocasiones, pero deseaba que en esta ocasión fuera un tanto diferente, pero al parecer no me dejas alternativa, te doy a escoger Sebastián, solo te daré una oportunidad para que recapacites y tu vida no se vuelva una mierda como seguramente se volverá si no eliges adecuadamente tu respuesta o decisión.
Conforme avanzaba la conversación entre ambos, parecía ser que la esperanza de Sebastián comenzaba a desvanecerse por completo, parecía ser que ahora la vida dependía de la decisión que debía tomar y que aún no conocía, era cuestión de llegar a conocer lo que Rosario estaba a punto de ofrecer al señor Ríos.
—¿A qué te refieres con escoger adecuadamente? No pensaras eliminarme cómo crees que lo pensé hacer contigo sin sentimientos, aunque no me creas, fue una decisión muy difícil y me moría de desesperación y arrepentimiento por haber tomado esa fatal decisión en su momento, ¡Por favor perdóname Rosario!
—¿Perdonarte? Si ese fuera el caso, ¿Qué me garantiza que no contrataras a uno de tus matones para que eliminen a Melquiades y luego a mí? Te voy a advertir algo, si se presentara la situación que en algún momento de tu vida vuelves a provocare algo así, ¡A tu enemigo no se le deja respirando! Entonces ¿Aun puedes creer que puedo perdonarte tal acción?
—Por favor Rosario, te amo sinceramente, caso contrario jamás te hubiera considerado como para ser mi esposa, solo que las cosas se me comenzaron a salir de control y me desvié del amor que tengo por ti, ahora posees el sesenta por ciento de las acciones, puedo entregarte veinte por ciento más y la mansión, pero recuperemos nuestro amor y matrimonio.
—Sinceramente me das una pena tremenda Sebastián, ¡Mírate, rogando para que te perdone después de semejante salvajada! Si alcanzaras a verte en un espejo al momento de pedir perdón, seguramente verías lo patético que te ves y lo cobarde que eres al hacerlo, si algo tengo claro en la vida, es que ¡Jamás debes de arrepentirte por las propias decisiones que has tomado! Así que creo que es momento de no perder más el tiempo y darte a conocer mis dos opciones.
Melquiades ingresó a la habitación con la hoja de salida del médico, momento que causó mayor terror de parte de Sebastián. —El medico autorizó la salida del señor Ríos, no encontró motivo para que continuara hospitalizado y solo envía reposo para el señor y algunos medicamentos, aunque considerando la situación el reposo del señor Ríos ¡Podría ser eterno!
Rosario sonrió despiadadamente delante de Sebastián tras la declaración de Melquiades, lo que provocó que Rosario mencionara.
—En el camino a casa señor Ríos, le daré a conocer las opciones que tiene de vida conmigo, así que no se asuste que le prometo que no lo voy a torturar, a menos claro está que usted no tomé la decisión adecuada o correcta, ¿Nos vamos?