—¡No puedes imaginarte lo feliz que me haces Sebastián! Es increíble que un hombre como tú, tardara tanto en comprometerse, ¿Acaso nunca existió otra mujer en tu vida que te llamara la atención?
Rosario demostraba la felicidad y la emoción que experimentaba por el compromiso que comenzaba a elevarse a otro nivel entre ellos, pareciera ser que solo existía un camino posible en esa relación, solo existía un detalle que posiblemente Sebastián no estaba tomando en cuenta, y era precisamente el hecho que Marlene o Júpiter, decidieran salir de las sombras para entonces dejar en evidencia a Sebastián, de momento se limitó a responder a su entonces querida y amada Rosario.
—Nuestra relación solo indica que ¡Nunca existió la mujer correcta para durante todo este tiempo! Eres y serás siempre la única que ocupe este lugar especial en mi vida, ¡Aun no nos hemos casado! Pero déjame decirte que todo lo que poseo te pertenece mi reina, seremos sin lugar a duda el mejor y único matrimonio feliz.
Rosario estalló de emoción al escuchar a Sebastián hablar de esa manera, literalmente era todo lo que ella esperaba escuchar y recibir del empresario, pero también era cierto que Sebastián primero debía contraer nupcias con Rosario y posterior a ello se podría dar por hecho que la mayor parte de la fortuna Ríos, pasaría a manos de Rosario, porque por derecho Júpiter en cualquier eventualidad, contaba con su derecho legítimo en reclamar parte de la herencia por llevar el apellido Ríos y siendo Sebastián su padre biológico.
Desde ese día de la entrevista, se les veía a Rosario y Sebastián más unidos, no existía un solo lugar al que no se dirigieran juntos, la atención pública se encontraba en ellos por sobre todas las cosas, la popularidad de Rosario creció como la espuma y comenzó a ser objeto de envidia de parte de las mujeres que demostraban su afecto hacia Sebastián, literalmente paso de ser una modelo VIP a la prometida más envidiada y codiciada, lamentablemente la belleza del exterior volvía ciegos a todos a su alrededor, ¡Menos a quien no se le despego un solo momento desde ese día en la empresa! Su cómplice hasta ahora, Melquiades.
—Eres una mujer de mucho cuidado Rosario, te mantendré siempre de mi lado, aunque para cuando ya no me sirvas, con toda seguridad ya habré alcanzado mi objetivo.
¿Qué era lo que escondía Melquiades? El tiempo y su codicia lo diría con claridad, mientras tanto de alguna manera estaba disfrutando del hecho que controlar y manejar la empresa de modas a su antojo, debido a que Sebastián se mantenía muy ocupado como adolecente junto a Rosario, situación que engalanaba a Rosario en todo momento y en cualquier lugar, con regalos millonarios y joyas realmente extravagantes. Sebastián adoraba y desde el primer instante coloco a Rosario en lo más alto de un pedestal para que las personas no se cansaran de admirar su belleza y la relación que llevaba con el aun CEO del centro de modas.
A pesar que compartía la habitación de la mansión, aun no Vivian juntos, por lo que Sebastián tras uno de sus últimos encuentros sexuales de las últimas semanas, decidió optar en que Rosario se mudara definitivamente a su mansión.
—¿No crees que sería más conveniente que te mudes de inmediato conmigo?
—Eso sería lo que más me encantaría, pero creo que no sería de alguna manera bien visto, prefiero que cuando te decidas en proponerme matrimonio, ¡Entonces podríamos hablar al respecto!
Eso limitaba directamente las intenciones de Sebastián en vivir directamente con Rosario y conocer así definitivamente si ella era la mujer que amaba con el alma como lo demostraba hasta el momento, ese momento de duda en su corazón en cuanto a compartir directamente una vida con Rosario, ahora le estaba obligando a dar un paso más firme en la relación.
—Sabes, creo que últimamente he faltado mucho a la empresa ¿Deseas acompañarme? Creo que le he estado otorgando demasiadas responsabilidades a Melquiades, eso es realmente abusar de la situación.
—¿Pero no crees que de haber sucedido algo fuera de lo normal, serias el primero en saberlo? Considero desde mi punto de vista que Melquiades ha estado haciendo un excelente trabajo al respecto, pero si deseas haz acto de presencia en tu empresa, de mi parte creo que visitare un spa, necesito consentir mi piel.
—Le diré al chofer que te lleve a donde tu desees, me encargare que tu vida de ahora en adelante sea lo más cómoda y accesible posible mi reina.
—No solo trataras mi amor, sino que así debe ser siempre. —Exclamó Rosario en su interior al momento que Sebastián se expresó de esa manera.
Rosario se marchó de la mansión en compañía del chofer que minutos más tarde en el spa, le ordeno que se retirar y lo llamaría cuando ella lo necesitara.
—¿Cómo has estado querido? No sabes la falta que me has hecho últimamente, ¿Qué te parece si vienes por mí al spa de siempre?
Rosario se marchó del spa con rumbo desconocido junto con un hombre que llego a recogerla en un deportivo y tras perderse en la carretera no se supo de ella por las próximas cuatro horas, mientras que Sebastián se encontraba en la empresa reunido con Melquiades.
—¡Veo con toda la satisfacción posible que has realizado un trabajo excelente! Sinceramente Rosario no me pudo recomendar a mejor persona que tú para este negocio.
—Se le agradece el cumplido señor, ahora solo desearía que compartiera un modelo de negocio que he estado pensando últimamente y que estoy más que seguro que le dejara enormes réditos sin mayor esfuerzo.
—Seguramente que si Melquiades, pero hay algo de lo que deseo hablarte, así como también hacerte participe, es relacionado con Rosario.
Melquiades no se sorprendía que todo lo que saliera de la boca de Sebastián, se tratara exclusivamente de Rosario, por lo que en ese instante comenzó a sospechar lo que se venía manejando desde hace unos días entre ellos.
—Lo escuchó atentamente señor, ¿A qué se refiere con hacerme participe de la situación?
—He estado analizando la situación y creo que es momento de dar el próximo paso en la relación con Rosario, por lo que pienso proponerle matrimonio en una semana a más tardar, no puedes imaginar el deseo que corrompe mi alma en no permitir que Rosario se marche de mi residencia cada mañana o por el atardecer, por eso mismo es que deseo casarme con ella cuanto antes.
Melquiades no deseaba de alguna manera dar a entender que ese era precisamente uno de los objetivos primordiales de todo esto, por lo que renegó un poco por la situación, creyendo que Sebastián podría estar probando a Melquiades.
—¿Usted no cree que es una situación muy apresurada? Creería de alguna manera que podría esperar a que la relación avance un poco más, ella debe conocerlo a usted por al menos un par de meses más y de igual manera usted a ella, es mi punto de vista pero no deseo interponer mi opinión en sus deseos.
—Me sorprende que no seas el primero en correr en dar una opinión apresurada al respecto, consideraba de alguna manera que por ser conocido de Rosario, me darías un impulso a provocar esa situación de inmediato, pero entonces me surge la duda ¿Por qué piensas que debemos conocernos un poco más?
—Simplemente es un punto de objeción de mi parte, pero no le quiero dar a entender algo negativo sobre Rosario, más bien considero que el matrimonio es algo que en verdad no debe tomarse tan a la ligera, pero si eso es lo que usted desea, considero que entonces debe ganarse el derecho de proponerle matrimonio, no creo que Rosario esté dispuesta a esperar que le proponga y no cumplir al respecto.
—¿Cómo crees que no cumpliría con eso? Por eso mismo es que deseo que intervengas, desde este mismo instante deseo que reserves el hotel más lujoso de la ciudad, envía invitaciones a los diez socios de la empresa y que las modelos VIP sirvan de damas para mi reina.
—No se diga más, me pondré en esos detalles inmediatamente, con su permiso señor Ríos.
Melquiades afirmando entre labios en ese momento que se retiró de la presidencia de la empresa. —Señor Ríos, usted ha firmado su día de muerte.