Ni un Centavo

2121 Words
Seguramente Marlene en esa circunstancia se llegó a sentir enredada y confusa por el acercamiento desafortunado que sucedió con Sebastián. ¡Era precisamente lo que ella no esperaba que sucediera! Pero ahora con Sebastián el padre de su hijo por delante de ella, y sabiendo el Joven Ríos que Marlene sufría de una enfermedad degenerativa, el corazón se le hizo pequeño en ese preciso momento, pero el encargado de cocina al enterarse que Marlene aparentemente resulto ser la culpable del choque con el CEO de la empresa de modas, salió corriendo hacia el lugar para recriminar lo sucedido. —¡Pero qué horror! Señora Marlene, discúlpese con el CEO de la empresa y retírese de inmediato del lugar, le hablare al encargado para que le pague por sus servicios. Era más que evidente por el rostro de Marlene, que definitivamente no se disculparía con Sebastián, más bien dejando nuevamente todo en el suelo, desató el delantal y lo dejo caer al suelo. La servidumbre del lugar, se asustó por el comportamiento de Marlene, pero el encargado de cocina iba directo a abofetear a Marlene por el comportamiento que estaba demostrando, preguntando a la vez con molestia. —Pero ¿Cómo se atreve a provocar tal falta de respeto señora? La bofetada iba con fuerza hacia el rostro de Marlene, justo en ese momento Sebastián con la mirada hacia el suelo, exclamo. —¡Ni se le ocurra tocarla, mucho menos continuar hablando de ella! El que debería de marcharse de este lugar es usted, maldito imbécil. —¡Pero, señor! No se está dando cuenta lo irrespetuosa que se está comportando esta señora, eso sucede por permitir que personas como esta señora de clase baja, se presente a trabajar. Sebastián enardeció de inmediato e hizo saber la razón al instante de lo que, ¡Nadie se imaginaria y mucho menos de la manera en la que Marlene se encontraba! —Le he dicho que no la trate de esa manera, ¡De inmediato espero su renuncia y bajo voluntad propia renuncia a todos los derechos por despido! La mujer a la que usted acaba de tratar como de clase baja, es madre de mi hijo, por lo que, si puede llegar a pensar un poco, puede imaginar que ella es mucho más importante que usted. La servidumbre a su alrededor se llenó de asombro y admiración por lo que se estaba sabiendo al respecto. Marlene no creía que Sebastián estuviese actuando de esa manera distinta a como lo conoció, solo que eso no cambiaba el hecho para ella, lo cobarde que se comportó en ese entonces. El encargado de cocina, se disculpó inmediatamente con Sebastián, a la vez el CEO le exigió que se disculpara con Marlene de inmediato y limpiara el desorden en el lugar. —Antes de retirarse limpie el lugar y le exijo una disculpa con Marlene. —¡Si señor, de inmediato! Nuevamente le extiendo mis disculpas señores. Sebastián le solicito amablemente a Marlene que lo acompañara a su oficina en la parte alta de la empresa. —¡Por favor Marlene, no te niegues! Deseo expresarte mis sentimientos y disculpas por todo lo que sucedió en el pasado. Marlene no estaba en lo absoluto convencida de acceder, pero la necesidad por alimentar a su hijo, Júpiter, necesitaba encontrar una salida urgentemente y esa era la ayuda que solo Sebastián podría brindar, por lo que, anteponiendo a su hijo, accedió acompañar a Sebastián a su oficina, sin saber con exactitud lo que ahí podría suceder. Tras ingresar a la oficina y siendo muy enérgico en ordenar que nadie se atreviera a interrumpir, se encerró con Marlene y no se supo de ellos por la próxima hora, a pesar que en varias ocasiones la madre de Sebastián, lo envió a llamar, sin embargo, nadie debía mencionar lo sucedido y mucho menos mencionar con quien era que se encontraba en la oficina para no alborotar a su madre. Dentro de su oficina, Sebastián exclamó con extrema preocupación en su mirada. —No te puedes imaginar Marlene la angustia en la que he estado viviendo todos estos años desde que no volví a saber de ti. Marlene de pie frente a su antiguo amor, aun con sus manos algo adoloridas, le sentó una bofetada con la fuerza que reunió de la cólera en su contra, para posteriormente exclamar. —¿Angustia? Puede un cobarde como tu sentir ¿angustia? De haber sido de esa manera, desde ese día que me presente a tu mansión a presentar a tu hijo, ese era el momento en el que debiste haberte hecho cargo de tu hijo ¡Oh más bien debería de decir tu único hijo! Porque según tengo entendido no has criado otros hijos ¿Oh me equivoco? Posiblemente hasta has hecho lo mismo que en su momento intentaron forzarme a hacer. Sebastián con la mano en su mejía, queriendo mostrar que no era el mismo aparentemente que Marlene conoció hace diez años atrás, se arrodillo para suplicarle perdón. —Lo siento Marlene, en verdad deseo que me perdones y quiero que sepas que, de no haberse presentado esta oportunidad, estaba más que dispuesto a encontrarte y enmendar mi error contigo, tengo la dirección del lugar donde sé que vives, ¿Es esta verdad? Marlene arrebató el papel que le mostro Sebastián, con ello verifico que Sebastián no estaba mintiendo, así que ella preguntó. —¿Por qué hasta ahora Sebastián? ¡¿Nunca llegaste a pensar que posiblemente tu hijo necesito un pedazo de pan o una cobija para taparse por las noches?! Han sido diez largos y pesados años Sebastián los que he soportado humillaciones y vejámenes por intentar ofrecerle a tu hijo o más bien ¡A mi hijo! Lo que su padre le negó desde que se enteró que me encontraba embarazada, así que entonces ¿Por qué hasta ahora? Sebastián comenzó a derramar sus lágrimas, ¿Dónde quedaba ese hombre fuerte y orgulloso? Ni Marlene lo sabía con exactitud, así que, tras continuar derramando sus lágrimas, Sebastián se levantó y tomando de las manos a Marlene, comenzó a dar sus explicaciones. —No podría explicarte todo lo que me obligo a tomar esa terrible decisión, pero mientras conversabas con mis padres en esa ocasión, sentía la necesidad de marcharme a tu lado, solo que, si lo intentaba, mi padre me iba a desheredar y lamentablemente era un lujo que no debía darme. Como puedes darte cuenta ahora soy el CEO de esta empresa y es la herencia que me ha dejado mi padre, ahora que ya no vive mi padre, es que encontre la oportunidad con el permiso de mi madre, para buscarte y enmendar el error de ese entonces. Marlene mostrando su descontento, respondió. —¡Ha, entonces quieres decir que para ti fue más importante el dinero que conocer a tu hijo! Para tu información Sebastián, mis padres me echaron a la calle y no me dejaron nada en su testamento, literalmente el día que di a luz a nuestro hijo, ese día dejé de existir para mi familia, así que no me vengas con ese cuento que no eras capaz de hacer lo mismo que me tocó hacer. Sebastián intentó una y otra vez en explicarle a Marlene que su deseo era quedarse con la herencia para luego buscarla y entonces enmendar su error, por lo que Marlene observando que Sebastián de alguna manera seguía siendo ese joven avaricioso y egoísta que conoció, intento alejarse y marcharse nuevamente de su lado. —¡Qué pena me das Sebastián! No has cambiado nada en lo absoluto, quédate con tus millones y espero no te pudras del remordimiento ¿Por qué si de mi depende? No permitiré que conozcas a tu hijo nunca. Sebastián no permitió que Marlene se alejara, por lo que la detuvo y exclamó. —¡No Marlene, por favor no hables así! No seré como mis padres en ese entonces, en lugar de ofrecerte dinero, ¿Qué te parece si trabajas junto a mí en la presidencia? Sé que tienes el potencial para ser la presidenta de una casa de modas, con ello desearía ganarme tu perdón y hacerme cargo de mi hijo hasta que la vida me permita ganarme su cariño y perdón. Parecía ser una muy buena oferta al respecto, solo que Marlene no estaba dispuesta a ese tipo de relación entre ellos, sabía que Sebastián intentaría llegar más lejos que una simple relación de trabajo, por lo que Marlene entonces respondió. —¡No Sebastián! No acepto tu vaga e inútil propuesta, además no es por excusarme, pero la enfermedad que estoy padeciendo, no me permite mantenerme de un lado hacia otro y agitarme demasiado me provoca dolores extremos, así que prefiero lavar y planchar de vez en cuando mientras mi hijo termina de crecer y pueda defenderse por su cuenta. Sebastián recordó de inmediato sobre la enfermedad que padecía Marlene, por lo que nuevamente se disculpó y propuso algo inmediatamente, antes que no lograra continuar reteniéndola en el lugar. —Tienes toda la razón y no voy a insistir, pero entonces Marlene acepta mi ayuda y prometo que no te faltara nada a ti, así como a nuestro hijo. Sabes perfectamente que te amé, no como posiblemente lo deseabas, pero te amé y aún recuerdo como me demostrabas tu amor, pero si no deseas o puedes perdonarme, entonces hazlo por nuestro hijo, no pienso molestarte ni perjudicarte en nada. Marlene inquieta, respondió a las palabras del padre de su hijo. —¡No tendrías por qué perjudicarme! Pero quiero que te quede muy claro, no lo hago por mí, no voy a recibir un solo centavo de tu mano Sebastián, si deseas ayudar a mi hijo, entonces hazte cargo de sus estudios, un lugar donde vivir decentemente y la alimentación, ¡De mis necesidades me encargo yo! Marlene no daba su brazo a torcer e insistía en no dejarse influenciar por el dinero de Sebastián en lo absoluto, por lo que entonces el joven Ríos exclamó. —Estoy dispuesto a cumplir con tus condiciones, pero también desearía que me permitieras conocer a mi hijo ¡No hoy por supuesto! Aun debo culminar esta pasarela, pero en cuanto puedas o lo desees, quiero conocerlo. —Eso llevara un tiempo Sebastián, no puedo de la noche a la mañana presentarte como su padre, primero cumple y luego hablamos al respecto. Antes que se me olvide, algo muy importante, no deseo salir de la zona en la que vivimos, solo deseo un mejor lugar para criar a mi hijo con todo aquello que cubra sus necesidades. —Como tú lo digas Marlene, de momento déjame entregarte esto, sé que mi hijo lo necesita y tú necesitas de urgencia ver a un médico, así que no te opongas y hazlo por nuestro hijo, necesito que te mejores y de ser posible que sanes por completo, porque seguramente y con toda certeza, mi hijo necesita tenerte a su lado siempre, así que no seas orgullosa y recíbeme este cheque. Marlene sabía que, si no pagaba la renta de la habitación, muy probablemente la sacarían del lugar, por lo que sin mencionar nada al respecto y con algo de rencor y bebiéndose sus lágrimas acepto el cheque que le estaba entregando Sebastián. Siendo así la primera vez que recibía algo económico de parte de la familia Ríos, aunque era por derecho que le pertenecía, pero ella, Marlene siempre mantuvo en su corazón el firme deseo de sacar adelante a su hijo con el sudor de su frente, pero la necesidad y esa enfermedad que la aquejaba, no se lo permitía por más tiempo, así que, si no actuaba al respecto, podría incluso morir y dejar en la orfandad a su hijo, siendo algo que no se lo perdonaría en esta y en la otra vida. Aunque después de despedirse de la oficina y solicitar un auto para que la llevara de regreso a su lugar de residencia, Sebastián le asaltó una duda existencial en ese momento, por lo que se acercó de prisa al auto para preguntarle a Marlene. —No te puedes ir sin antes decirme o resolverme una duda que me acaba de saltar a la cabeza. Marlene suspiró y respondió con pregunta. —¿Cuál es tu duda? Sebastián bajando la mirada preguntó—¿Cómo se llama nuestro hijo? Marlene sonriendo y sabiendo que a Sebastián le encantaría escuchar que llevaba su nombre, siendo no específicamente de esa manera. Marlene entonces respondió en cuanto el auto se daba en marcha. —Mi hijo se llama Júpiter. Como la estrella de la mañana que brilla en la inmensidad del oscuro cielo.
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