Continuación…
Aún en el bar de Melisandre.
RICO
En cuanto podemos, Velasco y yo nos pasamos a una mesa ubicada al fondo del lugar, así podemos conversar mejor.
— Tengo copias de esa información que le acabo de dar, agente, por favor, no me quede mal, me tendré que ocultar por un tiempo, así que no se preocupe por mí sí le cuentan que sigo en estos sitios emborrachándome, usted sabe cómo es ésto y le aseguro que es sólo una fachada.
— Bien. La revisaré en cuanto me vaya de aquí, aunque quisiera que permanezca cerca de las diablillas, ellas están en un grave peligro, las tienen en la mira y no van a parar hasta… — ni siquiera puedo concluir la frase y no hace falta, pues al buen entendedor, pocas palabras.
— Esas damitas han sufrido tanto, procuraré seguir al pendiente de ellas, más que un abogado, como un amigo, como una figura paterna que tanta falta les ha hecho, pero por favor, manténgame informado de todo.
— Así será, ande, vamos que le ayudo a llegar a su casa.
Me levanto de la mesa fingiendo ayudarlo, pero el abogado puede caminar perfectamente bien, creo que estoy más mareado con esos tragos que bebí que él.
RAFAEL
León quiere vaya por él al bar, pero lo que no sabe es que yo ando igual o peor de borracho, de hecho en este momento voy a casa por Ángela, me tiene que explicar por qué mi dinero no le interesa, si yo le puedo comprar todo lo que quiera con mi fortuna y si no le alcanza puedo doblar turno o vender algunas propiedades, mi familia es muy rica también. Llego e intento abrir con mi llave pero no abre, entonces comienzo a gritar.
— ¡Ángela! ¡Ábreme la puerta! — Hasta la chapa me cambió la condenada Diablilla para que no pueda entrar, es una hija de la… — ¡Ángela!
Un vecino se acerca a mí, ¿Quiere decirme algo? Quizá estoy siendo demasiado escandaloso, pero ¡Qué le importa!
— Buenas noches, joven, la señorita Ángela no está
— ¿Y usted sabe a dónde se fue?
— No, sólo sé que por la mañana un auto lujoso vino por ella
— ¿Un auto lujoso? ¿Qué tan lujoso? — pregunto indignado
— Muy lujoso
— ¿Más lujoso que el mío? — él observa mi auto
— Sí, claro.
— ¡Lo sabía! Su amor es mucho más caro de lo que pensé.
Me retiro del lugar intentando llegar al bar donde León dijo estar, mi amigo, allá voy.
LEÓN
Rafa ya se tardó, le pedí que viniera por mí porque no, ya no podré manejar ni siquiera puedo abrir el auto, qué idiota me puse con esos tragos.
— Buenas noches, doctor — me dice una voz a corta distancia
— Buenas noches — respondo intentando aún abrir el auto
— ¿Le puedo ayudar en algo? — pregunta el entrometido
— No, yo puedo sólo — respondo molesto
— Creo que ya está muy borracho
— ¿Y a usted qué le importa?
— Doctor, por favor, déjeme llevarlo
Lo miro y comienzo a reconocerlo.
— Ah, ya sé quién es, oficial, le juro que no he hecho nada malo, nada más quiero ir a mi casa
— León, ya sé que no ha hecho nada malo, pero no lo puedo dejar conducir así — evita que suba al auto
— Es que mi amigo Rafa no llega y ya quiero irme, ya no quiero estar aquí ni en ningún lugar, ¿Y usted qué hace en un lugar cómo éste? Tan correcto que se hace ver
— Joven León, por favor, deje que el agente lo lleve a casa — dice el otro sujeto
— ¿Velasco? ¡Velasco! ¿Qué hace por aquí? — lo saludo de abrazo — De seguro está celebrando su triunfo como el gran abogado que es, muchas felicidades.
— ¿De qué habla? — pregunta el abogado
— ¿Cómo que de qué hablo? Si gracias a usted Luciana y Ángela ganaron el juicio, por eso ya no nos quieren ni Rafa ni a mí, porque ya tiene el dinero que tanto añoraban y todos esos lujos que no poder darles ni vendiendo el alma al diablo, oiga, eso no es tan mala idea, quizá así regresen
— ¿Dinero? ¿Lujos? ¿De qué está hablando? — pregunta el policía
— Ay, oficial, no finja que no sabía, si todos lo sabían menos nosotros y la misma Luciana me lo confirmó antes de abandonarme
— ¿Luciana no está con usted? — pregunta, ¿Por qué carajos tiene que echarle sal a la herida?
— No, ella se fue con Sergio, el imbécil de su ex, era lo que ella quería, ¿No? Siempre supo que lo seguía amando y aún así me enamoré como un idiota
— Doctor Casavantes, ¿Usted de verdad no sabe todo por lo que han estado luchando Ángela y Luciana? — insiste el poli con sus preguntas. — Ayúdeme a llevarlo a otro lugar — el policía le dice a Velasco y ambos me suben a otro auto y se suben conmigo, el policía conduce. — ¿Así que Rafa viene para acá? — pregunta
— Sí, creo.
RICO
Y yo con tan valiosa información que tengo sobre Nicolás y Sergio, ¿Por qué la gente tiene que beber hasta embrutecerse? Ahora es cuando más necesito su colaboración y no puedo contar con ella.
— Agente Rico, ¿Está disponible? — se comunica Enriqueta a mi celular
— Sí, aquí estoy, ¿Pasa algo?
— Sí, señor, me acaban de reportar un choque frente a la casa de las señoritas Robledo y Sevilla, usted me pidió que le informará cualquier situación con respecto a ellas.
— Gracias, salgo para allá, ¿Puede darme detalles de la situación?
— Sí, es un auto convertible amarillo
— Ese es el de Rafa — infiere León burlón
— ¿Y el conductor cómo se encuentra?
— En estado de ebriedad y haciendo escándalo
— Sí, es él — confirma León riéndose
— Vamos para allá.
Cuando llegamos al sitio del choque, Rafael sigue haciendo escándalo, gritando el nombre de Ángela y pidiéndole una explicación, no quisiera estar en su lugar, pobre tipo, es patético.
Velasco, León y yo bajamos de mi auto, me acerco al doctor Zúñiga intentando tranquilizarlo, pues no quiero llevármelo detenido.
— Doctor, por favor, venga, necesitamos hablar — le digo
— ¿Usted sabía que esa mala mujer me dejó por el dinero?
— Eso no es verdad, yo puedo explicarlo, por favor
— ¿A usted también lo embaucó, verdad?
— No, doctor, por favor, compórtese
— Es que yo lo entendería, ella es tan preciosa y fogosa, una diosa o un demonio, no se bien lo que es, pero cualquiera puede caer en usted, hasta usted aunque finja que no le interesa.
Estos doctores tienen una idea muy equivocada de todo, ¿Habrá que decirles la verdad? Quizá la señorita Ángela pueda ayudar con eso. Me acerco a la puerta y tocó momentáneamente.
El vecino que lo ha acompañado hasta el momento se acerca a mí para decirme algo.
— No hay nadie, Oficial
— Debe ser la hora en que salen al antro
— No, hace buen rato que… — él hace un silencio angustiante
— Por favor, dígame lo que pasa
— Oficial, el joven se puso así luego de que le dije lo que ví, pero creo que no me entendió
— ¿Pues qué fue lo que vió? Ya hablé sin rodeos — exijo
— ¡Ella se fue con otro tipo con un auto más lujoso que el mío! — interrumpe Rafael — ¿O no fue eso lo que dijo, señor?
— Pero no de ese modo, ella sí se fue, pero, casi estoy seguro de que no fue por su propia voluntad
— ¿A qué se refiere con eso?
Todos esperamos la respuesta del vecino, es un señor de la tercera edad y en momentos parece desvariar. Luego de explicar lo que vió, lo cuestionó, pues no me parece de buen gusto que bromee de esa manera con algo tan delicado y bajo estas circunstancias.
— ¡Yo llamé a la policía luego del incidente! Puede corroborarlo — dice el señor
— Enriqueta, — me comunico de inmediato — ¿Puedes verificar un reporte que se levantó esta mañana?
— Sí, claro — le doy los datos y espero en la línea — Así es, el señor fue atendido por el agente Moreno, sólo que aquí él dejo una nota que específica locura por parte del señor
— ¿Locura?
— El policía que vino me tomó por loco, me lo dijo claramente, — explica el señor — y yo lo siento mucho, porque tiene razón, a veces pierdo la razón, por eso ya no me creen cuando ocurre algo serio, pero yo le juro que ví todo, un auto oscuro llegó de la nada y dos tipos bajaron, uno le colocó algo en la cara y la subió al auto mientras el otro sólo observaba como dando órdenes — saco una foto de Nicolás Lazcano y se la muestro al señor esperando a que reconozca al…
— ¡Es él! Ese es el tipo que sólo observaba, mascaba chicle y luego sólo cerró la puerta, pero a la señorita Luciana no la he visto desde ayer.
— Le agradezco mucho por su ayuda, señor y le pido una disculpa a nombre de mi colega, si llega a ver algo extraño, por favor, llámeme a este número — le doy mi tarjeta.
Enseguida, me dirijo al doctor León para que abra la puerta, pues al ser su propiedad supongo que tiene una llave de repuesto.
— Por aquí debe estar, ah no, en mi auto no eso, ¿Dónde lo estacioné?
— Lo dejamos en el bar, ya alguien va por él, pero no puedo esperar, así con su permiso, debo abrir la puerta como sea.
Luego de unas maniobras, logramos entrar, observo alrededor buscando pistas de lo sucedido, no hay nada que sugiera violencia o algo perturbador, lo cual sugiere que Nicolás estaba esperando a que Ángela saliera de casa para llevar a cabo el rapto, todo está en orden, no hay nada al respecto, nada, sólo una hoja de papel en la mesa, me acerco y la tomó cuidadosamente, ¿Será una amenaza?