En casa de Sergio...
LUCIANA
Es evidente que lo que busco no está por aquí, deberé ser muy paciente, pues a esta hora es imposible, quizá si espero un poco, sólo un par de horas más, eso debe ser, el horario, pienso luego de pasear por toda la casa, regreso a mi habitación por un momento, sólo para respirar y pensar, pues debo tener todo claro, el objetivo debe ser atrapar a Sergio, pues eso me dará la libertad de vivir como quiero. ¡Cómo me gustaría que el agente Rico me dijera qué es lo que debo encontrar! Debí llamarlo antes de venir aquí, ¿No será muy sospechoso si lo hago ahora? Quizá Sergio me tenga vigilada, no puedo hacer nada aún hasta tener la certeza de que me puedo mover y hablar sin que me vigilen, ¿habrá cámaras por aquí? Digo mientras observo con detenimiento los detalles de la habitación.
Luego de mi momento de paranoia, estoy muy decidida a encontrar pruebas en contra de Sergio, no sé lo que tenga que hacer para lograrlo, pero lo conseguiré sí o sí, no me voy a quedar a vivir aquí mientras el muy idiota sigue haciendo de las suyas, no, yo lo voy a destruir, ¡LO JURO! Para ello, tengo que ser mucho más inteligente que él, así tenga que fingir amabilidad y tragarme las ganas que tengo de gritarle todas sus verdades, seré paciente y muy prudente, pues de ésto depende más de una vida. No te fallaré, Angy, haré lo que tenga que hacer.
En el estacionamiento del hospital en Melisandre...
LEÓN
El turno terminó, ha sido un día pesado y siento que no doy más, sólo quiero ir a casa a descansar. Aún tengo ese molesto mensaje en el buzón de voz, veamos de qué se trata, acepto escucharlo aunque de seguro debe ser otro de esos vendedores de…
“— León, Lu se ha ido a casa de Sergio, por favor, llámame a este número cuando escuches este mensaje, te lo ruego, mi celular está extraviado, dile a Rafa, ¿Quieres?” — Es Ángela, ¿Cómo que Luciana se fue con Sergio? Ya me lo esperaba, ¡Cómo quisiera que nada de ésto estuviera pasando!
Salgo a toda velocidad a casa de Luciana, como si con eso fuera a impedir que se fuera, pero ya sé que es demasiado tarde, pues Ángela debió haber dejado ese mensaje desde hace horas, ella ya debe estar con ese hombre, su ex, siempre supo que lo seguía amando a pesar de lo mucho que decía odiarlo y temerle. No lo puedo creer, Luciana me cambió por unos cuantos pesos, es tan increíble, ¿Pero qué podía esperar de una mujer como ella? Así la conocí y era obvio que así terminaría.
Dejaré de pensar en ella concentrando toda mi atención en mi trabajo y en el hijo que espera Abigail, que esperamos, aún recuerdo nuestro tiempo juntos, fue lindo, aunque nada serio, ambos sabíamos que sólo era una aventura, sólo sexo y ahora resulta que tiene consecuencias. ¡Qué horror! ¡Ya no quiero pensar en lo desastrosa que es mi vida!
En casa de Sergio...
LUCIANA
He esperado el tiempo suficiente y no he logrado ver lo que quiero, la impaciencia me carcome, pero debo mantener la confianza, Sergio no puede verme desesperada, algo trama, lo sé.
He recorrido la casa completa sin encontrar lo que tanto anhelo y resulta que no hay ni una sola pizca de vida por aquí, aunque lo parece, nada es como antes ¿Qué habrá pasado? ¿Por qué Sergio me hizo venir? ¿A qué estará jugando ahora este imbécil? ¿Por qué cree que puede jugar así conmigo? Llego a mi vieja habitación, esa que solía compartir con él y los recuerdos vienen a mi mente.
“— Luciana, ¿Pero cuándo vas a aprender a cocinar? Ésto es asqueroso, para eso tenemos cocinera… Luciana, ya déjate de tonterías, ¡Me hartas!... Luciana, tú no eres nada sin mí, ¡Nada!”
Unas pequeñas gotas de agua han resbalado por mis mejillas sin poder evitarlo, al notar las las seco de inmediato, pues nadie puede verme en esas condiciones, debo seguir fuerte y valiente, me repito a mí misma constantemente, abrazo mi dolor y me voy corriendo a mi habitación, doy respiro y me acerco al espejo para retocar el maquillaje, pues debo estar perfecta para lo que sea que me tenga que enfrentar, pues viene alguien.
— Señora Luciana, — dice la empleada — el señor Sergio la manda a llamar, la espera en el comedor.
— Gracias, enseguida bajo.
¿Y ahora qué querrá? Esto no debe ser bueno.
SERGIO
Mi mejor amigo está aquí, se ha enterado de que Luciana regresó y quiere saludarla, ¿Cómo ser descortés con él?
— Alberto, por favor, ponte cómodo, ya sabes que estás en tu casa, enseguida te pido algo de beber
— Sergio, cuando me contaste que Luciana había regresado casi me caigo de espaldas, todavía no lo puedo creer
— Ya sabes cómo son las mujeres, un día te aman, al otro te odian y luego de la nada te vuelven a amar.
— Sí, así son todas, siempre tan hormonales, en fin, mujeres.
LUCIANA
Bajo al comedor esperando ver a Sergio , quizá desea que cene con él como parte de su plan para acabar con mi paciencia, no importa, creo que puedo soportarlo.
— ¡Por aquí! — escucho la voz de Sergio proveniente del mini bar y me dirijo hacia él intentando descifrar ¿Qué clase de porquería trama ahora?
— Luciana, Luciana, — ¿Alberto? Este tipo no ha cambiado nada — tan peligrosa como siempre — dice bromeando.
— Alberto, no esperaba verte
— En cambio yo a tí sí, Sergio me dijo que habías regresado y ver para creer — Me abraza y besa mi mano y yo sólo correspondo a su buena educación aunque tengo sentimientos encontrados gracias a este encuentro, pero no por su bondad, si no por situaciones que quisiera no recordar jamás.
— Pero estás muy tímida, Luciana, tú no eres así, ¿Pasa algo? — Siento su mirada recorriendo todo mi ser, sí, es otro idiota.
— Sólo creí que era el momento de cenar
— Bien, pues no hagamos esperar a la señora de la casa.
Sonrío, pues ni siquiera sé cuál es mi papel en esta casa, Sergio me mira y reacciona de inmediato.
— El término de "Señora de la casa" creo que no es correcto, por lo pronto, digamos que es mi invitada de honor y ya el tiempo lo definirá.
Sé lo que insinúa con esas estupideces, en nada me agrada la idea de volver a ser su esposa, créanme, pero de ser necesario, volveré a casarme, aunque intentaré a toda costa evitar esa infame boda.
En un bar de Melisandre...
LEÓN
Cambié el rumbo a punto de llegar a casa de Ángela y Luciana, simplemente no me atreví y me vine al bar otra vez, quiero beber hasta olvidarme de ella o hasta que pierda la razón, es lo mismo, total, ya nada importa ahora, sólo el dinero, ¿No? Es lo que todas buscan. ¡Y para colmo un hijo! ¿Por qué carajos no me cuidé? ¡Qué inconsciente he sido! ¿Cómo voy a ser padre si ni siquiera sé lo que eso significa? Toda la vida de mi madre se le fue educándome, ¡Sola! Porque el nefasto de mi padre nunca estuvo para nosotros y luego de pronto ella también se me fue, ¡No la pude salvar del maldito alcoholismo! Y hace tiempo que ella ya no está, es que enloqueció de dolor cuando mi padre nos abandonó y ya nunca pudo volver a ser la madre amorosa y admirable de antes y ahora yo seré uno más, un infeliz más que… ¡No puedo con ésto! La idea me enferma, ¿Para qué traer hijos al mundo si sólo vienen a sufrir? ¡Es algo egoísta y estúpido! El calentamiento global, la violencia en las calles, las enfermedades, tantas cosas y encima, Abigail y yo no estamos listos para ésto, no me veo atado a ella de por vida, no quiero ésto.
En casa de Sergio...
SERGIO
Luciana no parece impaciente, pero sé que lo está, sé lo que esperabas, querida, pero tendrás que esperar hasta que se me dé la gana, así aprenderás quién manda en esta casa y en tu vida, por lo pronto, planearé tu bienvenida, quiero saber si estás a mi altura o si te puedo echar así como llegaste, o como te fuiste aquella vez, sola, triste, derrotada y suplicándome.
En algún lugar entre ciudad Beremunda y ciudad de Melisandre...
NICOLÁS
Verte dormir es lo más gratificante del mundo, Ángela, quisiera despertarte con mis besos y mis caricias, pero tendré que esperar hasta llegar a casa, a nuestra casa de donde nunca debiste salir, cariño, allí te esperan muchas sorpresas.
En un bar en ciudad de Melisandre...
RICO
El licenciado Velasco y yo quedamos en vernos en este sitio, es muy extraño que me haya citado aquí, me tiene realmente intrigado lo que me quiere decir.
— Una botella de ron, por favor — lo escucho pedir en la barra y me acerco a él de manera disimulada
— Licenciado, ¿Pero qué hace aquí?
— Calla, policía tonto, ¿Qué no puede un abogado fracasado venir aquí a desquitar sus penas?
Me parece algo exagerado, ni que fuera el fin del mundo.
— No era mi intención… — me disculpo
— Mejor acompañarme, anda, tómate una copa conmigo, yo invito
— No puedo…
— ¿Que no estás aquí por una mujer?
En realidad no, pero creo comprender lo que pretende.
— Es usted sabio, ¿Cómo lo supo?
— Sólo una mujer y un fracaso tan grande como el mío hacen que un hombre quiera venir a… a perder el juicio, ja, ja.
Me río y entiendo, así que sólo sigo el juego.
— ¡Salud por eso! Licenciado, es bueno encontrar aquí a alguien conocido
— Anda, pide otra botella para tí.
Me da una memoria USB y un CD que guardo inmediatamente en mi chaqueta, presiento que es información muy importante como para que no quiera que nos vean juntos.