LEÓN
Ángela sí que está mal, nunca pensé presenciar una escena así de ellas, me las imaginaba más… no lo sé, más diablillas sin sentimientos, quizá, pero resultaron ser todo lo contrario.
— Ángela, — interviene Lu — no digas eso, perdóname, por favor, he sido muy egoísta contigo, pero tú no tienes la culpa de nada de lo que pasa, te prometo que seguiremos luchando hasta el final
— No, Lu, tú ya lo dijiste y yo ya lo entendí, ya no hay nada que podamos hacer.
— Sí, sí hay
— Ya no gastes más energía en ésto, es inútil y lo mejor será que nos rindamos
— ¡Nunca! Yo te juré que este juego no iba terminar hasta que lo ganáramos y así será, no me importa lo que tenga que hacer, ¿Me escuchaste?
— No, Lu
— Yo lucharé por las dos de ser necesario, — ella habla con coraje y determinación — pero sólo una cosa te pido, no decidas nada hasta que el abogado diga su última palabra, ¿De acuerdo?
— Luciana — replica
— Ya León lo llamó y mañana mismo vendrá a vernos, así que tendrás que aceptar..
Ahora sé lo que tengo que hacer, espero que el abogado sí pueda venir mañana, embaucadora, pero me encanta que vuelva a ser así.
— De acuerdo
— Entonces no se diga más, a partir de mañana retomamos nuestras actividades y claro que puedes trabajar conmigo en el local, estoy segura de que lograrás mucho más que yo.
— Bien
— Angy, perdóname, por favor, he sido una tonta.
— Lu, sabes que no puedo estar enojada contigo, además no es bueno llamarte a tí misma “tonta”, dime con quién andas y te diré quién eres…
Volverán a las andadas, al parecer, yo quiero ver eso, algo me dice que será épico.
RAFAEL
Menos mal que esas dos ya volvieron a la normalidad, no sé por qué el dinero es tan importante para ellas, pero sin dudarlo les daría todo lo que tengo, aunque parecen ser muy orgullosas ya que se resisten a recibir nuestra ayuda, quizá sea más una venganza contra los ex, algo de sed de justicia o algo así, esa es la idea que me viene a la mente, sea lo que sea, quiero estar allí.
— Rafa, quiero agradecerte por escucharme y estar a mi lado
— ¿Pero qué dices? Eso no es nada, disfruto mucho de tu presencia
— Lo siento, ese es el efecto que causo en los hombres
— Bueno, pues yo soy hombre
— Me refiero a que…
— Sé a qué te refieres y no me importa, así me gustaste y cada día me sorprende todo lo que voy descubriendo sobre tí, nada es lo que parece
— No, nada lo es, te lo aseguro.
En la habitación…
LUCIANA
Me sentí fatal cuando supe todo por lo que estaba pensando Angy, ésto es mi culpa y debo repararlo de alguna forma, después de todo se quedó a cuidarme día y noche, siempre tan noble, no debería sucederle algo así a alguien como ella.
— León, gracias por todo tu apoyo, de no ser por tí…
— No hay nada que agradecer, sólo prométeme que no te tendrías y que me dejarás ayudarte de alguna manera
— Tú y Rafa han sido tan buenos con nosotras que no queremos abusar
— ¿Abusar? Tú puedes abusar de mí como quieras y cuando quieras — me besa
— Mmmm. Es bueno saber eso
— Me ofenderé si no lo haces
— Gracias de verdad y como muestra de mi agradecimiento, les invito a cenar la especialidad de la casa
— ¿En serio cocinas?
— Hay mucho que no sabes de mí.
AGENTE RICO
Hay cosas que debo hablar con ese par de señoritas ladronas luego de mi conversación con Robledo, sé que es tarde, pero no puedo ni quiero esperar a mañana.
Me acerco a la puerta y tocó el timbre con insistencia, escucho ruidos desde aquí.
— Buenas noches, oficial — me recibe uno de los doctores, el rubio, siempre se me olvida su nombre, ¿Por qué será?
— Buenas noches, Doctor, no esperaba verlo por aquí
— Es que…
— ¿Quién es? — interrumpe la señorita Ángela
— Buenas noches, señorita, sé que no es un buen momento, pero quiero hablar con usted y su amiga
— Si, claro, pase por favor.
LUCIANA
Sabía que no nos dejaría en paz este policía, tendremos que llegar a su corazón de algún modo, bueno, es hombre, así que no debe ser tan difícil, si no lo logramos con nuestros encantos, por el estómago será.
— Angy, — susurramos — invítalo a cenar
— Ay, no, cómo crees, ¿Para qué interrumpe
— Ándale
— ¿Pero por qué?
— Porque sigo pensando que le gustas
— Está bien. — Ella se acerca al agente de manera amable, pero cordial — Agente, estamos por sentarnos a cenar, si quiere hablar con nosotras tendrá que aceptar nuestra invitación o regresar mañana, ya que morimos de hambre y no podemos ser maleducadas con nuestras visitas.
— Señorita, estoy en horario laboral, no puedo
— ¿De verdad, oficial? Porque ya es tarde y no creo que en su trabajo sean tan abusadores como para no permitirle cenar
Él se ve pensativo.
ÁNGELA
Si es cierto lo que dice Luciana, increíblemente, se me junta el ganado y en mi misma casa, en mi misma mesa, ¡Por dios! Es tan incómodo, aunque excitante a la vez, ya puedo imaginarme estar en mi habitación con esos dos… ¡Ay, pero qué cosas pienso, Dios! Basta, basta, tengo que controlarme, debo estar ovulando para atreverme a tener estos pensamientos tan pecaminosos, ya decía yo que por algo he estado tan sensible, no es normal para mí.
— La cena está exquisita, señoritas — expresa el agente
— Es un placer para nosotras poder consentir a nuestros nuevos amigos
— ¿Amigos? — pregunta el policía aclarándose la voz
— Sí, ustedes son las primeras personas en mostrar interés por nuestros asuntos, por decirlo de alguna manera, sin un fin… ya saben a lo que me refiero, ¿O tengo que explicarlo?
— No, no, así está bien — responde Rafa
— Lo que dice Ángela es verdad, — dice Lu — todos los hombres que hemos conocido han sido sólo “víctimas” o idiotas que creen que pueden comprarnos, como prefieran llamarlos y la verdad es que, aunque no lo parezca, también somos seres humanos con sentimientos
— ¿Cómo el hambre, por ejemplo? — pregunta León bromista
— Desde luego
— A decir verdad, sólo vengo a hacer mi trabajo, aunque me siento halagado con sus palabras, señorita Sevilla — dice el policía, siempre tan aburrido arruinando el momento tan emotivo
— Por favor, llámeme Luciana, señorita Sevilla es como muy… ay, no sé, para empezar, ya no soy señorita, ja, ja — el policía se sonroja y León se ríe, tiene esa sonrisa encantadora que a cualquier mujer le fascina, pero sobre todo a Lu, que no deja de mirarlo constantemente.
— Señorita Luciana, hace que me sienta avergonzado con sus comentarios
— Ay, no, esa ni ha sido mi intención, le aseguro que sólo quiero un ambiente más de confianza, así no tendré tanto miedo de responder a todas sus preguntas — explica mi amiga
— Si es por esa causa, con gusto
Vaya, qué manera tan fácil de ganarse al agente, bien lo dijo Luciana.
— No cante victoria, oficial, que sigue el postre
— Oh, no podrá, señorita
— No me rechace, es mi especialidad, ¿A poco cuando me detuvo se imaginó que cocinaríamos algo tan delicioso?
— Para ser sinceros, no
— Pues para que vea que nada es lo que parece.
Luego del postre, Luciana y yo atendemos al oficial en la sala, mientras Rafa y León se retiran, ya estamos más tranquilas y ellos se sienten con menos compromiso por dejarnos solas.
— Y dígame, oficial, ¿En qué le podemos ayudarle está vez?
— Quería comentarles que hoy ví al señor Robledo
— ¿Sergio? — se sorprende Luciana
— Sí, le hice una serie de preguntas tratando de averiguar si el fue el autor intelectual de su ataque, señorita Luciana
— ¿Y? — cuestionamos ambas
— Creo sinceramente que no fue él
— No puede descargarlo aún, agente, él es un hombre peligroso
— Aunque creo que no fue él, tengo el presentimiento de que sabe mucho más de lo que demuestra y dice, por lo que no lo quitaré el dedo del renglón, pero necesito encontrar una prueba contundente para poder acusarlo de algo
— Entiendo
— ¿Pero cómo qué clase de prueba y de qué? — pregunto
— De lo que sea que lo incrimine en cualquier delito
— Será difícil, él siempre es muy astuto y créame que si supiéramos algo, ya lo hubiéramos usado en su contra
— Comprendo, bueno, eso es todo por mi parte, las dejo descansar — acompaño al agente a la salida.
— Muchas gracias, ofi… agente, perdón, y recuerde que puede venir a cenar con nosotras cuando guste
— Lo siento, no creo que se repita, en mi casa me esperan
— Bien, vaya con cuidado.
— Sólo hasta que cierre con llave su puerta.
— ¡Por supuesto! — Hago caso a su sugerencia y lo veo marcharse desde la ventana.
Es tan guapo el agente, ese uniforme me enloquece y no puedo dejar de imaginarme el cuerpazo que debe esconder debajo. Ay, no, Angy, ya basta, ya te revuelcas con Rafa que es todo un Simental, no puedes pensar en dos de esa manera, la lujuria es un pecado capital.
— Te lo dije, le gustas al agente
— Bueno, más bien creo que le gustó nuestra comida, así que tendremos que invitarlo más seguido
— Angy, no te gusta el agente también, ¿Verdad?
— Ay, Luciana, pero qué preguntas haces, ¿Cómo se te ocurren esas cosas? Tienes la mente muy sucia, amiga, muy sucia…
Al día siguiente...
LUCIANA
Ya es hora de que llegue el abogado, qué suerte que León sí pudo conseguir la cita.
> Suena el timbre.
— ¡Ya llegó! ¡Ya llegó! — exclama Angy con emoción.
— ¡Yo voy! — abro la puerta y sí es él
— Licenciado Velasco, qué gusto que sí pudo venir hoy...