10. Derrotadas

1774 Words
AGENTE RICO El señor Robledo me mira amenazante durante unos segundos. — ¿Sabe? Creo que me cae bien, así que responderé a todas sus preguntas. — Bien, ¿Quiere hacerlo aquí o en algún lugar más privado? — Por supuesto que en privado, venga conmigo. La personalidad de este hombre es tal como la describió la señorita Ángela, aunque intenta mostrarse amable e inocente, presiento que oculta algo, pero no sé qué es y lo voy a averiguar, respecto al ataque hacia su ex esposa creo que dice la verdad, aunque hay algo que me llama la atención. — Le agradezco mucho la información, señor Robledo — Espero haber despejado todas sus dudas, agente — No se ofenda, señor, pero para mí, todos son sospechosos hasta demostrar lo contrario — ¿Y no ha pensado en algún amante de la zorra de mi ex mujer como sospechoso? — No puede revelar esa información, pero le aseguro que sólo cumplo con mi deber — Sí, sí, como todos los de su clase — Le pido me disculpe si le causé algún inconveniente, por el momento no lo molestaré más, con su permiso. SERGIO Al fin se fue el policía ese, no puedo creer que hasta divorciado me sigas causando tantos problemas, Luciana, siempre has sido tan estúpida, pero cumpliré mi palabra, para mí ya estás muerta y enterrada. — Es tarde — dice Nico — Ya lo sé, vámonos — ¿Qué quería ese policía? — Vino a decirme que soy sospechoso del ataque contra Luciana — Es increíble, no dudo que yo también lo sea — Pues no lo descartes y aparte, su última frase me disgusta demasiado — ¿Pues qué te dijo? — Que por el momento no me molestará más — Eso quiere decir que seguirá tras nosotros — Eso no nos conviene para nada, debemos ser cautelosos, ¿Escuchaste? Muy cautelosos — Entiendo, pero date prisa que al jefe no le gusta esperar — Pues por esta ocasión tendrá que hacerlo. ÁNGELA He estado atendiendo el negocio de Lu, Rafa me ayudó a limpiar y ordenar todo, al menos en eso sí puedo trabajar, pero sólo hasta que Lu reaccione, pobrecita, está tan deprimida por lo que Sergio le dijo que creo que la perderé en algún momento. LEÓN Estar al pendiente de Luciana se ha convertido en mi actividad favorita, vengo a verla cada día luego del trabajo y aún sigue sumida en la tristeza, no sé por qué le importa tanto lo que haga el canalla de su ex, a veces creo que aún siente algo por él y no ha podido superarlo. — Lu, ya estoy aquí como siempre — Ya no debes venir, ya estoy bien — No, aún no estás bien — Que ya lo estoy — Necesitas demostrarlo porque no te creo, no comes bien, no sales, no te levantas de esta cama y eso sólo sugiere que aún me necesitas — ¿Por qué no eres como todos los médicos? — ¿Y eso cómo es? — Llegas, me revisas y te vas — Porque yo soy excepcional — Una molestia, deberías decir — Sí, también, pero una molestia excepcional. Me recuesto a su lado y la abrazo como si con ello pudiera absorber todo su malestar y devolverle la alegría de vivir. Cuando menos lo pienso, la escucho llorar sin parar, no digo nada, sólo sigo abrazándola, aunque quiero hacerle mil preguntas, entiendo que no es el momento. RAFAEL Me ha gustado mucho visitar a Ángela a diario, empiezo a acostumbrarme a su presencia, aunque también está tan triste como Luciana, sólo que ella aún puede disimularlo, o eso cree. — Ángela, ¿Por qué no me dices lo que ocurre realmente? — No pasa nada — ¿Nada? Mira como está Luciana y mírate a tí misma, aunque eres fuerte, haces un gran esfuerzo por fingir que estás bien, pero sé que no, puedo verlo en tu mirada — Rafa, por favor no te metas en lo que no te incumbe — Quizá sí me cuentas, podría ayudarles Ella lo piensa detenidamente. — Creo que es mejor que no lo sepan — ¿Tan malo es? — Es que no quiero que ustedes salgan perjudicados, han sido tan buenos con nosotras — ¿Es por tu ex? — Sí, pero no es lo que piensas, hace mucho tiempo que dejó de interesarme — ¿Entonces, por qué tiemblas cuando lo menciono? — No es porque lo ame, ¿Sabes? Él y Sergio no son buenas personas y nos han hecho mucho daño, más del que te imaginas — Así lo parece, y lo seguirán logrando mientras ustedes sigan con esta actitud — Es que no hay nada que podamos hacer — Dime y te ayudaré — tomó su mano esperando inspirar confianza — No, no es justo para ustedes, por favor no insistas. Por hoy no insistiré, pero mañana quién sabe. ÁNGELA Hoy decidí hablar con Lu, pues me duele demasiado verla así, además tenemos tantos problemas económicos por resolver que no puedo sola, necesitamos unir fuerzas y continuar, espero que mis palabras sean tomadas en cuenta. Entro a su habitación y León nos deja a solas, sé que él se ha esforzado por hacerla reaccionar sin tener éxito, le agradezco de todos modos. — Lu, sé que no te sientes bien por culpa de Sergio, pero creo que ya es tiempo de seguir, no podemos rendirnos ahora — Angy, perdóname, pero sabías desde un principio que está guerra estaba perdida y la verdad ya no quiero luchar, ya estoy muy cansada, siento que me ahogo y que nada de lo que hago tiene sentido — Lu, por favor, no te rindas, sabes que sola no podré hacerlo, ellos son muy poderosos y tengo miedo — Ángela, creo que lo mejor es rendirnos ahora — ¡No, Lu, no me hagas ésto! Sabes que de esto depende mi vida, mi futuro, no puedes abandonarme ahora, ¡Prometiste luchar conmigo! — Perdóname, Ángela, pero de verdad creo que no lo lograremos. Me retiro de la habitación con tanta indignación, no puedo creer que Luciana me esté haciendo ésto, ella no debió dejarme sola con todo. Rafa me espera y ahora ya no puedo evitar que me vea llorando, no puede ser más fuerte de lo que ya he sido, he soportado todo por volver a ser lo que fuí, con la ilusión de recuperar lo que perdí y ahora ya no tengo nada, ni mi trabajo perfecto que tanto amaba ni la esperanza de un mañana, ni una amiga que piense en mí como yo en ella, uno nunca recibe lo mismo que da, pero ¿Qué más da? ¿No? La vida es tan injusta. — Angy, ¿Qué tienes? No me gusta verte así — ¡Es que ya no puedo más! — Quizá sí me cuentas podré ayudarte, por favor, no eches en saco roto mi solidaridad — ¡No! ¡Tú no lo entiendes! ¡Nadie me entiende! — Lo haré, pero necesito que me lo cuentes todo, ¿Sí? Él me prepara un té y me acompaña a sentarme en el sillón de la sala, ya cuando estamos acomodados, comienzo a relatar. — Nico era mi esposo, pero nunca me amó, fue un matrimonio tan tormentoso que para liberarme de él me fuí de casa, él se quedó con todo lo que me pertenecía, ¡Todo! El juez falló en mi contra y desde entonces me ha sido imposible recuperar lo que con tanto esfuerzo.. — Comprendo, pero estoy seguro de que el abogado podrá ayudarte, si quieres mañana mismo lo citamos — No, Rafael, Luciana tiene razón, está guerra ha estado perdida desde el comienzo y no hay nada que podamos hacer ya — No te rindas, por favor, tú no te rindas — Es que ya nada tiene sentido… LEÓN No puedo creer que este par de Diablillas esté en esta situación, algo tengo que poder hacer para que Luciana entre en razón, no me gusta verla así, quiero a la peligrosa esa que me retaba con la mirada y que goza tanto de vernos caer a todos los hombres rendidos a sus pies, esa, la implacable, la que conocí, de la que me enamoré sin importar sus problemas con la ley. — Luciana, entiendo que te sientas triste y derrotada, pero no significa que lo estés — León, por favor no te metas — No lo haré si decides seguir luchando, pero no me pidas que te deje morir así, en la tristeza — Es que no entiendes — Pues explícame, así tan fácil — No lo es — Sí, sí lo es y quiero escucharte ya mismo, no me iré antes. — Me siento a su lado ejerciendo presión con la mirada. — Está bien, seré breve… Luciana me cuenta sobre su matrimonio infeliz y otras cosas que le dejan perplejo, sí que ha sufrido mucho, ahora entiendo porqué tanto empeño por el dinero fácil, luego de tenerlo todo ahora se conforma con esta humilde vida, si yo estuviera en su lugar, no sé cómo reaccionaría. — Si me permiten dar mi opinión al respecto — me mira negativa — de todos modos la diré así que más te vale que me escuches — Habla, pues — Creo que si te rindes ahora, él habrá logrado su objetivo, ¿Qué no te das cuenta? Él quería ésto precisamente, por eso se presentó en el hospital a decirte esas cosas, y lo peor del caso es que lo está logrando con tu actitud — Ángela estará mejor sin mí, ¿Qué no ves? Su vida también puede estar en peligro gracias a mi compañía — Ángela no la está pasando nada bien y no es por él ni por él tal Nico, es por ti y porque… — ¿Por qué? Termina de decirlo — La despidieron — ¿Qué? Ay, no, pobrecita, con lo mucho que amaba su trabajo — ¿Ahora entiendes porqué ella te necesita fuerte? Ella necesita a su amiga Luciana luchando contra el mundo con ella — Quizá tengas razón, he sido muy egoísta al pensar sólo en mí — Quizá no, lo has sido y ahora es tiempo de que le demuestres lo mucho que te importa — Tienes razón. Lu se levanta de la cama, se pone pantuflas y se dirige a buscar a Ángela, la acompañó y ambos alcanzamos a escuchar parte de su conversación con Rafa. — Es que no lo entiendes, ¡Yo ya no tengo motivos para seguir viviendo! — expresa ella.
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