LEÓN
Salgo de la habitación y me encuentro a Ángela y a Rafael esperando noticias, y qué bueno porque tengo muchas preguntas que hacer.
— ¿Cómo está Luciana? — pregunta Ángela apresurada.
— Bien, se recuperará, — explico — pero Ángela, ¿Qué fue lo qué pasó? Ella estaba bien y de pronto pasa ésto
— León, es que…
— ¿Quién era ese tipo? ¿Y por qué Luciana se puso así con su presencia? Por favor, dime que no están metidas en algo turbio — ella me mira con un poco de culpa
— Sergio es mi primo y es el ex marido de Lu, pero ya ella te contará
— ¿Ex marido? — me sorprendo
— Sí, y el otro tipo es Nico, el de n***o, mi ex marido.
— ¿Y qué hacían aquí? ¿Tú les avisaste?
— No lo sé, dijo Sergio que se enteró y vino a verla para… — Ángela se queda pensando — ¡Debo llamar al policía!
AGENTE RICO
La señorita Robledo me llamó de urgencia, todavía ni salía del hospital para cuando ella me buscó, veré qué es lo que ha ocurrido, quizá ya me pueda decir de quién sospechó, porque estoy seguro de que me mintió al respecto.
— Señorita, dígame
— Es que acaba de pasar algo que cambia todo lo que le dije
— Doctores, ¿Podría alguno de ustedes facilitarme algún lugar en privado para poder hablar con ella?
— Por supuesto, pase por favor, por aquí — dice el rubio. — En cuanto llegamos a una oficina, la señorita comienza a hablar.
— Hace unos momentos Luciana se puso muy mal gracias a una visita inesperada
— ¿Una visita inesperada? ¿A qué se refiere con eso?
— A mi primo Sergio se presentó ante nosotras de la nada y también alcancé a ver a Nico en la distancia, mi ex
— Comprendo, ¿Y al decir que se presentaron de la nada es porque usted no les avisó del ataque?
— Así es, Sergio le dijo a Luciana que la quería muerta y muchas cosas más que la alteraron.
Tomo nota de todo lo que la señorita me indica y mis sospechas ahora van contra el ex marido, de inmediato me dispongo a hacer las investigaciones pertinentes, pero sólo logro confirmar que ese par viajó esa misma madrugada para la visita en el hospital, según los registros de vuelo, aunque cabe la posibilidad de que hayan mandado gente para hacer el trabajo sucio, no hay manera de comprobar nada.
LEÓN
Luciana se ha estado recuperando bien, ya no ha habido nada que la altere y aún así siento que ésta cambiada, como si ya no tuviera ganas de continuar con vida, pues no come y casi no habla, su tristeza es evidente, tan evidente como el hecho de que me enamoré de ella perdidamente, yo, el indomable, el rompecorazones, el don Juan, he caído en mi propia trampa y me he convertido en su doctor personal porque no puedo hacerme a la idea de que su vida podría pender de un hilo de nuevo.
— Luciana, ¿Cómo te sientes?
— Mejor, quiero ir a casa — dice con voz lastimosa
— Aquí estás muy bien atendida y…
— Lo sé y te lo agradezco, pero no quiero estar aquí
— Entiendo, pero debo tenerte en observación por si…
— Entendemos a que te refieres — interviene Ángela — pero creo que en casa estará más segura, no podemos arriesgarnos a que llegue otra visita inconveniente.
Lo pienso por un momento y creo que tienen razón, aunque aún me preocupa su herida.
— Hablaré con Rafael para que nos ayude con eso, pero ni crean que se van a librar de mí, a partir de este momento soy su Doctor particular.
— No, León, nosotras no tendríamos con qué pagarte
— Nadie les está cobrando, así que no aceptaré una negativa como respuesta.
ÁNGELA
Ahora debo pagar la cuenta del hospital para que podamos ir a casa, bien, veamos cuánto se debe. Me dirijo a la caja.
— Buenos días, señorita — le digo a la cajera — vengo a pagar la cuenta de la señorita Luciana Sevilla, por favor.
— Buenos días, un momento, por favor
Luego de unos minutos de buscar en su computadora, la cajera me responde.
— No tengo a Nadie registrado con ese nombre, señorita
— Entonces con el nombre de Ángela Robledo, quizás
— No, tampoco hay nada en la base de datos
— Eso es imposible, ambas nos atendimos aquí
— Volveré a buscar, pero no hay margen de error
— De verdad, incluso los doctores Rafael y León nos atendieron
— Ah, debe ser por eso
— ¿A qué se refiere?
— Es que quizá usted no lo sabe, pero el doctor Rafael es el hijo del dueño, el doctor Zúñiga y él acordó que no se les cobraría ni un sólo peso
— ¿Cómo cree? Mi amiga ha estado aquí durante varios días, al menos cóbreme los medicamentos
— Para ello necesitaría que aparecieran en la base de datos
— Tengo las recetas del doctor León
Le entregó las recetas a la cajera y ellas las palabras observa y luego escribe en la computadora.
— No, mire — me muestra la pantalla — estos medicamentos ya fueron pagados por el doctor León
— Entonces dígame los costos para realizar el p**o directo al doctor
— No puedo hacer, señorita, podría perder mi trabajo y de verdad lo necesito
— Sólo tiene que… Olvídelo, muchas gracias.
— No se preocupe, ese par de Doctores son unos ángeles, siempre ayudan al necesitado, no está usted para saberlo, pero no es la primera vez que se hacen cargo de todos los gastos.
— Le agradezco mucho y si alguna vez ellos llegaran a estar en problemas, por favor, no dude en llamarme para devolverles el favor de alguna manera. — Le digo entregándole mi tarjeta.
— Claro que sí.
Me hace sentir muy bien saber que ese par son personas de bien, uno nunca sabe en quien confiar y menos en estos tiempos y después de tantas malas experiencias.
El no tener que pagar aquí me quita un gran peso de encima, pues aún debo la renta y he estado tanto tiempo aquí, Tomás ha sido muy paciente y hasta ha estado al pendiente de Luciana, es un gran jefe.
LUCIANA
Se siente bien estar en casa, aunque no he podido dejar de pensar en las palabras de Sergio, no puedo creer que él sea capaz de… Todo por lo que me he esforzado está perdiendo el sentido, no puedo resignarme, siento tanta impotencia y no hay nada que pueda hacer, creo que debo aceptar mi derrota al fin.
ÁNGELA
Llegué al trabajo hoy por fin y Tomás me mandó a llamar de inmediato, mis compañeros dicen que está de pésimo humor por conflictos con su esposa, ¿Pero cuándo no? Sólo espero que no se desquite conmigo.
— Al fin llegas, Ángela
— Tomás, buenos días, ¿Querías verme?
— ¿Verte? Claro que quería verte después de tantos días de no presentarte a trabajar
— Luciana ya está en casa, Tomás, tengo que agradecerte por…
— ¡No, no me agradezcas nada! Esta no es una reunión amistosa
— ¿Entonces?
— Creo que he sido muy paciente contigo, ¡Demasiado, diría yo! ¡Y ya no puedo más!
— Entiendo, por eso ya soy puntual y…
— ¡No me interesa lo que quieras proponerme! Porque de ahora en adelante considérate desempleada.
— ¡Pero Tomás, yo…!
— ¡Estás despedida, Ángela! ¡Y no quiero volver a verte por aquí!
— Tomás, por favor
— No me hagas llamar a seguridad y retírate.
Tomás me echó y lo entiendo, con lo mucho que necesito el trabajo, ¿Ahora que voy a hacer?
LUCIANA
León ha sido muy bueno conmigo, pidió un permiso para cuidarme, se queda aquí todo el día y a veces hasta duerme conmigo, pero sólo hacemos eso, dormir, pues no tengo ánimos de nada.
— Alguien llegó — indica León — iré a ver quién es.
León sale de la habitación y me quedo allí, postrada en la cama, hasta que la curiosidad me gana.
LEÓN
Me asomo a ver quién llegó y veo a…
— ¡Ángela! Eres tú, me asustaste, creí que estabas trabajando
— Perdona, León
— No te preocupes, ¿Estás bien?
— No ha sido un buen día, no preguntes, ¿quieres?
— De acuerdo, pero si hay algo que pueda hacer por tí
— No, nadie puede ayudarme
La veo llorar y me acerco a ella para darle un poco de consuelo.
— Quiero que sepas que te pagaré la renta, hasta el último peso, sólo que por ahora no puedo porque justo me acabo de quedar sin trabajo
— Eso es malo, pero no te estoy cobrando
— Aunque no lo hagas, ya has hecho demasiado por nosotras y no es justo que…
— Ni lo digas, por favor y no te preocupes, ya encontrarás algo, estoy seguro
— Es sólo que me gustaba mi trabajo
— Te entiendo, pero para todo hay solución.
En la salida del hotel Rivapalacio…
AGENTE RICO
Me ví en la obligación de visitar al tal Sergio Robledo, pues me intriga el motivo de su visita tan… inesperada, por decirlo de alguna manera, he escuchado que es un hombre poderoso con tendencia a comprar todo lo que le estorbe, espero ser la excepción, veo que el señor tiene tanto dinero como se dice, pues el lugar donde se hospeda es bastante lujoso, el más lujoso de la ciudad.
— Señor Robledo, soy el agente Rico
— Agente, voy de salida, si no le molesta, ¿Puedo verlo en otro momento?
— Sí me molesta, así que será mejor que me responda todas las preguntas que tengo para usted — frunce el ceño
— Como le dije, voy de salida
— Si quiere váyase, pero volveré con una orden judicial y lo llevaré a la comisaría
— Dese prisa y dígame¿Qué quiere saber?
No le conviene visitarme en mi oficina, lo sabía.
— Sé que visitó a la señorita Luciana Sevilla en el hospital y quiero saber el motivo ya que no fue cortés con ella y las sospechas del ataque lo implican
— ¿Yo sospechoso? Agente, por favor, yo apenas llegué a la ciudad el mismo día de mi cordial visita
— Ya lo sé
— ¿Ah? ¿Me investigó?
— Por supuesto, yo cumplo con mi trabajo
— Para serle sincero, no me gusta que se inmiscuyan en mis asuntos...