6. En la mira

1766 Words
En la estación de policía, continuación... AGENTE RICO Ella llora aunque intenta no hacerlo más y se limpia las lágrimas. — ¡Bien! ¡Mi nombre es Luciana Sevilla! — ¿Y el verdadero? — ¡Ese es el verdadero! puede tomarme las huellas, si quiere, y cotejarlas en su sistema — Le creeré, ¿Y su amiga cómo se llama? — ¡Ángela Robledo! Obviamente cotejaré los datos en el sistema, pero debo fingir que le creo. — ¿A qué se dedican? Además de estafar hombres, claro — Ángela es locutora de radio y yo tengo un local de regalos para mujeres — ¿Dónde se ubica su local y su vivienda y en cuál estación de radio trabaja su amiga?... Ella me proporciona los datos que le pido sin ninguna artimaña, lo cual me hace dudar de todo en este momento. — ¿Cuál es su parentesco o relación? — continúo — Angy es la prima de mi ex marido. ¿Ex marido? No sabía que estaba casada, en mi investigación no dice nada de eso. — ¿Cómo se llama su ex marido? — Sergio Robledo, vive en Beremunda, nos separamos casi un año — percibo cómo se le quiebra la voz poco a poco — ¿Por qué se separaron? — Por infidelidades, pero no entiendo ¿Eso qué tiene que ver? — Sólo relaciono todo con su situación actual — Ángela y yo comenzamos a hacer ésto después del divorcio, cuando llegamos a esta ciudad hace seis meses — ¿Seis meses? Es un dato muy preciso, ¿No lo cree? — ¡No, no lo creo! Porque precisamente mañana vence el plazo del arrendamiento que pagamos por seis meses — ¿Quién es su arrendatario? — Nunca lo he visto, Ángela lo contactó por teléfono y un sirviente el señor nos entregó las llaves y el contrato para firmarlo, pero ella tiene su teléfono, si busca entre sus contactos sin duda lo encontrará. — Dice, pero no le creo. — Dígame, señorita, ¿Por qué? — ¿Por qué? — Sí, ¿Por qué desfalcar a los hombres? ¿No gana lo suficiente con su local y el trabajo de su amiga? En esta ciudad no es muy cara la vida — No lo entendería — Pues explíqueme — Supongo que tiene tiempo para escuchar nuestras desgracias — Sólo lo que queda de la noche, así que sea breve — no dejaré que me conmueven con sus tragedias, normalmente sólo inventan telenovelas con ese objetivo, pero quiero saber qué tan mentirosa es la rubia — Bien, luego de mi divorcio, busqué trabajo, pero Sergio se encargó de cerrarme todas las puertas utilizando sus influencias, el muy maldito intentó obligarme a volver con él, mi padre había muerto poco antes y yo me quedé en la calle, sola y con… — Espere, espere, ¿Cómo es que usted y su amiga terminaron viviendo juntas en esta ciudad? — Si me va estar interrumpiendo no le voy a contar nada — Disculpe, es que la intriga me carcome el alma — creo que eso sonó muy dramático — Idiota — murmura — ¿Perdón? No escuché lo que dijo — Que el idiota de Nico, el ex marido de Ángela, — explica — le hizo prácticamente lo mismo, la dejó en la calle, sólo que él fue peor, le quitó todas sus propiedades bajo un chantaje y luego la echó sin piedad alguna, como no teníamos a dónde ir, un ex jefe de Angy quiso ayudarla y le consiguió trabajo aquí, en la estación de radio, además fue el que la puso en contacto con el arrendatario — Antes del divorcio, ¿Ustedes tenían una buena relación? — Así es, como le dije, ella es prima hermana de Sergio, desde un principio nos caímos bien y nos hicimos muy buenas amigas, confidentes… — ¿Cómplices? — añade — En ese entonces no éramos así — ¿Y cómo eran? Porque para ser sincero, no me las imagino diferentes — Nadie lo haría, pero éramos una esposas sumisas, amorosas — ella llora al responder — y muy estúpidas por soportar todo lo que nos hacían nuestros ex maridos — Pero todavía no sé, ¿Por qué terminaron robando a hombres? — ¡Ya le dije que nosotras no robamos! Pero como sea, oficial, ¿Usted nunca ha perdido algo que ama con toda su alma? — No, ni siquiera creo que tenga un alma, ¿Sabe? — Agente, llegó el abogado de las señoritas — me informa Enriqueta — Que pase... LUCIANA Este oficial o agente, lo que sea, es un cretino, pero eso de que llegó nuestro abogado debe ser un error, pues nosotras ni siquiera conocemos uno en esta ciudad. — Señorita, buenas noches, soy el licenciado Velasco — Mucho gusto, licenciado — Ya tendremos tiempo de hablar, agente, me informan que usted no tiene pruebas de nada y no entiendo porqué mis clientas siguen aquí — Licenciado, mi amiga está siendo atendida por un médico por fiebre — Oh, eso empeora la situación, una detención sin fundamentos y bajo estás circunstancias… — No sé de qué habla, licenciado, las señoritas aceptaron venir por su propia voluntad y no es mi culpa que una de ellas viniera enferma, al contrario, nosotros le proporcionamos la atención requerida. Este agente es un corrupto de lo peor, pero le seguiré el juego para que sepa que me debe un favor. — Le agradezco, licenciado, pero el agente tiene razón, él sólo quería hacernos unas preguntas para ver si sabemos algo de esas joyas robadas, pero oficial, hasta ahora no me ha dicho quién es la víctima y yo ya le dije todo lo que sé — al agente no le queda de otra más que mostrarme la foto del sujeto — ¿Él es Jasiel Blanco? Cómo dije, no lo conozco, es más, nunca en mi vida lo he visto, pero le prometo que de saber algo, con gusto lo buscaré. El licenciado y yo nos dirigimos a donde se encuentra Ángela, el doctor que la atiende nos informa que la fiebre está bajando, pero que debe seguir con él tratamiento, el policía que la vigila le quita las esposas y el licenciado toma nota de ello. — Yo misma me encargaré de ello, doctor, muchas gracias. Ángela puede caminar, aunque le ayudamos. — Licenciado, no sé quién lo haya contratado pero le agradecemos infinitamente por su ayuda — Es mi trabajo, no se preocupen — Entiendo que su ética profesional le impide dar nuestros datos personales a terceros, ¿Verdad? — de esta manera lo comprometo a no revelar nuestros nombres ni dirección a nadie — Está en lo cierto, señorita — De casualidad, ¿Usted se encarga de asuntos familiares, también? ¿O podrían recomendarme a alguien que lo haga? Él me entrega su tarjeta de contacto. — Con mucho gusto puedo ayudarle. — Le agradezco mucho — No me agradezca a mi, si no a ellos León y Rafael quedan a la vista, pues nos esperaban afuera. Rafa nos ayuda con Ángela de inmediato. — ¿Qué le pasó? — Ha tenido fiebre, el doctor dijo que debe seguir en tratamiento — él revisa los medicamentos — Le recetaré otros, por favor León, vamos a la farmacia — El licenciado nos llevará a casa, de pasada llegaremos a la farmacia, sólo dame la receta si quieres — digo tajante — Entiendo que no quieran que sepamos nada sobre ustedes, pero Ángela necesita la atención y yo soy médico — Entonces vamos todos a la farmacia y de allí nos separamos — sugiero — Bien — aunque no parece muy de acuerdo Ya en casa… Creo que no nos siguieron, realmente lo espero así. — Licenciado, muchas gracias por todo y discúlpeme por comprometerlo, pero… — Entiendo, señorita, no tiene que explicarme, esperaré su llamada — Así será, se lo aseguro Me quedo toda la noche con Ángela, cuidándola y rezando para que mejore. RAFAEL León y yo intentamos seguirle el paso al licenciado Velasco, pero lo perdimos hace varios minutos, ¡Rayos! — Sin llorar, ya mañana le preguntamos al abogado — dice León — Pue sí, ya vamos a dormir, nos quedan muy pocas horas para dormir — Ya ni me digas y todo por ese par de peligrosas — Bueno, supongo que sí están libres es porque son inocentes, ¿No? — No siempre es por eso, si no por falta de pruebas — Eso les otorga el beneficio duda, a mi punto de vista, claro — Sí, por supuesto. ÁNGELA Ya es tarde, debo ir a trabajar, no puedo fallarle a Tomás. — No deberías ir, estás enferma — me discute Luciana — Tengo que, no me puedo dar el lujo de ser despedida — Te entiendo, pero la salud es primero — No insistas, debo irme — Pues sí insistes, te pediré un taxi, pero por favor, si te sientes mal pide permiso, ¿Sí? — De acuerdo El taxi me lleva al trabajo y qué bueno porque hoy Tomás está de mal humor, si hubiera llegado tarde ya estaría desempleada justo ahora. — ¡Y tú! ¡Procura llegar a tiempo siempre! ¡Otra más ya no te la paso! — Sí, jefe El programa comienza como de costumbre y todo parece normal, me gusta tanto mi trabajo que aunque sigo enferma se me olvidan los malestares. LUCIANA Al menos sé que está bien porque está al aire, yo no sé qué haría sin Ángela, ha sido mi único apoyo durante todo esté tiempo, con tantas preguntas que me hizo el Oficial, no puedo evitar sentir nostalgia, pero no tengo tiempo para ponerme a llorar, ya no más, un día me juré a mí misma que no lo haría y lo estoy cumpliendo, mejor concentraré toda esa energía en mi trabajo, debo entregar unos pedidos de bisutería para el mediodía, estoy muy contenta por ello, afortunadamente los tengo casi listos o eso de pasar casi toda la noche en la cárcel me hubiera arruinado y no me lo puedo permitir, y menos ahora que de seguro la policía nos estará vigilando, por lo que salir de antro nos será complicado, quizá debemos cambiar la estrategia, ya pensaré en otra forma, aunque el antro me gustaba, allí podría ver a los guapos, tengo que reconocer que Rafael y León nos ayudaron, haber contratado al abogado habla bien de ellos, pero aún así no podemos dejar que sepan de nosotras, no sabemos cuáles son sus intenciones reales.
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