MATHEW EVANS La mañana siguiente llegó rápido, y con el nuevo día, me levante más feliz que nunca, pues la mujer que tengo a mi lado es que la que quiero, me acerco a ella y la beso en los labios, y hace un gesto. —Buenos días, dormilona. Has dormido demasiado, ¿sabes que hoy es un nuevo día de trabajo? Ella apenas abre los ojos, moviéndose lentamente y respondiendo entre suspiros. —Por amor a los santos, déjame dormir un poco más… odio madrugar. Le quité la sábana para que el calor no la atrapara y arqueé las cejas con una sonrisa divertida. —Las personas exitosas madrugamos —le guiñé un ojo—. Además, el mundo se ilumina cuando abres esos preciosos ojos, cariño. ¡Vamos a bañarnos! Ella se rascó la cabeza y sonrió, y con eso ya me había dado el mejor comienzo de día. Nos metimos j