ORIANA VALLADARES
No debí traer el regalo de Mathew a esta casa. Es demasiado ostentoso y podría crear problemas con María y Estefanía. Pero no importa, lo único que quiero en este momento es saber de mi padre.
Mis manos tiemblan mientras toco la puerta. Desde que mi madre murió, esta casa dejó de ser un hogar para mí. Hay tantos recuerdos aquí, y la mayoría no son buenos desde que ella ya no está.
—¿Quién carajos timbra de esa manera? —la voz chillona de Estefanía me eriza la piel y siento cómo el estómago se me revuelve. Qué insoportable es.
Al abrir la puerta y verme, su boca se abre en un gesto exagerado, como si se le fuera a desencajar la mandíbula.
—¿Qué estás haciendo aquí, Oriana?
—Vine a ver a mi padre, con permiso.
Ella cruza el brazo entre su cuerpo y el marco de la puer
